CAMAGÜEY.- Ella es doctora, y a pesar de sus 34 años se dedica también a las cosas que normalmente los jóvenes no hacen, comparte el poco tiempo que le queda, tras una jornada agotadora en la consulta de Dermatología del hospital Amalia Simoni, a la mujer cubana, pues Daili Remón del Risco es miembro del Comité Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas, y está consciente de su rol, pues antes del triunfo de la Revolución no teníamos el valor que tenemos hoy, y eso se debe en gran parte al trabajo de la organización femenina.

—¿Te consideras una joven de estos tiempos?

—Ser una joven de estos tiempos es identificarse con nuestra identidad cultural, es practicar deportes, es ir a la playa; pero también es desempeñarse como profesional. Ser un joven de estos tiempos es también decir los buenos días, estar en la caldosa del Comités de Defensa de la Revolución, hacer la guardia, es atender al paciente en la casa, incluso hasta en el horario de descanso.

—La generación actual no le presta atención a las organizaciones de masa; según ellos están pasadas de moda. ¿Qué crees?

—Lo extraordinario se hace cotidiano, hay que hacer énfasis en la historia, conocer las condiciones que permitieron que naciera la FMC o los CDR, comparar la realidad de la mujer cubana con las demás del mundo. Estas organizaciones no pueden ser solo reuniones y cotización, el hecho que yo pueda ser doctora es gracias en gran parte a la Federación. Hay que hablar en los mismos códigos que los jóvenes, hay que ir a las universidades, a las escuelas, y llevar el mensaje de nuestras organizaciones.

“El principal reto es el de permanecer y rescatar el papel que tuvieron, solo así lograremos que persistan”.

—¿Cómo puedes llevar la familia al mismo tiempo que las responsabilidades?

—Al igual que lo llevan las mujeres cubanas, soy una joven común de las que pide botella, monta guagua y, por supuesto, también comparto las tareas del hogar.

—¿Se ha sentido rechazada por ser mujer y joven?

—Los especialistas en Dermatología atienden las Infecciones de transmision sexual

(ITS); los hombres que padecen algunas de estas enfermedades rechazan el servicio de una mujer. A veces van pacientes que veo una, dos y tres veces en la consulta, y hasta que no logran ver a un médico hombre no se atienden.

—Cumpliste misión en Venezuela. ¿Pudiste comparar la realidad de Cuba con aquella otra?

—Quedaban rezagos del capitalismo que eran terribles, yo vivía en un barrio humilde en el estado Portuguesa, donde la droga se manejaba como algo normal; la violencia alcanzaba niveles insospechados, a mí me asaltaron para quitarme los aretes, me amenazaron con una pistola, y eran muchachos de 15 y 16 años.

“Además, le daba clases a un grupo de estudiantes que se iban a graduar que eran mayores que yo, cuando te hablaban era la mayor ilustración de tener la Revolución. Hacíamos operativos los sábados y los domingos para buscar pacientes con enfermedades oftalmológicas en barrios aledaños, y si había que operarlo, el paciente por la necesidad te decía que ese mismo día”.

—¿Qué fue lo que más le impresionó de esa experiencia?

—A la hora de las elecciones, las campañas electorales eran las más tristes del mundo, por la mañana pasaban con las camisetas rojas representando a un partido, y por la tarde, con las camisetas verdes, representando a otro, y eran las mismas personas. Las escuelas que servían de lugar para las elecciones eran tomadas una semana antes por la guardia nacional, habían escuelas privadas y el nivel de educación era pésimo, yo fui a una de visita y cuando me fijo en la pizarra de un aula había mas de 10 errores ortográficos.

—¿Qué le dices a aquellas jóvenes que no se han atrevido todavía a hacer las cosas que tú haces?

—Las mujeres deben aprovechar la oportunidad que se les da en este tiempo, emanciparse, aprender a crecer por sus propios esfuerzos, medir sus posibilidades, avanzar dentro de la sociedad, y estar preparada en el futuro para asumir una familia, y ser personas de bien; si el Estado te da la posibilidad, entonces por qué no aprovecharla.