CAMAGÜEY.- Pudiera parecer manida la calificación de ejército de batas blancas dada a los profesionales de la Salud cubana, tanto fuera como dentro del país; sin embargo, cuando conocemos tantos casos de amor y entrega sin límites creemos se ajusta como traje a la medida de ese cuerpo inmenso formado en las universidades del país, bajo los principios de altruismo, solidaridad y hermandad.

DE NUEVO INDÍGENAS SIN ATENCIÓN MÉDICA

Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante

Para quien llegó desde Camagüey, Cuba, a Ourilândia do Norte (Ourilandia del Norte), municipio brasileño del estado de Pará, en Brasil, y fuera cuestionado por sus habitantes porque “tocaba” a sus pacientes, luego de cinco años de ofrecer sus servicios como médico allí, dijo: “Me es muy duro saber que esos indígenas quedarán sin atención médica, como era antes de llegar; los niños que vimos nacer los vimos crecer; en ese tiempo logramos mantener por primera vez la mortalidad infantil en cero, con un proyecto de medicina familiar similar al nuestro”. Esto le ocurrió al Dr. Resicler Ribes Carballo.

Son muchas sus historias para otra oportunidad, pero esta, corta y con una imagen que habla por sí misma de su desempeño profesional con unos 800 habitantes de todas las edades bajo su égida, ahora no lo tienen, por obra y gracia del nuevo presidente electo en el Gigante Suramericano.

“MUY, MUY AGRADECIDA...”

Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante

Owen Reyes Lavastida nació de ocho libras y cuatro onzas mediante cesárea el 26 de diciembre último y esta puede ser una noticia cotidiana en el hospital materno infantil Ana Betancourt, de esta ciudad. El suceso radica en que Aliuska Lavastida González, de 33 años de edad, y su esposo, no lograban concebir el hijo tan deseado. Dos años vivieron con la incertidumbre hasta que decidieron acudir al Centro Provincial de Atención a la Familia Infértil, adscrito a la mencionada institución hospitalaria.

Allí los investigaron y pusieron tratamiento a ambos. La espera fue de tres años y ella, recién salida del salón, tuvo la gentileza de comentar: “Estoy muy, muy agradecida de todos, los trabajadores del Centro, de todos los niveles, fueron muy atentos y quienes enfrenten algo así deben atenderse allí sin perder tiempo”.

-¿Y si no hubieran resuelto aquí?

-Nos hubieran enviado a otro del país con equipos de mayor tecnología, por eso agradezco tanto a nuestro sistema de Salud.

A QUIENES LES FALTAN PALABRAS DE ELOGIOS

Idel Loyola Placencia junto a su padre. Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteIdel Loyola Placencia junto a su padre. Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante

Desde Morón, Ciego de Ávila, llegó Idel Loyola Placencia, de 27 años de edad, al hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de esta ciudad. Desconoció por años que era hipertenso, pero fuertes y continuados dolores de cabeza lo llevaron al médico y cuando lo chequearon, él y sus padres conocieron que sus riñones no andaban bien. Antes fue atendido en su ciudad y en el Instituto de Nefrología, de la capital del país.

Sin siquiera tener que recibir el apoyo de hemodiálisis se decidió trasplantarle el riñón de su padre Idel, de 45 años . Así ocurrió el 21 de noviembre de este año, y él asintió: “El cambio en mi vida ha sido total, y para bien, ni mis padres ni yo tenemos las justas palabras para elogiar a este equipo médico, por eso mencionarlos es lo mínimo y fueron los doctores Abel Ruiz de Villa Suárez y Ramón Estopiñán Cánovas los dos cirujanos del ‘Manuel Ascunce’, a cargo de la extracción e implantación del órgano, y Gabriel García Molina y Pedro Julio Hernández, especialistas en anestesiología y reanimación, todos con una atención extrema, incluso nos visitaban en la sala después de operados, también fueron excelentes las doctoras Yadira Velazco Oíz y Lisbet Artola Matos, del Centro de Nefrología aquí”.