CAMAGÜEY.- Ella es una mujer de relaciones estables. Desde 1993 está casada con Rafael y cuatro años antes ya le había confesado su amor a la organización de mujeres que crearon Vilma y Fidel. La lealtad es una de sus virtudes; la constancia, su método más efectivo de darse a los demás.
El vínculo de Maribel Domínguez Gómez con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) inició al graduarse de Técnico en Sistema Eléctrico Industrial. En la sede municipal de Camagüey completó el servicio social.
“Allí me iniciaron el proceso para ser cuadro profesional de la FMC. Recuerdo que por esos días estaba muy contenta, pues sería parte de una iniciativa que cambiaba las vidas no solo de las mujeres sino de sus familias. Me aprobaron el 15 de julio de 1989. Así comenzó todo”.
Desde entonces Maribel se ha desempeñado como instructora en el área de Previsora primero y en el distrito Cándido González después, secretaria del distrito Ignacio Agramonte, miembro del secretariado de trabajo comunitario y funcionaria ideológica de la provincia, cargo que ocupa hasta hoy.
“De cada lugar y de su gente aprendí mucho. Hacía preguntas, me pasaba horas en las comunidades escuchando inquietudes, aclarando dudas. Los problemas se resuelven así, en la calle. No me quedaba sentada en una oficina a la sombra y con ventilador; no, cogía sol y pasaba calor, pero ayudé cuanto pude y eso es lo más importante”.
A sus jefas en el municipio les agradece siempre. A Sofía, a Malvina, a Gloria y a Ofelia, de quien recuerda a diario cómo antes de acompañarla en los recorridos nocturnos le preparaba un plato de sopa calientica. “Sabía que era mi comida favorita y no sé cómo se las arreglaba, pero nunca me faltó. A ser buena gente y a preocuparse por los demás también te enseña la Federación”.
Y ella es una excelente alumna. Dicen en su trabajo que es la primera en llegar y la última en irse, que cuando las muchachas de municipios tienen tareas en la noche y no pueden viajar, su casa y su mesa crecen, que además de una madre es una enciclopedia y que cuando se trata de dar no tiene frenos.
“Amo mi trabajo, la Federación significa todo para mí. A las jóvenes les digo que no vean esto solo como un puesto laboral, sino como la oportunidad de ser mejores, de aportar, de ayudar. Ese, supongo, ha sido mi secreto y por eso hacer referencia a mi vida sin la organización es casi imposible”.
Trabajando aquí la muchacha de 21 años se hizo mujer, se casó y tuvo a su único hijo Xian Takechy. De él pudo contar poco. Los kilómetros que hoy los separan no la dejaron hablar tan fluido como hasta ese momento. Con un “nudo grande en la garganta” contó de los juegos del pequeño en la sede de Garrido, de lo tempranito que debían levantarse para llevarlo con ella al trabajo en bicicleta, de las veces que se dormía esperando que mami terminara alguna reunión…
“Quizás esos sacrificios solo sean conocidos por personas como yo, que le dedicamos mucho tiempo al trabajo. Lo cierto es que no todo resulta bonito ni fácil. Tengo la suerte de tener al lado a un hombre de los que respeta espacios, decisiones y por encima de todo me apoya”.
Maribel es el mejor vínculo entre la Federación de antes y la de hoy. Ha vivido tanto y ha hecho tanto que la consultan para casi todo. A sus 52 años confirma lo que hace tiempo dice por los pasillos: “Yo me quedo aquí hasta que haga falta, esta es mi casa, mi vida. Ojalá cuando me vaya me extrañen”. Y sí, en la FMC en Camagüey lo saben, se le va a extrañar y mucho.