CAMAGÜEY.- Rafael Pimentel Pérez está tan contento con su pequeña Adriana Carolina, de 18 meses, nacida en Venezuela, que no le cabe un suspiro más en el corazón. A esa alegría vino a sumarse ahora la distinción Sello de Oro, creado por la Misión Médica de Cuba en la nación bolivariana para agasajar a profesionales de la salud con una fecunda obra en el enfrentamiento a la Covid-19.
El reconocimiento se le otorgó por su sobresaliente participación en el montaje del nuevo Laboratorio de Biología Molecular para la realización de Pruebas de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), que se levantó en la patria de Chávez, en específico en el Centro Nacional de Genética Médica Dr José Gregorio Hernández para el diagnóstico en tiempo real del nuevo coronavirus SARS CoV-2.
Pimentel, Máster en Bioquímica, destila modestia por los poros: ¨El reconocimiento otorgado lo recibí en nombre de los laboratoristas e informáticos que hicieron posible el cumplimiento de esta tarea, también en nombre de los que me guiaron y chequearon de manera oportuna cada avance. Es el trabajo de muchos, que cuestiones del azar lo llevan a uno a recibirlo en lo personal¨.
No olvida que el 18 de febrero del 2018 se incorporó a la misión al frente del Programa del Buen vivir para el Diabético, en el cual desde su comienzo en el 2008 se han atendido 244 426 pacientes diabéticos con úlceras en algunos de sus pies, mientras razonó: ¨En Venezuela la tasa de amputaciones, fuera del programa, es del 40 al 60% y si la llevaramos a un 50% de los atendidos, de esos pacientes 122 213 hubieran sido amputados¨.
Como se conoce, la diabetes en una enfermedad crónica e irreversible del metabolismo en la que se produce un exceso de glucosa o azúcar en la sangre y en la orina, a causa de una disminución de la secreción de la hormona insulina o a una deficiencia de su acción.
Sin embargo, relata el entrevistado, con la intervención del programa en beneficio de esos pacientes, solo se amputaron 324, para una tasa del 0,13 % con una efectividad del tratamiento del 99,7 e hizo la salvedad de que al llegar a Venezuela el proyecto venía en franco deterioro como consecuencia directa de la guerra económica, política y comunicacional y en todos los ámbitos que desarrolla el gobierno de USA contra esa hermana nación.
Eso representa una efectividad del tratamiento del 99,7 %. Al llegar a Venezuela en 2018, el programa venía en franco deterioro como consecuencia directa de la guerra económica, política, comunicacional y en todos los ámbitos que desarrolla el gobierno de EE.UU. contra el pueblo de Venezuela.
De conjunto y bajo la guía de la coordinación del programa en Cuba y de la oficina de atención a las misiones sociales en Venezuela, con el apoyo resuelto de la Misión Médica Cuabana en Venezuela, una nueva estrategia permitió revertir el efecto de esa agresión, la que dio lugar a la atención de 22 183 en el 2019 contra los 13 978 en igual período del año anterior.
Esa misma estrategia, explicó Pimentel, ha permitido que, en medio de la actual pandemia, el programa esté cumpliéndose al 67 %, a pesar de las serias afectaciones causadas por la cuarentena social, la falta de transporte y el cierre de algunas unidades que se pusieron al servicio de los pacientes enfermos con COViD19.
A él, entre otras tareas, le tocó coordinar una brigada de profesionales del diagnóstico, quienes se entrenaron en el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel y de otros provenientes del IPK, del CIGB y el CIM y asumieron con humildad y profesionalismo la misión.
Un dato actualizado. El laboratorio comenzó a funcionar el 11 de septiembre del 2020 y el de octubre, ya había procesado más de 10 mil muestras de pacientes venezolanos y colaboradores cubanos y dijo: “Contar con el laboratorio permite el diagnóstico oportuno de los colaboradores que vuelan a la Patria al terminar la misión, a disfrutar de vacaciones, asegurando que lleguen a casa sanos”.
Con cincuenta años cumplidos se siente joven y con fuerzas para asumir las tareas que la Revolución le encomiende, donde quiere que haga falta y estar en ¨Venezuela es un enorme privilegio, estar aquí parafraseando a Buena Fe, amando a este país como a mí mismo.
“A Venezuela nos enseñaron a quererla nuestros mayores, en la escuela, en la casa. Adriana Carolina, de 18 meses es el fruto más querido de esta misión para mí y otra razón, como si fueran pocas, para amar a la tierra de Bolívar y de Chávez. Sí, la niña y la mamá son venezolanas, la pequeña es de Barinas y la madre de Trujillo”.
-¿Cuándo termines la misión vuelves para Cuba?
“Sí, regreso para allá. Tengo mi país, mis hijos varones, mis padres, mi trabajo en Cuba. La niña y su mamá deben ir en algún momento a vivir a Cuba, ese es el plan. Estaré acá dando batalla todavía en el 2021”.