CAMAGÜEY.- Tras varias semanas de competencias en terrenos de todo el país, el pasado 22 de julio concluyeron oficialmente los 59 Juegos Escolares Nacionales, que serán recordados en Camagüey como uno de los peores de la historia.
De un tercer lugar de la tabla general en la pasada edición, se descendió en caída libre hasta el décimo tercer escaño, entre 16 provincias participantes.
Solo 73 medallas cosechó la delegación agramontina en estos juegos (15 de oro, 18 de plata y 40 de bronce), muy lejos del cuadro de honor compuesto por La Habana 268 (117-71-80), Cienfuegos 171 (67-48-56) y Matanzas 120 (48-32-40).
Camagüey no ganó colectivamente ninguna de las 35 disciplinas deportivas convocadas este año, y solo se incluyó en el podio de cinco de ellas.
Los segundos puestos en boxeo y gimnasia rítmica y los terceros en bádminton, luchas y voleibol salvaron la honra junto a los cuartos lugares en ajedrez y balonmano.
Eso sí, en los eventos del movimiento paralímpico los resultados fueron mejores, pues en bádminton, por ejemplo, se alcanzó el cetro nacional.
Estos malos resultados no se ajustan a los pronósticos precompetencia, pues, —aunque la falta de algunos recursos para los entrenamientos y el poco fogueo hacían pensar que sería muy difícil repetir lo de 2022—, nadie calculó que la debacle fuera tal.
Todo indica a que la captación de atletas post COVID-19 fue el primer ingrediente de esta lamentable receta, que también tiene un poco de emigración de la fuerza técnica especializada en algunos deportes y la falta de visión estratégica en otros.
Sin embargo, pese a los inesperados reveses, varias individualidades llenan de esperanzas a los especialistas y seguidores del deporte camagüeyano.
Algunos de nuestros pequeños campeones hacen soñar con futuras glorias en la categoría mayor, como el espectacular luchador Ray Daniel Hernández. Por segundo año consecutivo este fuera de serie ganó los siete pleitos de su división del estilo grecorromano por superioridad técnica, acumulando en total 57 puntos a favor y solo uno en contra.
Stefany Leblanch, de gimnasia rítmica, y María Claudia Gutiérrez, de natación, se colgaron al cuello seis preseas cada una, la primera dos de cada color y la segunda tres platas e igual cantidad de bronces.
Y si de brillo se trata, la máxima acumuladora de metales dorados fue la nadadora Liayalis Daniel, con tres.
Desde ahora el colectivo técnico de la Escuela de Iniciación Deportiva Cerro Pelado tiene la tarea de buscar las explicaciones y trazar el camino para retomar los puestos de vanguardia el próximo curso.
La alarma por este desafortunado desenlace no se prendió solo en nuestro territorio, pues para el movimiento deportivo cubano resulta preocupante que una de sus academias más prestigiosas baje de manera tan brusca la promoción de la noche a la mañana.