CAMAGÜEY.- De niña soñaba ser maestra o enfermera, pero la literatura despertó el interés hacia el periodismo. Allá en su Senado natal descubrió los clásicos soviéticos, a Julio Verne y Emilio Salgari. Bárbara Suárez Ávalos es periodista hace más de 40 años, y aún siente por su profesión la pasión del primer día. Acaba de recibir el Premio Provincial Rolando Ramírez por la Obra de la Vida.

Su época de estudiante la recuerda con nostalgia. Entonces el periódico era su casa, contó hace unos días a la colega Claudia Artiles, de Radio Camagüey.

“Todas mis prácticas fueron en el Adelante. La prensa plana me fascina, y si pudiera me hubiera pasado la vida entera en ella”, expresa con cariño.

A la radio llegó por casualidad, como ocurre lo que está destinado a suceder en la vida. En ese medio descubrió la inmediatez y la posibilidad de relatar con la facilidad de la voz y la riqueza de los sonidos. Sin dudar, considera la oportunidad de hacer radio como una de las mejores experiencias de su carrera.

Radio Progreso representa para esta mujer la posibilidad de acercarse a la familia cubana. Como corresponsal de dicha emisora, aborda múltiples temas sociales y de gran interés popular. “Me cautivó con su perfil y me permite ahondar en asuntos aparentemente sencillos, pero que la gente necesita escuchar”.

Para Bárbara el trabajo del periodista no es simple. La honestidad hacia los lectores y oyentes deviene una regla de oro. El afán de informar de inmediato, o hacerlo primero, no puede ganarle a la calidad del trabajo: “Hay que pensar siempre que la persona que escucha no lo sabe todo, y eso a veces se nos olvida. Ser sinceros y respetar el tiempo del público”, expresa con convicción.

La ética representa un elemento principal. Tener opiniones firmes en todos los escenarios es importante, mas, “no se puede ser una cosa delante del micrófono y dar un giro de 180 grados en nuestro barrio o comunidad”.

En los tiempos actuales el periodismo se encuentra en constante tela de juicio. Para esta radialista cuando se escoge la profesión no hay momento ni lugar para dejar de ejercerla. Tal vez porque más que vivir de eso hay que vivir para ello. “Soy periodista las 24 horas del día, hasta durmiendo soy periodista”.

Cuatro décadas es tiempo para la vivencia de sucesos y el nacimiento de anécdotas. Todavía recuerda cuando estaba en casa de unas amistades y se incendió la Casa de cambio (Cadeca) de la esquina y prácticamente saltó para el balcón con ese traje que no se quita nunca. También tuvo la oportunidad de compartir con el Comandante en Jefe Fidel Castro, una experiencia que no olvida.

Al hablar de dinámicas periodísticas, compara las de hace años con las de ahora. “Empecé con máquinas de escribir, que hoy son piezas museables de los medios”, y confiesa que aún conserva la suya. “Tuve que aprender y adaptarme a las nuevas tecnologías, por suerte he tenido buenos maestros”. En el actual contexto, las redes sociales constituyen un desafío para el ejercicio de la profesión, se han convertido en plataformas para difundir noticias, sean reales o no. “Uno de los retos del periodista es generar contenidos, para contrarrestar la desinformación”.

A las nuevas generaciones de reporteros ofrece sus consejos: “Debemos ser cuidadosos y no perder la pasión, estemos donde estemos. La gente siempre te va a ver como periodista.

“El periodismo te permite llegar hasta muchas personas, desde un jefe de Estado hasta el trabajador más humilde. Ayuda a enriquecer la espiritualidad. Es, sin dudas, el mejor oficio del mundo”.