CAMAGÜEY.- A diario estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay tocan nuestras puertas para preguntar y preocuparse por nuestra salud. Mas no son los únicos alumnos de esa rama que se desvelan por cuidarnos tras el rebrote de la COVID-19. Laboratorios, departamentos de estadística y centros de aislamiento también son escenarios en los que impacta su labor de aprendizaje desde la utilidad. 

Entre quienes rotan por las Zonas Rojas de los centros de aislamiento se hallan las estudiantes de primer año de Enfermería Roxana García Serrano y Elianis González González, las que enfrentan el peligro por primera vez.

¿Cómo llegan al centro de aislamiento?

Roxana: Nos mandaron una información vía WhatsAppdonde se solicitaban voluntarios para ayudar en los lugares de aislamiento. Cuando leí aquello pensé: “Tremenda oportunidad, me gusta la idea y quiero probarme”. En poco tiempo respondí y les pedí que me dijeran cómo era el procedimiento, a dónde debía ir, a qué hora y qué tenía que llevar. El día que me tocó estaba tan ansiosa que no esperé ni el transporte.

Elianis: Como estamos en la misma aula,aunque nunca nos habíamos visto porque todas las clases son virtuales, a mí también me llegó el texto por WhatsApp. Lo mío sí fue de inmediato, dije, me voy como voluntaria. Soy una muchacha muy arriesgada y necesitaba un reto así. Es una decisión personal que nadie te obliga a tomar, parte de tu compromiso con la sociedad y con el país.

¿Cómo reaccionó la familia al conocer su elección?

Roxana: Cuando le comunicas a la familia que vas a trabajar en la Zona Roja de un centro para aislar sospecho-sos siempre hay sustos, creo que a todos les ha pasado. Y más en mi caso, porque padezco de asma bronquial.

“Mis papás se pusieron un poco sensibles pero entendieron que era mi decisión. Escogí una carrera donde me tendré que enfrentar a todo tipo de enfermedades y de riesgos. Vi esta oportunidad como una prueba personal, que si no pasaba, si no la afrontaba bien y no me sentía preparada, entonces no es-taba en el lugar correcto”.

Elianis: Al principio a mi mamá no le hizo mucha gracia la idea. Se le veía el miedo en los ojos al contarle. La entendí, pero ella debía hacer lo mismo conmigo. Después de conversar un rato y explicarle que si cumplía al detalle las medidas de protección nada me pasaría, así como la importancia de una experiencia de ese tipo, decidió apoyarme.

¿Qué trabajos realizan dentro del centro de aislamiento?

Roxana: Nos encargamos, junto a otros compañeros, de llevarles los alimentos a los pacientes, realizamos mensajerías y otras tareas que sean necesarias. En verdad estamos dispuestas a apoyar en todo lo que haga falta, al mismo tiempo que aprendemos de nuestra futura profesión.

Elianis: Aunque considero como una ventaja pasar tiempo aquí por las enseñanzas transmitidas, solo nos desempeñamos como facilitadoras. No ejecutamos ninguna actividad técnica relacionada con la especialidad porque al estar en primer año no nos encontramos prepara-das para ello.

Mientras se encuentran en la Zona Roja, ¿cómo organizan la parte académica?Roxana: Como el de todos, el nuestro ha sido un curso atípico. Empezamos el primer año y nunca hemos ido al aula, ni conocemos personalmente a los compañeros. Todas las clases se han “ impartido” por WhatsApp y mediante carpetas digitales que nos facilitan en la escuela. Por esas mismas vías nos orientan los trabajos y debemos entregarlos.

“Hasta que entramos aquí, cumplíamos con lo docente en fecha; sin embargo, al no poder dedicarnos a estudiar, se nos explicó que una vez fuera, tendríamos más tiempo para completar los trabajos que nos faltan”.

Elianis: Además, hemos tenido la suerte de contar con algunos compañeros que nos mantienen al día y nos guardan las carpetas que los pro-fes dejan para no atrasarnos tanto. Por otra parte, aprovechamos la estancia dentro, y cuando tenemos cualquier duda les preguntamos a los médicos y enfermeros tan profesionales que nos rodean. Varias veces sus explicaciones han sido verdaderas clases.

¿Qué ha sido lo más difícil en esta etapa?

Roxana: El solo hecho de estar en una Zona Roja genera miedos, sobre todo si no tienes experiencia. Esa in-certidumbre de no saber si podrás cumplir con la tarea sin errores, o si los pacientes y trabajadores valorarán tu esfuerzo diario fue lo más difícil para mí al principio.

Elianis: He sufrido un poco más bajando y subiendo las escaleras tantas veces al día, acabo muy cansada. Tampoco ha sido fácil manejar el calor con los accesorios de protección porque se nos empañan los espejuelos y nos cuesta un poco de trabajo. No obstante, nos adaptamos, sabemos que cuidarse bien es indispensable.

¿Las mayores alegrías?

Roxana: En primer lugar formar parte de un equipo. Acá adentro es lo que somos, un grupo de personas que a veces no duermen con tal de que los pacientes tengan el cuidado merecido. En segundo, saberme útil en momentos difíciles para el país, a pesar de que todavía no he pasado ni el primer año.

Elianis: Qué puede ser más importante para nosotras que los profesionales de tu sector te reconozcan el es-fuerzo y elogien tu labor. Eso solo se compara con las palabras de agradecimiento de las personas que pasan por el centro. Yo sabía que escoger Enfermería iba a darme muchas cosas buenas, lo que no imaginé que fuera tan pronto.