CAMAGÜEY.- Egocentrista empedernido, al presidente estadounidense Donald Trump le importa “tres pepinos” lo que la gente diga de él, lo que necesita tanto como para nutrirse es no sentirse ignorado y en esa dirección lanza a diestra y siniestra lo mismo una amenaza de guerra, que un bloqueo, que más sanciones, que dice lo primero que le viene a la mente y luego se desdice, lo mismo avanza que retrocede y si no acude a los improperios más ofensivos contra sus adversarios de manera que llame la atención.

No había emprendido aún su viaje de tres días a Gran Bretaña y entabló un intercambio de frases “fuertes” con el exalcalde de Londres como respuesta a un artículo de este en que lo menos que le imputa son posiciones fascistas. Por su parte, el mandatario norteamericano le había endilgado al funcionario británico la responsabilidad en el último atentado terrorista en esa ciudad por no haber adoptado las medidas de seguridad convenientes que hubieran evitado los lamentables hechos.

Esta, además de la injerencia en los asuntos internos del Reino Unido al pronunciarse por uno de los candidatos a sustituir a la renunciante primera ministra Theresa May, es muestra más reciente de lo que decimos, pero también de “ahorita” están sus declaraciones en Japón en las que aventuró que “un acuerdo nuclear con Irán es posible”.

Como se recordará, dicho acuerdo, firmado por los Estados Unidos y cinco países europeos con la nación persa a cambio de que este renunciara al uso de la energía atómica con fines militares, fue denunciado por Trump el pasado año bajo el pretexto de que el Gobierno iraní lo violaba y a partir de allí desató un violento discurso y sanciones contra Irán.

En las últimas semanas de las palabras se pasó a los hechos mediante el despliegue de un dispositivo de guerra encabezado por una poderosa fuerza naval con portaaviones, acorazados, torpedera y otros medios marítimos y modernos bombarderos de avanzada generación, navegando en los mares próximos a Irán y la movilización de 1 500 soldados en territorios cercanos.

Lo menos que dijo Trump en esa etapa de preparación bélica fue una advertencia a Teherán que “una pelea con los Estados Unidos sería el fin oficial de Irán”, al tiempo que se usaba como pretexto para justificar una posible agresión la ridícula mentira de que pequeñas embarcaciones de pesca del país persa portaban misiles para atacar las embarcaciones de guerra estadounidenses.   

Con notable habilidad crea escenarios que le sean favorables, como la aparente controversia con su asesor de seguridad nacional, John Bolton en ocasión de que este se escandalizara por el lanzamiento de misiles balísticos por Pyongyang acusándola de violar las resoluciones de la ONU y sin embargo, 6Trump se apareció después con que: “Corea del Norte disparó algunas armas pequeñas lo que molestó a mi gente, pero no a mí. Tengo confianza en que el presidente Kim cumplirá la promesa que me hizo”.

Ahora, en su desprecio visceral contra los emigrantes chantajea a México con el ultimátum de que este evita que lleguen en caravanas a sus fronteras o a partir del próximo lunes aplicará aranceles de un 5 % que podrían llegar a un 25, a los productos que la nación azteca exporta a los Estados Unidos que el pasado año ascendieron a 346 mil millones de dólares, medida que ocasionará graves perjuicios a la economía mexicana y que lejos de solucionar agravará la avalancha de inmigrantes que huyen de la pobreza en sus explotados países.

En sus trajines electorales no olvidó complacer a la línea “dura” de su gobierno que lo secunda en la Florida y en “pandilla” sus departamentos de Comercio, Tesoro y de Estado, prohibieron a sus ciudadanos que viajen a Cuba en paquetes de intercambio “pueblo a pueblo”, como era permitido hasta ahora, y además se le ordenó a los cruceros turísticos y otras naves marítimas no hacer escalas en puertos cubanos lo cual ha motivado un contundente rechazo del Gobierno cubano al constituir otro intento fallido de asfixiar la economía de la Isla golpeándola en uno de sus principales recursos para la obtención de divisas, al tiempo que abre más la brecha en las maltrechas relaciones entre ambos países a las que no renunciamos a fortalecer ahora, o en tiempos mejores.

Por cierto, regresando a su estancia en Inglaterra donde miles de personas repudiaron su visita, volvió a mentirse a sí mismo para preservar su ego y dijo que el reflejo en los medios de difusión de la repulsa popular eran solo falsedades.