CAMAGÜEY.- El domingo 19 de febrero, alrededor de 12 millones de ecuatorianos concurrirán a las urnas para decidir si continúan la Revolución Ciudadana o reinstalan en el país el neoliberalismo que padecieron hasta 10 años atrás.
Digo esto porque en la citada fecha se celebrarán las elecciones generales aquí para elegir el nuevo presidente y el vice, los 137 diputados a la asamblea legislativa y los cinco representantes al Parlamento Latino y como novedad se realizará una consulta para determinar si los ecuatorianos funcionarios del gobierno pueden tener cuentas y empresas en paraísos fiscales.
Como se conoce, el actual presidente Rafael Correa no se presentó a la reelección después de dos mandatos al frente del Gobierno ecuatoriano y en su lugar el Movimiento Alianza País (AP) lanzó la candidatura presidencial de Lenin Moreno y como compañero de fórmula a Jorge Grass, el actual vicepresidente, quienes deberán enfrentar a otros siete contendientes, representativos todos de las corrientes neoliberales.
La crucial decisión de los ecuatorianos no tiene que ver solo con los destinos de ese país sino que el triunfo de la derecha aquí tendría una repercusión muy negativa para la región latinoamericana y caribeña toda, por lo que significa Ecuador como representante de la izquierda en el área, con sus conocidas posiciones antiimperialistas e integracionistas y como un activo miembro de la Alianza Bolivariana para Nuestra América (ALBA).
Frente a esta posibilidad, se alza casi un decenio de Gobierno de la AP con Correa al frente, con incuestionables logros materializados en la disminución de la inequidad, el desempleo, la pobreza, se construyeron numerosos hospitales, miles de niños abandonaron las calles para ir a la escuela, surgieron nuevas universidades y creció la calidad del nivel de vida de la población en general.
Baste decir que en los últimos ocho años más de un millón de ciudadanos abandonaron la pobreza extrema, se alcanzó la tasa más baja de desempleo de Sudamérica con el 4,3 %, el salario básico era de 160 dólares antes de la Revolución Ciudadana y en la actualidad supera los 400, tres y medio millones de estudiantes asisten a las aulas de los distintos niveles de enseñanza, para un 96 % del total, el Producto Interno Bruto (PIB) creció como promedio en los dos períodos en el 3,9 y a la inversión pública se dedicó el 9 % del presupuesto nacional.
En las actualidad se impulsa el plan nacional “Buen vivir” cuyos ejes centrales son el ser humano, sus necesidades materiales y espirituales, la vida, como bien más preciado y la naturaleza como principal riqueza, todo lo cual constituye el modelo de desarrollo del país.
Frente a esta realidad, que no puede ser desconocida e ignorada, la derecha, fragmentada y por lo tanto debilitada emprendió una desenfrenada campaña de difamación y mentiras, acusaciones de corrupción y actitudes autoritarias contra el Gobierno y sus candidatos oficiales con el fin de desautorizarlos y manipular el voto de la población para impedir a toda costa que estos alcancen más del 50 % de los sufragios o el 40 y 10 puntos de ventaja sobre su más cercano aspirante y por lo tanto no resultar electos en la primera vuelta para unir ellos fuerzas en la segunda, que sería el 2 de abril.
Desde luego, que no son ajenos a esta campaña las fuerzas imperialistas que propiciaron el fracasado intento del golpe de Estado contra Correa el 10 de septiembre del 2010, al que incluso se pretendió asesinar, sospechosamente vinculado a la prohibición de bases militares en el territorio nacional, que sacó del país la de Manta, enclave que Estados Unidos mantenía aquí con el pretexto de combatir el narcotráfico, pero que en realidad servía a otros fines más tenebrosos y que quiere recuperar.
Confiamos en que los ecuatorianos sabrán defender su presente y futuro y que a la hora de emitir su voto tengan presente las seis revoluciones que se han propuesto: la de la equidad, la del desarrollo integral, la cultural, la urbana, la agraria y la del conocimiento y que sin el triunfo de los candidatos de Alianza País no podrán alcanzarlas, y además, corten el paso a la derecha envalentonada con su presencia en Brasil, por un golpe de Estado parlamentario, y en Argentina con una propuesta electoral de cambio, que ha llegado a la inversa de lo que ofreció el presidente Macri durante su campaña.