CAMAGÜEY.- Un lienzo hermoso para Camagüey dibujó hoy con la palabra Eusebio Leal Spengler, entrañable amigo y conocedor apasionado de la cultura de esta región, como inicio del segundo día del XIII Simposio Desafíos en el Manejo y Gestión de Ciudades.

“Ha sido su destino y ha comprado con sinceridad y con pasión la obra patrimonial de Camagüey, y cuando me refiero a la obra patrimonial no me limito al tema del Centro Histórico. Me refiero a Camagüey como entidad moral, política, histórica, patriótica, como entidad humana”, dijo en el Teatro Principal.

El Historiador de la Ciudad de La Habana contó de su escala ayer en el sitio arqueológico Los Buchillones, en Ciego de Ávila, que él identifica entre “las grandes tierras del Camagüey histórico”, porque la evidencia taína allí ofrece nuevas pistas de la vida prehispánica, es decir, de antes de la colonización española en Cuba.

Además de los ancestros aborígenes, aun por vindicar en las historias de la nación, evocó a Ignacio Agramonte, el héroe epónimo de la provincia; ponderó el aniversario 150 de la Asamblea de Guáimaro, por conmemorarse en el mes de abril, y comparó los procesos asociados a la Constitución de 1869 y a la reforma de la actual.

“En Guáimaro había una discrepancia, pero no tuvieron esa oportunidad porque faltaba algo muy importante en la vida política: la experiencia. Guáimaro fue el ensayo de poner ley para crear una república, un sueño republicano”, enfatizó.

Acerca de la reciente consulta popular insistió: “Hoy podemos reunirnos en una asamblea, en un cabildo abierto como hemos hecho para discutir los pormenores de la Constitución, y entrar de lleno en los temas que nos preocupan. Algunos de carácter álgido o poco comprendidos y algunos que tocan un tipo de sentimiento fueron expresados democráticamente por el pueblo. Contribuyeron a modificar y a perfeccionar el texto. Lo demás lo dirá la vida”.

También aludió al encargo hecho por Raúl Castro al crear la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, que Eusebio preside, con el objetivo de la unidad del pueblo y de las instituciones, y mencionó cada lugar representado como “los matices de preciosos territorios incomparables”.

Leal felicitó a las autoridades del territorio por la dedicación, en ese justo equilibrio entre la preocupación por la historia y la ocupación por el futuro próspero de Camagüey.

“En la plaza de San Juan de Dios, donde todavía pesa el enorme misterio de haber sido expuesto allí el cuerpo de Agramonte antes de ser incinerado, es quizás el testigo idóneo de la voluntad, del pueblo de la antigua ciudad de Puerto Príncipe, un pueblo que pasó la miseria, el hambre, el espolio, la persecución, el escarnio contra las mujeres, contra aquellas heroínas, contra aquellos hombres, contra aquellos padres ancianos y, sin embargo, Camagüey se levantó y es un símbolo de la nación cubana”.

Luego concluyó: “mientras vivamos los cubanos, levantaremos siempre la mirada hacia nuestros padres fundadores, y entre ellos con una estrella en la frente, con su pelo a la moda, con su gallardo estilo, con su voz de letrado y con su machete de soldado, Agramonte”.