NUEVITAS , CAMAGÜEY.- Nuevitas tiene el encanto de ser una ciudad mágica, cargada de historias, de leyendas y con un valor añadido, el de aspirar en un futuro a ser destino de turistas, a escala mayor, atraídos por la ruta paseada por Ernest Hemingway por esta urbe, situada al norte de la provincia, bañada de mar, a 75 kilómetros de la ciudad de Camagüey.

No pocas personas sueñan allí de que el proyecto: “Nuevitas que Hemingway conoció” sepa aprovecharse y activar la vida económica y social de sus pobladores, con la industria sin humo, por los valores tangibles e intangibles atesorados en sus empinadas y allanadas calles que, en no pocos lugares, desembocan en el hermoso paisaje costero.

Casi con la misma pasión que puso Enrique Cirules para investigar y escribir sobre el literato y periodista norteamericano, el pedagogo e historiador nuevitero Ricardo Ferrer Aluija concibió esta atrevida, pero posible idea, abrazada por pocos hoy y quizás por decenas mañana.

No creo que sea equivocado soñar como lo hace Ferrer, quien cierra sus ojos y le parece estar viendo a Hemingway caminar por esa ciudad y encontrar la hospitalidad y sencillez de sus moradores, tras echar ancla sobre la ensenada del Güincho, en el singular embarcadero de San Fernando de Nuevitas.

Nada más de escuchar la historia, narrada con vehemencia por el Máster en Ciencia y director del centro universitario de Nuevitas, es como si se escribiera un guion para una novela o un documental, bajo el susurro de las olas que acarician o bañan las costas.

Cuenta que el autor de “El Viejo y el mar” se alojaba en algunos de los hoteles de Camagüey y viajaba en tren hacia Nuevitas con la ruta más arraigada de quedarse en el paradero de “San Jacinto”. Luego abordaría el pequeño yate con el que, temprano en la mañana, cruzaba la bahía, entraba en La Zanja, espacio que a manera de humedal y playazo, de poca profundidad, separa a Nuevitas de Cayo Sabinal.

¿El objetivo? Dirigirse a “Boca de Carabelas” entre ese punto y Cayo Guajaba, en uno de los ribazos de la entrada del canalizo, donde alguien clavó una cruz, a pocos kilómetros al extremo Este de Cayo Romano.

Aceptada la invitación de Ferrer fuimos tras las huellas del hospedaje-restaurante, conocido como “Gato Negro”, donde solía pernoctar. Nada más queda el recuerdo.

En una de las esquinas del paseo Martí el interlocutor señala el lugar, otrora “Hotel Miramar” que sirvió de alojamiento a también a Hemingway y del hotel “Acera de Martí”, terreno ocupado hoy por una pizzería.

Es lamentable que el espacio se acabe y no podamos hablar de otros muchos pasajes, como el de la taberna de Agustín “El Tuerto” y el hospedaje de “La Colombiana”, dos edificaciones, como la describe Ferrer, casi gemelas, extendidas sobre pilotaje hacia el mar, con cantina, restaurante y hospedaje de amplia terraza, expuesta a los rigores de las olas del mar y visitadas con frecuencia por Hemingway durante la Segunda Guerra Mundial.

“Los muelles de Carreras –cuenta el entrevistado—fueron escenarios de múltiples conversaciones de este hombre con los pobladores de la ciudad que acudían al lugar para desembarcar sus capturas y atracar las embarcaciones para emprender una nueva faena”.

El amplio arsenal informativo que posee Ferrer es para estar hablando horas o escribir un amplísimo reportaje, con singularidad de crónica, vinculada a Hemingway en la que aparecen los nombres de patriotas, como el camagüeyano Joaquín de Agüero, quien dio libertad a sus esclavos en la década del ´50 del siglo XIX en San Francisco Jucaral, zona perteneciente a Guáimaro. Curiosamente el independentista se alojó en el Hotel Miramar de la calle de La Marina, en el que en la década de los 30 del siglo XX se instaló Hemingway.

Por otro lado, el Titán de Bronce en 1890 realizó “una breve, pero ruidosa estancia en Nuevitas”, según José Luciano Franco a bordo del vapor Manuelita al que acudieron muchos revolucionarios enviados por Enrique Luaces cuando se preparaba la Guerra Necesaria.

Por esos azares de la vida, posteriormente el Manuelita encalló frente a las costas de Romano y se hundió, donde aún permanecen sus restos, casco que debió ser visto por Hemingway en su periplo por la Cayería Norte, sin que, tal vez supiera el valor histórico que guardaba.

Nuevitas es rica en tesoros espirituales como estos, además, de hundimiento de barcos y de la historia más reciente: la expedición, liderada por el Comandante Faure Chomón que desembarcó en la playa de Santa Rita el 8 de febrero de 1958 para crear un frente guerrillero en el macizo montañoso de El Escambray, después de haber establecido el cuartel general en los altos del cine Casa Blanca, uno de los atractivos hoy en la ciudad de Camagüey del complejo audiovisual de la calle Ignacio Agramonte entre República y Lope Recio.

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