CAMAGÜEY.- Justo cuando se iniciaba el milenio, el equipo provincial de hockey sobre césped logró una meritoria medalla de bronce en su campeonato nacional. Hicieron falta 17 años para poder repetirla.
Durante este tiempo, y pese a tener en nómina a jugadores del Cuba, nuestro plantel faltó a varios torneos. Ahora no se presagiaba nada diferente, pues su base la conformaban atletas juveniles y cuatro profesores de la enseñanza deportiva; solo destacaba el defensa Darián Valero, actual subcapitán de la selección nacional.
Para colmo de males su calendario seguía una ruta en extremo difícil, enfrentando en las primeras fechas a los tres medallistas de la edición anterior: Ciego de Ávila, La Habana y Las Tunas. Solo después de su derrota de 3-1 ante los anfitriones –mucho más peleada de lo que refleja el marcador– los discípulos de Leonardo Camejo comenzaron a ser tenidos en cuenta. Las igualadas a uno versus La Habana (integrada por siete hombres de la escuadra de la Isla) y Las Tunas fueron las otras escalas del primer segmento, que luego continuó con la victoria sobre Santiago de Cuba y el armisticio con Villa Clara, que les garantizaba clasificar a semifinales en el cuarto puesto.
Con el pase a esa instancia parecía que los muchachos habían sobrecumplido; más aún, cuando debían enfrentar a los multicampeones avileños. Pero los camagüeyanos no creyeron en favoritismos y salieron a “comerse el mundo” bastones en mano. Ese fue el mejor choque del torneo, con un poético 0-0 que se decidió en tanda de penales a favor de los de la Tierra de la Piña. No obstante, en la discusión del bronce pasaron por encima de los hasta entonces subcampeones tuneros, 2-0, dando muestra de su garra y competitividad.
Los “locos de Camagüey”, como muchos les llamaron, lograron así regresar a la élite de un deporte que renace en las categorías inferiores pese a la escasez de recursos y otras desatenciones. Las claves de su hazaña: el liderazgo del capitán Darián Valero, la experiencia de los profesores que se les unieron, la combatividad de jóvenes como Yazle Puentes y Saúl Rubio, y el aporte de los refuerzos espirituanos Divian Rodríguez y Lázaro Tolón. Fueron esos algunos de los protagonistas, pero la victoria correspondió –y no es frase manida– a todos.