CAMAGÜEY.-A la distancia de casi medio siglo Olivia recuerda sin tropiezos la frase. “Yo confío en los pinos nuevos”, dijo aquel señor hoy ya sin rostro y sin nombre. No se le puede pedir tanto a la memoria.

A los 22 había ingresado a las filas del Partido Comunista de Cuba por un proceso especial y ya los 27 estaba en medio de aquella sala siendo el centro del debate en su Esmeralda natal. Especial ha sido ella en todas las épocas.

Esa condición le ha ganado no pocas fortunas como la de aquella sala de Esmeralda. “Ser elegida entre tantos compañeros valiosos como delegada al primer Congreso del Partido significó un privilegio extraordinario”.

“No olvido las emociones. Haber estado en los análisis y en la toma de decisiones que conducirían la vida de nuestra joven Revolución más que una distinción lo sentí como un compromiso que me guía hasta hoy; el compromiso de trabajar incansablemente hasta el último aliento”.

Y esa sentencia créala. No se trata de mero impulso. Porque a los 73 se guardan muchas fuerzas para ligerezas ni en el decir. A los 73 se puede hacer recuento de todas y cada una de las responsabilidades que se han vencido; de todos y cada uno de los lugares donde se ha estado, siempre por disposición del Partido. Militante íntegra se pudiera resumir.

La significación que Olivia Martínez López le atribuye a esa experiencia crece más cuando habla de su primera vez tan próxima a Fidel. “Muy cerquita, muy cerquita”, repite como para que con precisión nos construyamos las escenas. Además de su protagonismo como delegada en el I Congreso, Olivia integró la Comisión de Representantes que desde jornadas anteriores a la cita debatió la propuesta que el propio Fidel llevara para la candidatura al Comité Central.

“La humildad con que nos explicó los méritos de cada compañero, los argumentos en que basaba sus criterios lo hicieron ver mucho más grande ante nuestros ojos. Él habló pero también nos escuchó. En su cercanía y su transparencia sigo viendo su mayor grandeza”, asegura.

Sí, Olivia está clara. El primer Congreso tiene una relevancia especial porque no solo se analizaron los primeros 15 años de la vida en Revolución, sino que se trazaron y aprobaron tesis y resoluciones que enrumbaron y definieron el camino a seguir.

“Recuerdo muy especialmente una intervención de Fidel en la que habló de la política cubana de solidaridad y de apoyo a las causas de independencia y liberación de los pueblos del mundo. Asimismo, aprobamos la nueva división política administrativa, la creación de los órganos locales del Poder Popular, y la posición que mantendría el Partido con respecto a la Iglesia y los creyentes.

“Fue un Congreso grande no solo en número de delegados, más de 3 000; también en la participación y en la profundidad de las discusiones. Pero esa ha sido máxima en el resto de los Congresos. Y el de ahora no será la excepción. El Octavo tiene tanto mérito porque demostrará que seguimos eligiendo el mismo camino. Este será el Congreso de la continuidad”, sentencia la hija de Cecilia y Benjamín, dos padres fecundos en eso de parir hijos y amar a la Revolución.

Trabajo exquisito comprobaron ellos cuando por cuatro años recibieron desde el Congo noticias de esta hija. Trabajo exquisito comprueban desde algún sitio hoy en esa pequeña oficina de Atención a la Población en la sede del Partido aquí.

A esta hija por trámite le llegó la jubilación, pero desde una pequeña oficina con semejante seña eligió seguir correspondiendo “a través de la lucha y la fidelidad”. A los 73 se puede sentir como a los 27. A los 73 se puede conservar la energía que forja a los pinos nuevos.