CAMAGÜEY.- Para cada situación de la vida, pareciera como si nuestro Héroe Nacional, José Martí, tuviera una respuesta. Basta con indagar un poco en su ideario y de inmediato salta a la vista un conocimiento integral, acompañado siempre por un desmedido amor por Cuba. Basta con indagar en las investigaciones de sus más fervientes estudiosos y de aquellos que buscan sin descanso, a través del bien supremo como principal virtud, cristalizar la esencia de sus obras en las sociedades.
La docente de Historia de Cuba de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, Telma Oliva Garcés, es una de las personas que mantiene vivo en su verbo y en la acción al más universal de los cubanos. Además de enseñar las importantes raíces que nos componen a los habitantes de este país, es una portadora del mensaje martiano, una ciudadana que reconoce, en el reflejo de El Maestro, las pautas fundamentales para engendrar la virtud, el decoro y el espíritu necesarios de un país.
Así como su madre, ella hizo suyo el camino de la educación. Y constituyó una vocación el ofrecer la sabiduría de nuestras épicas contiendas por la liberación, sus protagonistas y el acervo sobre el que se construyó la Revolución Cubana. En esa dulce entrega por el magisterio y la paulatina superación, el Apóstol asomó en todo momento.
“Muchas veces los estudiantes dicen que leer a Martí es difícil, y yo los comprendo. En mis tiempos leímos sus discursos, ensayos, versos… y sería injusta si dijera que los comprendía plenamente. Cuando llegamos al Pedagógico la profesora Elda Cento Gómez nos impartió un curso especial sobre el hombre de La Edad de Oro, y ella nos despejó la senda hacia él. Nos ayudó a apreciarlo como la figura más significativa de los que, durante el siglo XIX, pelearon en las luchas independentistas”.
En la atracción por la historia influyeron nombres como el de su maestro de Secundaria Básica, José Ignacio Reyes. Cada clase, conversación y noche de estudio era también una oportunidad que le acercaba también a la savia, a la imagen de Martí y a las maneras de brindar su entereza al alumnado.
“El convertir a nuestros próceres en algo inaccesible es un error que cometemos, en ocasiones, los educadores. Al caer el Héroe Nacional e iniciarse la República Neocolonial, donde Cuba pasa a manos de los Estados Unidos, era formidable cómo los maestros de las escuelas públicas mantuvieron, en la formación de los cubanos que nacieron con el siglo, las proezas de la historia del país y del autor de los Versos Sencillos. Además, llevaron a las aulas a Martí, Agramonte, Céspedes, como algo necesario para continuar sedimentando la nación cubana.
“Desde la Universidad de Camagüey tenemos el deber de enseñar al patriota más humano, al que tuvo contradicciones, al que casi siendo un niño dedicó su vida a la lucha por la independencia de su tierra, al que unió voluntades y limó resquemores. En varios momentos se sobrepuso a humillaciones por sus principios libertarios y esa, entre otras actitudes, como dijo Fidel, lo transforman en un símbolo de patriotismo, dignidad y decisión de los cubanos a no desmayar por construir una Cuba soberana”.
Pero Telmita, como todos la conocen, no solo impregna del alma martiana el corazón de los estudiantes o el suyo. Tiene el honor de ser la presidenta de la cátedra José Martí de la Casa de Altos Estudios y desde esa responsabilidad, junto a otras especialistas como Matilde Varela Aristigueta, Ana Jústiz Guerra, Viviana Caballero Vidal, Odalmis Martín Fuentes, lo difunden y esparcen, sin distinción de generaciones, como se hace con la semilla de la que germinarán los mejores frutos.
“Ese es un espacio ideal para desarrollar actividades académicas, extracurriculares, vinculadas a estudiantes, profesores y trabajadores apasionados por el quehacer del Apóstol. Dentro de nuestros objetivos se encuentran aproximarlo más a las carreras de Ciencias Técnicas, Agropecuaria, Cultura Física, de las cuales también escribió, y fomentar la utilización del Cuaderno Martiano No. 4”.
Tras conocer la noticia del agravio a los bustos del Héroe Nacional, en la capital, Oliva Garcés experimentó un dolor que cinceló su pecho. Entendió el oprobio como un hecho desnaturalizado que cometen aquellos que han perdido su identidad en nombre del dinero, de la falsa democracia y de las “libertades” tan parangonadas por los serviles actores del Gobierno norteamericano.
“Lo mancillan porque reúne todas las cualidades para erigirse como paradigma de los cubanos. A pesar del tiempo, las huestes de la derecha todavía le temen a sus ideales, que se alzan como una esperanza para los pueblos ansiosos del progreso verdadero”.
Como un sol del mundo moral lo describió uno de sus más acuciosos investigadores, Cintio Vitier. Su luz ha irradiado tan lejos que ha iluminado a Mella, Villena, Guiteras, la Generación del Centenario, Fidel… “Y creo que hoy notamos su presencia cuando la máxima dirección de Cuba nos convoca a pensar como país. Esa frase encierra la unidad soñada por Martí, para los cubanos”, asevera la historiadora, confiada en que este 28 de enero, a 167 años del natalicio de El Maestro, hallaremos nuevas respuestas en su visión abarcadora, en la universalidad del amor que nos guardó en el tiempo.