CAMAGÜEY.- Lo conocí gracias a una tercera persona, digamos que casi por casualidad; y quizás porque la referencia venía de buena tinta y gente de confianza, aceptó amablemente a concederme una entrevista. No tuve que preguntar mucho, sólo escuchar a mi interlocutor que por su elocuencia parecía contarme una anécdota sacada de un libro más que una historia real.
Antecedentes tenía algunos, los mismos que cualquiera en este país; ¿qué cubano no conoce la historia de Arnaldo Tamayo Méndez?, aquel negro guantanamero que viajó un buen día al cosmos. Hasta los niños en la escuela aprenden del soviético Yuri Gagarin y también del cubano Tamayo.
Analizando su origen creo poder afirmar que el camagüeyano Héctor Navarro González nunca imaginó que llegaría ser el médico de un cosmonauta y mucho menos que estaría en sus manos semejante empresa. Hijo de una familia humilde, campesina y con ocho hermanos, poco pudo estudiar durante su niñez; tenía 10 años y aún no sabía leer ni escribir. Transcurrían los años en que la victoria de Fidel frente a la dictadura no se había concretado.
"Con la llegada de la Revolución supe que lo aprendido durante mi tardía enseñanza primaria, la secundaria y el preuniversitario me servirían para alfabetizar a otros. Logré estudiar medicina y en los platanales de Batabanó el entonces presidente Osvaldo Dorticós me entregó junto a otros jóvenes el esfigmo, el estetoscopio y la pluma al graduarnos como médicos militares, y por si fuera poco un "estímulo" de 45 días cortando caña".
Hacía la especialidad en cardiología en Santa Clara cuando recibe una beca de medicina de aviación en la Unión Soviética por más dos años en la Academia Médico Militar S.M. Kirov, donde uno de los profesores se interesó en darle clases de medicina cósmica.
"A mi regreso a Cuba pensaba que iría como médico para la base aérea de Santa Clara pero no ocurrió así. Pasé a ser el Jefe del Laboratorio de Medicina de Aviación y al mismo tiempo estuve a cargo de la comisión de esta rama en la capital.
Un buen día del año 1976 me citan a una reunión de la Defensa Anti-Aérea y Fuerza Aérea Revolucionaria (DAAFAR), y para mi asombro encontré allí a oficiales de alto rango en el país. Fue entonces que supe de los preparativos entre la Unión Soviética y Cuba para llevar a cabo un vuelo al cosmos".
Como era el único graduado en medicina de aviación con ese nivel en el país hasta el momento, se le entrega toda la documentación a partir de la cual se realizaría la selección y preparación de los cosmonautas.
"A las dos comisiones médicas que intervendrían en este proceso se les planteó que los seleccionados debían ser pilotos de aviación de combate de primera clase, pero como los de esta categoría eran muy pocos en todo el territorio se amplía hasta los de segunda y tercera y con todos ellos se conforma el primer grupo. Cuando arriba a la Isla la primera visita de la Unión Soviética para ver el trabajo de la comisión y verificar los exámenes realizados y los aspirantes que seleccionamos, se aceptaron nueve de los diez que habíamos propuesto, los cuales pasarían un periodo de entrenamiento de seis meses en la Base Aérea de San Antonio de los Baños, con una carga fuerte de preparación física, aspectos de medicina cósmica, astronomía, fisiología, además de que debían completar 50 horas de vuelo en aviación de combate".
Se eligieron hombres de las tres bases militares aéreas existentes en el país; de Holguín eran dos, seis de San Antonio y sólo Arnaldo Tamayo de Santa Clara; quien había sido propuesto a valoración individual por parte de los soviéticos pero ellos no lo eliminaron. "Cuando se proponía a valoración individual es porque tenía algún tipo de lesión o patología que en la lista de afecciones médicas que traían los soviéticos no se incluían como un impedimento grande que le incapacitara para volar".
Por supuesto, nunca se hablaba que estos hombres eran aspirantes a cosmonautas, siempre se decía que eran pilotos que se estaban preparando para hacer una transición a una técnica superior de aviación de combate, era la forma de mantener el proceso en secreto.
Durante la siguiente visita de la comisión soviética se determina finalmente que sean cuatro los pilotos que irían a la Unión Soviética para los exámenes médicos finales, de ellos tres fueron los seleccionados para hacer el entrenamiento en la Ciudad Estelar.
Fotos: Cortesía del entrevistado"El mejor físico lo tenía el Capitán Hugo Lorenzo Machado que era de Holguín, después estaba el Primer Teniente José Armando López Falcón, y en tercer lugar estaría Tamayo que estaba a valoración individual de los soviéticos por un pequeño problema en la vista que había tenido cuando era más joven, ya superado, y la presión arterial que no era muy estable; pero yo había estudiado en medicina cósmica que una vez que la persona se encuentra en estado de ingravidez su presión arterial prácticamente no sufre alteraciones. Defendí muy fuerte a Tamayo porque lo conocía desde hacía varios años en Santa Clara, era negro (sugerencia que había hecho Fidel) y además era el que mayor graduación tenía como piloto y era de un origen social muy humilde, una persona muy entusiasta, alegre y humano".
En aquel entonces no existían los avances médicos de hoy en día por lo que las pruebas eran muy difíciles y exhaustivas. "Recuerdo en una oportunidad durante la prueba de la centrífuga en Baikonur (mayor y más antigua instalación de lanzamiento espacial), una de las que se hacían a los aspirantes a cosmonautas para comprobar sus comportamientos con los cambios de gravedad, que Tamayo debía estar contraído como ocurre durante los vuelos, pero se relajó y la presión cayó bruscamente, aunque rápidamente volvió a sostenerse con fuerza, el resultado de la prueba, repetida sin problema alguno posteriormente, trajo consigo muchos debates en el seno de las comisiones médicas".
De regreso a Cuba la dirección de la DAAFAR solicita a los implicados en este proceso de selección y preparación, la opinión personal de quién consideraban que debía ser el que participara en el vuelo, y el médico Héctor Navarro no dudó en dar su criterio a favor de Tamayo.
"Estoy en Baikonur durante aproximadamente dos meses en la organización final del vuelo además de que con anterioridad debía ir periódicamente a revisar los resultados médicos. Cuando se realiza el examen estatal a las dos posibles tripulaciones, la de Yuri Romanenko y Arnaldo Tamayo, y la de Eugenin Grunov y López Falcón, ambas obtienen la máxima calificación, lo cual indicaba el nivel de preparación adquirido por todos ellos".
Una vez concluido el viaje al cosmos participa en el proceso de rehabilitación de los cosmonautas, y forma parte de sus recorridos por la Unión Soviética y toda Cuba.
"Mi participación en la preparación y selección de los cosmonautas significó mucho y a la vez nada. El verdadero héroe fue Tamayo, yo sólo cumplí con mi deber y llevé a cabo la misión que me encomendara el Partido, el Gobierno y las Fuerzas Armadas; fue una misión más de esas tantas que me han dado en la vida, pero con una significación especial. Me conformo con aspirar a ser un hombre como el que dice Confucio que debieran ser todos; un hombre con dos condiciones básicas, bondad y ética".
Pero algo dejó muy claro Héctor Navarro durante nuestra larga pero gratificante conversación: hay páginas de nuestra historia que merecen no ser olvidadas nunca, porque de lo contrario le estaríamos negando a aquellos que no tuvieron la oportunidad de vivir durante esos años, el conocerlas.