CAMAGÜEY.- Cada mes hay peña literaria en la casa de Argelia, la número 4 del Callejón de Alegría en la ciudad de Camagüey. Adelante estuvo el tercer jueves de abril. Ojalá nos alcanzara el espacio para contar con lujo de detalles, aunque las líneas sí dan para confirmar lo bien que se pasa con las abuelitas de un círculo nombrado como anillo al dedo: Alegrías de vivir.
A las nueve de la mañana, después del entrenamiento en la calle con el profesor de ejercicios físicos, ellas siguieron a la sala más popular del vecindario, porque la vivienda corre con esa suerte de “puesto de mando” donde se cuece la iniciativa del barrio, como mismo le pasa a Pánfilo en el programa de televisión.
Contamos quince personas, pero la “matrícula” de entusiastas sobrepasa la cifra. De hecho, aquel día faltaron Irma y Lolita por malestares que le impidieron salir. Por lo general, ellas no creen en achaques. Se sabe por cómo se muestran de lindas. No lo decimos por lo primoroso de la apariencia física, sino por las palabras, complicidades, risas, aplausos, afectos. Confluyen de varias profesiones: estomatología, servicios, agronomía, contabilidad, secretaría, química y predomina el magisterio.
Ninguna aparenta la edad. Las de sesenta andan cerca de los setenta. Las líderes del proyecto son octogenarias de “olimpiada”. No dije que 85 años tiene Luisa, la anfitriona de la peña literaria No hay hoy sin ayer. Escritora, promotora cultural y artista de la plástica. El mes pasado allí expuso una muestra personal de retratos a rostros de mujeres, hechos con tempera y acuarela sobre cartulina.
Aunque acude en su rol de asesora de la Casa de Cultura, Yuly Roque aprovecha y canta en una peña también apoyada por el Centro Provincial del Libro y la Literatura. Ese día llegaron libreras con oferta de varios títulos.
La dinámica de la peña parte de un tema, en esta ocasión, la gesta de Girón. De ahí, el audiovisual apreciado, las frases de Fidel compartidas y comentadas, la música interpretada por Yuli, que siempre acompaña en nombre de la Casa de Cultura Ignacio Agramonte de conjunto con la asesora Encarnación, quien creó con ellas un taller literario. Aquí publicamos uno de los poemas leídos.
Para la sección “¿Qué traigo aquí?”, Luisa Morell Cabrera llevó su fotografía de 1958, vestida de uniforme como luchadora de la clandestinidad. Perteneció a la célula Noel Fernández.
La sorpresa llega con las secciones. Por ejemplo, identifican como “Las atrevidas” a las encargadas ese día de ofrecer sus textos. Otro segmento, el “¿Qué traigo aquí?”, funciona como el “adivina adivinador” con preguntas como las de aquel programa de Escriba y lea. Casi al cierre hacen una simpática rifa para regalar cuanto objeto llevan y al final se baila también.
Entre ellas estaba Karen, de ocho años, nieta de Esperanza. Van las hijas. Por eso, quien quiera aprender a vivir con la plenitud del tiempo, llegue al espacio. Privilegio además compartir con Digna, Raquel, Magaly, Teresa, Antonia, Georgina, Lexcy, Yolanda, Noris e incluso con Alfredo, no “pertenecerá” al círculo pero no se pierde la fiesta. ¡Qué maravilla de abuelas! Gracias por la alegría.
Filme viejo
Retornar es volverse, encontrarse ─en la lejanía del tiempo─ fragmentos de un filme a ratos sin color: la escena triste, la alegre, los sueños que no fueron... ¡oh, decepción! Hay remedos de una toma de Fellini, el desenlace de una vieja película soviética... Es mucho más triste volver sin la nostalgia, sin nada extraordinario que contar. Existencia, ya has pasado... y aún sigo adolescente.
Lexcy Garcés Quintana