En las manos de René Fernández, el arte encontró su casa, un rincón donde las marionetas son espejos del alma, voces que despiertan sueños. Premio Nacional de Teatro, sí, pero más que un galardón, es un tejedor de fantasías con su grupo Papalote de Matanzas, un sembrador de risas en la fértil tierra de la infancia, donde las emociones brotan puras.