CAMAGÜEY.- La obra y el ejemplo de Fidel Castro tienen un alcance infinito. Sería imposible enumerarla o describirla, resultará siempre muy difícil la intención de resaltar un tema en especifico, no obstante, al reto pretendo modestamente hablar de una persona y de una etapa en la que se destaca su liderazgo: la guerra por la independencia de Angola, y el apoyo después del triunfo.

Él fue el principal inspirador y estratega de esta victoria, gracias a su ejemplo la solidaridad alcanzó su nivel más alto demostrado con el respaldo de nuestro pueblo.

Pertenezco a una generación que nació justo en el año en el que Fidel al frente, como siempre en cada batalla, atacó a la fortaleza enemiga del Cuartel Moncada en 1953. Desde entonces hasta hoy he sido un testigo de su protagonismo, en cada victoria o momentos difíciles, no existe una acción o un logro en nuestro país que no lleve su impronta.

Transcurría el año 1970 a solo once del triunfo de la Revolución cubana cuando fui incorporado al servicio militar en el séptimo llamado, de los que ya se habían producido en el país como escuela formadora de jóvenes en la necesaria tarea de defender la Patria.

El azar en la ubicación para cumplir mis deberes militares, hizo posible pertenecer a un grupo de jóvenes que conoció al detalle, desde dentro, a esta maravilla constructiva que supera los quinientos años de existencia y que continúa siendo una gran fortaleza, pero hoy con fines más nobles de los que motivaron su creación.

La estancia durante ese trienio en este lugar me aportó innumerables vivencias que hoy conservo como una gran fortuna. Decir solamente cuanto contribuyó en mi formación como persona sería minimizar todo lo que realmente recibí, pues junto a la preparación militar elemental, me formé como un revolucionario convencido para toda la vida. De todos los que pudiera enumerar el mayor de los privilegios fue haber conocido y trabajar con el Comandante Raúl Díaz Argüelles, máximo jefe de esa importante organización militar.

La convivencia durante las 24 horas de cada día, en un colectivo de oficiales de alta graduación dirigidos por él, me hizo posible percibir valores humanos como la modestia y la consagración, demostrados en el desempeño de sus responsabilidades y en las misiones que demandaba aquella etapa, las que considero como la mayor contribución en la formación de aquellos jóvenes que no teníamos una idea acabada de cuanto ejemplo recibíamos para la vida futura.

Los valores mencionados y otros como el altruismo y el desinterés por recibir a cambio beneficios personales, han sido premisa en la actuación de los principales líderes que han guiado la Revolución a lo largo de la historia, el comandante Argüelles es uno de ellos. Poco fue el tiempo que duró esa interacción de trabajo, solamente algo más de un año, suficiente para sostener tal afirmación. Posterior a esa gran responsabilidad recibió otra con características muy especiales, su designación al frente del primer grupo de combatientes que marchó en ayuda del pueblo angolano a finales de 1975.

Al concluir el servicio militar en 1973 e incorporarme al trabajo en Camagüey solo recibía comentarios de compañeros residentes en la capital con los que compartí aquella experiencia sobre los integrantes de aquel colectivo.

A inicios del año 1976, en ocasión de estar recibiendo la preparación como uno más en la lista interminable de cubanos dispuestos a compartir aquellos difíciles momentos con los hermanos angolanos, en el mismo polígono de entrenamiento, volví a saber de aquel gran hombre con el cual tuve el privilegio de trabajar cuatro años antes cuando se encontraba al mando del Estado Mayor de Artillería del Ejercito de la Habana, pero, lamentablemente la noticia era sobre su fallecimiento durante el cumplimiento de la misión encomendada por Fidel, nuevamente al mando de combatientes, esta vez en la batalla por la liberación de Angola.

Cuarenta años después, tuve la oportunidad de visitar por primera vez a este querido país, ya que no fui seleccionado en aquel entonces, ahora la batalla a la que nos enfrentamos tiene otros matices, trátase de continuar en la paz, la obra por la que ofrendó su vida Raúl Díaz Argüelles y muchos hermanos.

Con otros hombres y mujeres hijos de la Patria, algunos que compartieron también la lucha armada, hoy Cuba continúa ofreciendo su solidaridad al pueblo desde las aulas, los hospitales y las comunidades en misiones no menos importantes como son la salud, la educación, la construcción entre otras, porque su ejemplo no podrá jamás ser olvidado. No puede haber presente sin pasado y ese pasado glorioso merece ser bien reconocido por quienes hoy tenemos la alta responsabilidad de continuar su legado para contribuir a que el futuro se corresponda con los sueños de quienes brindaron sus vidas en el empeño.

En ocasión de un nuevo aniversario de la independencia de Angola, durante mi estancia en el país, participando de su contexto actual, la dirección del país decidió otorgar póstumamente la condición de Héroe de la República de Cuba a este destacado combatiente, por los méritos acumulados durante su vida y por su servicio a la causa más justa por la que puede luchar un revolucionario, la libertad de los pueblos.

El acto, que vimos a catorce mil kilómetros de distancia por el canal de CubaVisión Internacional, presidido por el General de Ejército y entonces presidente cubano Raúl Castro Ruz, fue realmente un justo y conmovedor reconocimiento especialmente para los familiares que recibieron la condecoración. También lo fue para todo el pueblo cubano representando a los hermanos que, como él, también ofrendaron sus preciosas vidas por la independencia de Angola.

Dos momentos del mes de noviembre marcan una sagrada coincidencia para la historia de Cuba y Angola, la Independencia del hermano país y la partida hacia la eternidad de quien contribuyó a ella de manera decisiva, Fidel. Sus enseñanzas y su ejemplo siempre en presente, convierten al máximo líder, en un paradigma universal para los revolucionarios que, como el comandante Argüelles, continúan combatiendo y dando glorias a su Patria.

La epopeya de Angola es uno de los más grandes acontecimientos ocurridos en el pasado siglo compartidos por el pueblo cubano y un país hermano. Angola tuvo y tiene hoy una especial connotación para los cubanos, esa es la causa que llevó a sus lejanas tierras en conflicto a miles de sus hijos.