Aquella noche la alegría desbordaba la calle: un grupo de muchachos caminaban, reían, se choteaban y pateaban una lata. Era tanta la energía que parecía un once futbolístico. Si me preguntaran diría que formaban con una estrategia defensiva 1-4-5-1, y de no ser así, al menos tenían un delantero bien definido.