CAMAGÜEY.- Los repasadores no son un fenómeno reciente; desde mucho antes de que se autorizara su ejercicio como modalidad de trabajo por cuenta propia en el 2010 ya muchos niños y adolescentes acudían a sus “aulas”, fundamentalmente para prepararse con vista a los exámenes de ingreso para acceder al Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Máximo Gómez Báez y a las universidades.

Llama la atención que esta práctica ha continuado en ascenso y para muchos ya se ha convertido en “moda-necesidad”. Hay familias que desde la primaria ya comienzan a pagar a profesores particulares para que les sistematicen los contenidos a sus muchachos.

¿Son necesarios o imprescindibles los repasadores? ¿Se van los maestros del sector para el trabajo particular? ¿Cómo logran coexistir el espacio institucional y el privado? En busca de opiniones salió Adelante a conversar con profesores, alumnos y repasadores.

La escuela o la familia

Es importante señalar que aunque son muchos los estudiantes que acuden a los repasos en el municipio de Camagüey, no son la mayoría. Así lo demuestran los resultados de un estudio de profundización que realizó el Ministerio de Educación con los alumnos del duodécimo grado, en el curso 2013-2014. Del total de educandos que culminaron la enseñanza preuniversitaria, el 60 % declaró que nunca había recibido otra preparación que no fuera en la escuela; el 13.3 % en algún momento, y solo el 26.7 % reconoce haber ido a las clases particulares.

Variopintas son las situaciones que impulsan a las familias camagüeyanas a buscar la opción privada para asegurar la formación de sus hijos, opinión que comparte Rafael Rodríguez Pino, experimentado entrenador nacional de concursos de Física del IPVCE: “Si no hay maestros suficientes o no tienen buena calidad, ¿a dónde el alumno va a buscar el conocimiento? En muchos casos considero que el repasador es el complemento de lo que le falta a la institución estatal.

“También puede ser que el alumno no sepa estudiar de forma individual. La academia también debe enseñar, pero él tiene responsabilidad”.

Por la misma cuerda estuvieron algunas de las opiniones de estudiantes de la “Vocacional” camagüeyana. Tal es el caso de Guillermo Sánchez Fornari, quien refiere que hay muchos jóvenes que no atienden en el aula, incluso en la suya. Por eso van al repasador, aunque luego tengan que ocupar su espacio libre.

No es solo el tiempo el que se emplea cuando los educandos no aprovechan las horas en los pupitres o los profesores no imparten las clases como es debido. Hay un costo también para la familia, que en muchos casos tienen que hacer ajustes para poder pagar a los repasadores. Una cuenta que sería bueno llevar a punta de lápiz, como se dice en buen cubano.

“Otras veces los muchachos acuden por la influencia de los padres, porque los presionan para que vayan”, nos cuenta Odette Campo.

El criterio de Yaima García Pereira es diferente; ella cursa el duodécimo grado en el “Bernabé Boza”, y desde 10mo. tiene profesores particulares. “Voy porque me dedican dos horas a un contenido específico y me lo dan todo detalladamente. Mi familia paga 30 pesos al mes por cada asignatura. Yo quiero ser ingeniera mecánica, por eso tengo que prepararme bien”, afirmó.

Iris Álvarez Yero, madre de una alumna del “Bernabé”, comprende la preocupación de las familias por la educación de sus descendientes, porque a ella misma le inquieta que su hija estuviera todo el primer semestre del año sin profesor de Matemática. “Yo quisiera pagarle un repasador, porque hay problemas con el claustro, pero soy una madre trabajadora y el dinero no me alcanza para eso. Es verdad que el grado 12 cuenta con todos los profesores, pero no ocurre así en los años anteriores. Los muchachos no pueden estudiar solo para el examen de ingreso, sino para que les quede el conocimiento para el futuro”.

Entendimiento necesario

Antes de que se legalizara la figura del repasador, fueron mal vistos por muchas instituciones. Ahora, a la vuelta de casi cinco años de dejar la clandestinidad, se han logrado establecer relaciones con vistas a lograr la mejor preparación de los muchachos.

Julio Hernández Fábregas, jefe de departamento de la enseñanza Preuniversitaria en la Dirección Provincial de Educación, nos explicó que hay un avance en el acercamiento y comunicación con los repasadores. “Es necesario trabajar de conjunto para darle seguimiento al diagnóstico de cada estudiante, y lograr un mayor entendimiento respecto a los horarios.

“Se han dado algunas contradicciones en las materias y los alumnos se desorientan. Hay repasadores que utilizan guías de estudio y no debe ser, porque se deben asimilar todos los contenidos de los libros de texto. Un buen ejemplo de lo que puede lograrse entre la escuela y estos trabajadores por cuenta propia es el caso del preuniversitario Rafael Guerra Vives”.

De esa buena experiencia nos cuenta Hilda López León, subdirectora docente de ese centro. “El director ha tenido varios intercambios con algunos de esos repasadores. Se les informan las prioridades y los objetivos que se van a evaluar en cada asignatura. Nuestra posición es de entendimiento.

“A los padres no les decimos que acudan a ellos. Para aprobar los exámenes de ingreso no hace falta el profesor particular, y eso está demostrado. Por ejemplo, el curso pasado, de los 25 estudiantes que desaprobaron, 15 tenían repasadores”.

Interesados en conocer las opiniones de los maestros que ejercen su labor por cuenta propia, fuimos hasta la llamada Academia Romar, ubicada en la calle Cisneros, pero en ese lugar nos fueron negadas las entrevistas.

Una postura muy diferente fue la de Albio Grau Pino, profesor de Física durante 27 años, quien desde hace un quinquenio toma tiza y borrador desde la sala de su casa. “Los repasadores que conozco actualizamos los programas de estudio. Educación nos los facilita, pero siempre hay quien ayuda. Eso es imprescindible porque no podemos andar por un lado y la escuela por otro.

“Mi opinión es que en los centros educacionales falta preparación en cuanto al contenido que se imparte, casi siempre se van más al aspecto metodológico. También los maestros tienen muchos grupos y poco tiempo que dedicarles a tantos estudiantes.

“El educador hoy no puede ser repasador, señala Grau, por eso me fui del sector. Cuando uno va a hacer los papeles para legalizarse como trabajador por cuenta propia, la ONAT lo primero que exige es que haya sido baja. Si un profesor se puede contratar en otra escuela en el horario libre, ¿por qué no puede ser repasador?

“Lo que incentiva a los educadores a abandonar el sector es el factor económico, fundamentalmente, y el sistema evaluativo que incluye la promoción. Imagínese un profesor de Física o Matemática, ¿cómo hace para mantener una evaluación de MB? Creo que lo que no debe ocurrir es que haya pedagogos que maltraten los contenidos en las aulas y que entonces los repasen por la izquierda, así no, eso es una inmoralidad”.

El joven profesor de Informática del IPVCE, Lisván Porro Pimienta, tampoco está de acuerdo con tal práctica. “No comprendo por qué un profesor no puede repasar. Mientras el salario sea insuficiente sí creo que a los educadores se les debiera aprobar que simultaneen funciones por cuenta propia para que ganen por lo que saben hacer”.

Una visión diferente del fenómeno tiene Julio Antonio Rodríguez Benítez: “Considero que se le debe dar la posibilidad al educador de pagarle por los grupos extra que asume en su propio centro laboral; es mejor que gane por esto y no contratar a otro profesional”.

No es correcta la percepción que tienen algunos de que los maestros están emigrando en avalancha para el sector privado. Hasta el cierre de septiembre del 2014 se encontraban inscriptos como trabajadores por cuenta propia en la actividad de Repasador un total de 64 personas, de ellas 26 en edad laboral. Llama la atención que es este un panorama casi exclusivo de la capital provincial, pues solo se reportan inscriptos fuera de ella uno en Esmeralda y Guáimaro, y cuatro en Nuevitas.

Encontramos en nuestra investigación opiniones encontradas y miradas diferentes a un fenómeno que implica a la escuela y a la familia, responsables ambos de la educación y formación de los niños, adolescentes y jóvenes.

La educación general en el país ha tenido sus tropiezos, los que en buena medida se están rectificando. Ahora que hay voluntades de enrumbar hacia mejores horizontes esa conquista de la Revolución, es importante garantizar que la calidad sea cada vez mayor, perfeccionar el sistema de atención diferenciada y que se le den las herramientas al muchacho para que aprenda a estudiar, aspectos indispensables para que nadie encuentre en las insuficiencias escolares la razón para acudir al repasador.

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