ESMERALDA,CAMAGÜEY.- El batey Jaronú ganó el Premio Nacional de Restauración en 2018, un resultado que mantenía con ansiedad a Camagüey, porque después del azote del huracán Irma, en septiembre del 2017, era probable la pérdida de su condición de Monumento Nacional.

Sin embargo, por las luces y las manos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC), y la sumatoria a las labores de varias instituciones, organismos y empresas constructoras, se devolvió el esplendor arquitectónico y se ganó un proyecto integral de servicios para el Consejo Popular Brasil, del municipio de Esmeralda.

El trabajo allí logró la preservación de la tipología urbana y arquitectónica del batey, la recuperación y reciclaje de los materiales para mantener la originalidad de los techos, y el mejoramiento del fondo habitacional.

Entre las personas implicadas estuvieron especialistas de las direcciones de Plan Maestro y Gestión, Proyectos, Unidad Administrativa y de Servicios, Patrimonio; además de la Empresa Provincial de Restauración y Conservación y estudiantes de la Escuela de Oficios Francisco Sánchez Betancourt, pertenecientes a la OHCC.

El proyecto de Jaronú permitió salvar el área declarada Monumento Nacional, propició la participación ciudadana en los procesos de desarrollo local e incrementó la calidad de vida de los habitantes al rescatar no solo el patrimonio arquitectónico sino la cultura e identidad de Jaronú. Sin embargo, siete años después de aquella hazaña, aún no se explotan sus potencialidades como destino turístico cercano a Cayo Cruz.

Allí, en lo que se llamó Quebrada 17, emerge el primer hotel inaugurado, con el nombre de Valentín, de 546 habitaciones y 60 en un centro de servicios extrahotelero adjunto, compuesto por dos zonas habitacionales cada uno con seis bungalows y un edificio principal con muebles comunes, ranchos, gimnasio y piscinas. En total, son cuatro los hoteles terminados con más de 2 000 habitaciones.

El esperanzador proyecto turístico de la cayería norte camagüeyana concibió, además de los beneficios a la economía del país, mejoras para los habitantes de Esmeralda, Sierra de Cubitas, Minas y Nuevitas, mediante la generación de empleos y contactos con otros sectores productivos como el agropecuario.

La inmobiliaria Almest y fuerzas de la Empresa Constructora de Obras para el Turismo lideran la transformación de aquel bello paraje, con la integración de otras entidades de las ramas eléctrica, hidráulica, telefónica, de telecomunicaciones, vialidad… para soportar los aseguramientos necesarios para los servicios hoteleros y extrahoteleros. Transporte, Comunales, los bancos y otras muchas instituciones, junto a grupos de Turismo y agencias de viajes, garantizan ahora prestaciones diversas a los visitantes.

Esta realidad parecía un sueño imposible hace más de 35 años, cuando Fidel descendió del helicóptero allí el 22 de septiembre de 1989 y encontró envidiables arenas blancas, como pocas en Cuba, y un entorno marino virgen poblado de iguanas, uvas caletas y otras especies de la flora y la fauna.

Recuerdan quienes lo acompañaron que la llegada suya a la casa de Suncia y Manolo, únicos residentes en Cayo Cruz entonces, no fue vestido de verde olivo, como era habitual, sino en ropa de baño y con la barba mojada de agua salada. En el modesto inmueble de madera, en el que vivía el matrimonio, transcurrió la conversación de Fidel con especialistas camagüeyanos de Planificación Física, pioneros del estudio particular de las potencialidades del paraje para el desarrollo del turismo.

Como amante de la explotación submarina andaba siempre en recorridos con estos fines, con snorkel, patas de rana y caretas. En los predios de Cayo Cruz se bañó en el lugar conocido por El Pino en Punta Cocina.

La visión estratégica de Fidel, aunque había nacido en 1973, tomó por sorpresa a los incrédulos que lo consideraban un proyecto inalcanzable, de poblar de hoteles, bungalows y áreas de servicios, mientras un pedraplén atravesaría el mar, a lo largo de 43 kilómetros, entre playa Jagüey-Romano-Cayo Cruz, tarea también lograda fruto del trabajo del contingente Camilo Cienfuegos, dirigido por el ingeniero Bernardo Nieves.

Las indicaciones de Fidel para aprovechar las bondades naturales y atractivos paisajes de ese entorno en pos del desarrollo del turismo como sector estratégico del país no cayeron en el vacío: cuidar el Alto del Ají, la mayor elevación del entorno con 42 metros, acelerar los programas de selección y capacitación del personal, y gestionar proyectos para avanzar resueltamente, sin desdeñar experiencias del área de El Caribe.

Por azar de la vida, a 8,3 kilómetros de Cayo Cruz, punto más exterior de la costa cubana, se localiza Cayo Confites, con una superficie de 0,25 kilómetros cuadrados, donde Fidel había permanecido varias semanas como integrante de la expedición que llevaba el nombre del cayo y buscaba liberar República Dominicana de la dictadura de Leónidas Trujillo. Allí, el 13 de agosto de 1947, cumplió 21 años.