CAMAGÜEY.- La Universidad de Camagüey (UC) Ignacio Agramonte Loynaz, primera creada por la Revolución, está de fiesta. Si bien la fecha de su fundación todavía genera polémica entre historiadores y especialistas del territorio, cada 6 de noviembre la institución conmemora el inicio de los estudios superiores en esta provincia.
Comenzaron en 1967 con las especialidades de Ingeniería Agrónoma en el Instituto de la Caña Álvaro Barba, y Pedagogía en el Instituto Ferroviario Cándido González, que luego se trasladaron hacia la Finca San Isidro en las afueras de la ciudad. En 1974, ambas carreras funcionaban en la actual sede central, entonces en construcción.
Poco a poco el campus fue creciendo con ayuda de las autoridades y los miembros de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), y de la UC surgieron otras universidades como la de Ciego de Ávila, Las Tunas y la de Ciencias Médicas de Camagüey. A inicios del nuevo siglo, se sumó a la universalización de la enseñanza universitaria propugnada por la Revolución, a través de la creación de sedes universitarias en los 13 municipios de la provincia. Y en 2014 se integraron la Universidad Pedagógica José Martí y la del deporte Manuel Fajardo.
Mucho ha cambiado la casa de altos estudios agramontina en estos 55 años. Hoy cuenta con diez facultades y más de 50 carreras en las modalidades presencial, semipresencial y educación a distancia. Se destaca en materia científica, investigativa y docente, con resultados reconocidos en el ámbito nacional e internacional, avalados en la reciente evaluación externa.
Como parte de los festejos por el aniversario, el Centro de Gestión Cultural de la escuela sirvió durante la semana como espacio de intercambio entre fundadores, profesores noveles y estudiantes, para compartir experiencias y recordar la importancia de salvaguardar la historia del centro.
En este encuentro generacional estuvo Adelante Digital, en busca de anécdotas y sentimientos de los que no conciben su vida sin la primera universidad creada por la Revolución.
Josefa Francisca Nordelo, fundadora de la carrera de Pedagogía: “En ese mes de noviembre de 1967 la provincia se llenó de alegría, pues para los camagüeyanos significó un regocijo contar con un centro universitario. Yo comencé mis estudios en el Ferroviario, y lo recuerdo como años muy alegres, con una FEU muy fuerte, disciplinada y laboriosa. Los estudiantes cumplíamos con las tareas requeridas en esos tiempos, ayudamos a construir los locales en la Finca de San Isidro y luego los de la sede actual. La actividad cultural también era muy fuerte, y la FEU se hizo sentir extramuros.
“Recuerdo con especial cariño un intercambio que hicimos con la Universidad de Antofagasta de Chile, recibimos la visita del Ballet Folklórico de ese país y de Víctor Jara. Para nosotros resultó un encuentro emotivo, y más cuando luego supimos asesinados a muchos de esos muchachos en la etapa de Pinochet.
“Pienso que la FEU de ahora tiene también miembros muy valiosos y activos, sigue siendo vanguardia, pero con tareas diferentes. La Revolución tiene un baluarte en ella.
“Haber vivido la historia de la Universidad desde su fundación hasta nuestros días para mí representa un orgullo y forma parte inseparable de mi vida. En la UC he ido superando mis categorías docentes y participé en intercambios con profesores y especialistas de otras universidades. Muchos de los que me impartieron clases en la carrera luego se convirtieron en mis compañeros de trabajo, y ahora algunos de mis otrora alumnos trabajan conmigo. Nos da mucha alegría tener jóvenes tan preparados y estudiosos, una buena inyección al departamento, y estamos contribuyendo a su formación. Intento ayudarlos a crecer como mismo hicieron conmigo en su momento”.
Carlos Díaz Barranco, primer presidente de la FEU en la UC: “Esta universidad es fruto de la obra de Fidel que dijo que había que sacar de la pobreza a esta provincia. En los inicios la FEU tenía muchas ganas de hacer. Tuvimos la osadía de colocar un cartel de UC en la Finca de San Isidro, y nos fuimos voluntarios a apoyar en la zafra del 70’, aunque muchos no habíamos tocado nunca un machete. Estuvimos pasando trabajo una semana, hasta que un cocinero nos cogió lástima y nos dijo que nos daría un curso de cortar caña. Ese hombre se convirtió en un profesor.
“Recuerdo que durante el período especial, a la Universidad la mantuvieron en pie los estudiantes. En las diferentes facultades convertimos la UC en propias unidades de prácticas profesionales. Los arquitectos e ingenieros se vincularon a mantenimiento, los de Mecánica a ayudar con los problemas de la turbina, y así con cada carrera. Nos reuníamos cada dos noches para planificar cómo conseguir alimentos, e incluso viajamos a Oriente a buscarlos. Sin los estudiantes no sé qué habría sido de la Universidad, por eso es tan importante que hoy esas ganas de hacer no se pierdan, pues ellos y los profesores jóvenes son los protagonistas”.
Modesto Ponce, fundador de la carrera de Agronomía: “La carrera de Agronomía surgió por la necesidad de la provincia de graduar ingenieros agrónomos, después se dividió y yo me especialicé en la rama pecuaria. Cuando nos mudamos a la sede actual era un pequeño edificio, hacíamos trabajos voluntarios para construir de a poco lo que es hoy.
“El trabajo de la FEU siempre fue muy responsable, pero considero mucho mejores a los muchachos de hoy, porque vivimos un escenario de gran agresividad en las redes sociales. Ahora la bronca es más difícil, en Internet aparece mucho odio, muchas mentiras y nuestros líderes de la estudiantiles enfrentan todo eso con dignidad, como Mella.
“La UC ha vivido momentos muy complejos, uno fue el de la pandemia, donde perdimos a varios profesores, y la institución se convirtió en un hospital.
“Trabajar aquí significa para mí un enorme compromiso con mis compañeros y con la dirección de la Facultad. La UC me ha aportado mucho, hice un doctorado en la República Democrática Alemana y luego trabajé allá unos años en la embajada atendiendo la oficina de los estudiantes y posgraduados. Fue un compromiso con mi universidad de trabajar a máxima capacidad. Implicó para mí un tremendo sacrificio por las altísimas exigencias en el orden académico. En lo personal, el trabajo acá me ha ayudado a superar momentos complicados con la familia.
“Acá muchos me conocen como el hombre que quemó una guagua. Es una anécdota graciosa de mi etapa de estudiante. Teníamos buenas relaciones con el Cuerpo de Ejército de Camagüey, que nos facilitaban bombas de humo para realizar acciones de publicidad. Llegábamos a las plazas y parques, y llamábamos la atención con el humo para promocionar nuestros juegos universitarios o festivales culturales. Los bomberos siempre nos acompañaban. En una ocasión, cerca de la Terminal de Ferrocarril, una de las bombas estaba defectuosa y soltó chispas provocando fuego en los asientos plásticos de una guagua. El ómnibus se quemó y me llevaron detenido por ser el dirigente responsable de la FEU, y tuvo que ir el rector a sacarme”.
Flor de María Fernández, profesora de marxismo: “He sido una persona de un solo centro de trabajo. Me ubicaron aquí recién graduada en 1986 y desde entonces me mantengo con mucho orgullo en la UC, aportando todo lo que pueda para que siga creciendo.
“Cuando fui dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas era muy popular la consigna Yo vengo a entregar mi corazón, y surgió la necesidad de dejar plasmado ese lema en una pared. Hicimos un mural con un dibujo de un corazón entre dos manos y símbolos de tinajón, nos ayudó el profesor Roberto Portuondo, que siempre acompañaba a los jóvenes. Siempre que paso por el lugar donde se encuentra el mural recuerdo mis años mozos en la UC y la labor de ese profe.
“Soy Licenciada en Comunismo Científico, Doctora en Ciencias Filosóficas y para mí era muy importante conocer de cerca la experiencia del socialismo chino, y gracias a la Universidad cumplí el sueño de viajar a ese país y a muchos lugares históricos del mundo. Yo, hija de obreros humildes, he podido hacer todo eso gracias a mi trabajo en la UC.
“Todo lo que soy y lo que he conseguido está vinculado a la institución y a sus personas. Algunos me vieron llegar muy joven y ahora me toca a mí formar nuevas generaciones de profesionales en el territorio, y ser testigo del crecimiento de muchos que pasan por acá”.
Gladya Rodríguez Gamboa, decana de la facultad de Ciencias Sociales: “Comencé acá en 2007 como estudiante de la carrera de Psicología por el curso de superación integral para jóvenes, pues era trabajadora. Resultó una linda experiencia ver cómo no se notaban las diferencias entre los alumnos del curso regular diurno y nosotros los trabajadores; el trato de los profesores y la participación en las actividades era igual.
“Mi crecimiento profesional y personal está muy ligado a la UC. Decidí dejar el trabajo que tenía antes para dedicarme plenamente a estudiar. Al principio me sentía fuera de contexto en el grupo, pero resultó una sorpresa cuando mis compañeros me eligieron como presidenta de la FEU en la sede universitaria. Me enorgullece ver que muchos de mis contemporáneos se han convertido en excelentes profesionales, profesores y directivos.
“Luego de graduarme asumí diferentes cargos de dirección en varias facultades, hasta mi actual puesto de decana. Tuve el apoyo de muchos compañeros a quienes les debo gran parte de lo que sé en materia de dirección.
“Por la Universidad conocí Palma City y la Gloria, cuando se nos dio la tarea de recorrer los lugares afectados de la cayería Norte, tras el paso del huracán Irma. Fue una experiencia enriquecedora como psicóloga, la Universidad dejó una imprenta en la comunidad, pero también la comunidad en nosotros. En las diferentes actividades que realizamos, es bonito como nos integramos a los pobladores, cuando nos ven que nos bajamos de las guaguas y nos ponemos a trabajar con ellos, enfangados, sus rostros cambian”.
Adrián Soca, profesor de Español-Literatura “Tengo la suerte de haber recibido clases y ahora ser compañero de trabajo de reconocidos profesores como Matilde Varela, distinción Espejo de Paciencia en este año, y muchos otros que tuvieron gran impacto en mi formación docente e investigativa. Aprendí de ellos la preocupación por el detalle, el estar atento a los problemas inmediatos, al día a día, a la historia, y a ser útil creando.
“Que esta sea la primera Universidad creada por la Revolución es todo un símbolo, pues antes los camagüeyanos tenían que irse a estudiar a La Habana o a otras regiones y acá sólo permanecía la élite. La creación de este centro es uno de los hechos más inclusivos que han sucedido en la provincia, y hoy una de mis mayores alegrías es poder darles a clases a muchachos que viven en localidades del campo y bien alejadas de la ciudad. Algunos salen de su casa en guarandinga, a caballo o caminan nueve kilómetros hasta la carretera para venir a Camagüey, pero están aquí y tienen la oportunidad de obtener un título universitario, de superarse profesionalmente, moralmente y cambiar sus vidas.
“Disfruto mucho los Juegos Deportivos Taínos, una oportunidad de compartir con los estudiantes, celebrar con ellos las victorias o sufrir las derrotas. Varios momentos acá han dejado importantes recuerdos en mí, uno de ellos fue cuando las organizaciones de la provincia convocaron a la UC para ayudar a los damnificados por el huracán Irma, y la respuesta de los estudiantes y profesores resultó enorme, estuvimos en Puerto Piloto limpiando y reconstruyendo. Una experiencia más reciente fue cuando entré a la Zona Roja en los inicios de la pandemia de la COVID-19, lo hice junto a muchos estudiantes, algunos de primer año que nunca se habían sentado en las aulas de la Universidad y tuvieron la valentía de estar cerca de personas contagiadas de una enfermedad de la que se conocía poco. Estos ejemplos me hacen querer permanecer mucho tiempo más en esta escuela, y siempre al lado de sus estudiantes”.