CAMAGÜEY.-A regañadientes por la función de docente que debía asumir en el Departamento de Ingeniería Mecánica, como parte de su servicio social en Cuba, después de graduado en Rusia en 1986 como ingeniero mecánico en la especialidad de construcción de maquinarias, Pablo Oñoz Gutiérrez comenzó la aventura de profesor en la Facultad de Electromecánica de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte.

Nunca tuvo inclinación por el magisterio. Durante su etapa en la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, en Sierra de Cubitas, rehuyó a la opción de integrar el Contingente de Formación de Maestros Manuel Ascunce Domenech. En su mente planeaba dos opciones, la rama de la geología o de la que egresó con los años.

En el Departamento de Mecánica la propuesta fue impartir la asignatura de Metalurgia y Tecnología de soldadura, de la que no tenía conocimientos pues no se impartía en la especialidad cursada en el exterior. En la práctica tomó el camino de entrenarse en la especialidad y maestrías en otros centros del país. Hoy por hoy es considerado uno de los más aventajados docentes por la manera de preparar e impartir las clases. Su pasión, con sesenta años cumplidos, son la docencia y la investigación directa en el terreno.

En ese ambiente de ciencia promovido en la casa de altos estudios, y desde su Centro de Estudios de Explotación, Fabricación y Recuperación de Equipos y Piezas (CEEFREP), donde labora actualmente, planeó el proyecto Desarrollo de un electrodo con revestimiento compuesto por rutilo, cromita y grafito destinado a la recuperación de piezas mediante soldadura manual por arco eléctrico.

—¿Cómo surgió la iniciativa?

—-En muchos de los talleres, por no decir en ninguno, hoy no existen electrodos apropiados. La idea surgió en SOMEC Camagüey, antigua EREA 5, donde se recuperan muchas piezas, sin embargo, son electrodos propios para unir piezas, no para rellenar superficies. Nos dimos a la tarea de buscar una variante económica, que se pudiera hacer en el país, y transitamos por diferentes momentos durante cuatro o cinco años.

“Inicialmente, al recubrir el electrodo normal con una capa de grafito vimos que se endurecía el cordón, después aprovechamos desechos industriales con recortería de Planta Mecánica y, finalmente, probamos la cromita, un mineral que podía aportar cromo, junto con el grafito, endurecer la superficie y darle resistencia al desgaste”.

Este resultado primario ofreció la posibilidad de recurrir al Centro de Investigaciones de Soldadura (CIS), de la Universidad Central de Las Villas Marta Abreu, donde hay mayor experiencia y surgió el tema del actual Doctorado que cursa Oñoz. Dos prestigiosos Doctores en Ciencia de esa institución, Manuel Rodríguez Pérez y Lorenzo Perdomo González, corroboraron la factibilidad, mas había que demostrarlo experimentalmente.

LA ABUNDANCIA DEL CROMO EN CAMAGÜEY

En las inmediaciones del poblado de Altagracia, a poco más de trece kilómetros de la ciudad de Camagüey, se encuentran en explotación por la Empresa Geominera yacimientos de cromo con fines exportables y para uso nacional.

Oñoz explicó que la cromita es el mineral del cual se obtiene el cromo, mediante un proceso metalúrgico en el que se alcanza un compuesto llamado ferrocromo, el cual se introduce en la fabricación industrial de los electrodos. “De la utilización de la cromita directamente en el revestimiento no hemos encontrado reportes en la bibliografía”.

Particularizó que la cromita de Camagüey, de tipo refractaria, con un bajo contenido de óxido de cromo requiere de mucha energía eléctrica para producir ferrocromo, sin embargo, si se cuenta con esta posibilidad viable es lo mejor.

Oñoz recordó que en Cuba existen antecedentes de producción de electrodos para recuperar piezas en los años ‘90 del pasado siglo, fundamentalmente en la Cujae, de la capital, donde de manera experimental producían anualmente unas 200 toneladas de electrodos, tanto para soldar y recuperar piezas con diferentes formulaciones.

“Eso luego desapareció por diferentes razones, mientras actualmente en el país no se fabrican. Todo hay que importarlo. Sectores como la construcción, ferrocarril, talleres de mantenimiento automotriz, no disponen de estos elementos. Los electrodos que se elaboran en Nuevitas son destinados para la soldadura de aceros de bajo carbono. Ante la carencia de electrodos especiales para el relleno de las piezas, son utilizados para este fin provocando una baja durabilidad de las piezas recuperadas que deben poseer elevada resistencia al desgaste, por ejemplo por fricción metal-metal o abrasión”.

En cambio, los sectores azucarero y de la minería de Moa son priorizados y compran algún volumen de electrodo especializados para eso.

Válida la aclaración. No existe un electrodo universal, se diseñan y fabrican para aplicaciones específicas, el concebido en el proyecto de Oñoz es para que trabajen en desgaste por fricción metal-metal, abrasión de baja tensión y bajo impacto.

“No debe interpretarse erróneamente que en la Universidad haya resultados ya acabados y estemos fabricando electrodos. Los elaborados en esta etapa son pequeños, con fines experimentales”.

Resulta un trabajo con trecho por andar, como los ensayos y comprobar todo. El proyecto posee varias fortalezas: el costo bajo, contar con la fábrica de electrodos Gonzalo Esteban Lugo, de Nuevitas; los yacimientos de cromita cercanos; caliza en la zona de Senado y grafito que se importa, pero con la ventaja de desechos de dicho material de los hornos de arco eléctrico en Acinox de Las Tunas, a punto de partida de un procesamiento en los laboratorios del CEEFREP.

Marchan las negociaciones con la Empresa de Derivados del Acero, que en criterio de Oñoz los ha apoyado grandemente como lo impulsa la dirección del país, y están los materiales para la corrida en los volúmenes que hacen falta.

En este acucioso trabajo Oñoz ha estado acompañado por los compañeros del CEEFREP, en particular por el técnico del laboratorio de soldadura, Master Emerio Fadraga Hernández, además de la valiosa cooperación de doce estudiantes de tercero y quinto año de la carrera de Ingeniería Mecánica.

El ingeniero Ubaldo Acosta Cepero, máximo directivo de Derivados del Acero, opina desde la óptica empresarial que el revestimiento concebido por Oñoz resulta muy útil para dar una gama de productos a la industria cubana y sustituir importaciones.

“Todos los empresarios, de una forma u otra deben acercarse a la Universidad por varias razones, fundamentalmente, por la fuente del conocimiento y el ímpetu de los estudiantes con deseo de hacer. Nosotros siempre estamos en una vorágine de resolver problemas, damos solución a uno y se crean tres por la obsolescencia y dificultades financieras de la industria y ellos pueden apoyar en la parte científica”.

Si pudiera estar todo el tiempo en el taller fuera lo ideal para Oñoz. Por ello se entusiasma cuando lo llaman de empresas para colaborar como asesor. “Es una forma de aprender, cada vez que te enfrentas a un problema y logras darle solución".