CAMAGÜEY.- La multitud enloquecida gritaba eufórica al compás de los golpes. Leyanis Rodríguez Betancourt, con 57 kilogramos de peso, aguardaba desde su rincón alguna flaqueza en la defensa perfecta de su oponente para patearle el estómago, golpearla hasta dejarla sin aire y largarse con su medalla de oro de vuelta a la Universidad de Camagüey (UC).

No fue tan fácil. Ella, estudiante de Licenciatura en Química Farmacia, enfrentaba a una atleta del “Fajardo” de la Habana. Las patadas llovían, su contrincante sabía hacia donde apuntar. El entrenador corría de un lado a otro como hormiguita nerviosa, gritaba, saltaba y aplaudía feliz. A uno de los ojos verdes de Leyanis la rodeó un monstruoso hematoma que le impediría luego asistir a la gala de premiación. Pero de la pelea salió victoriosa, con su “medallota" y el reconocimiento al mejor combate femenino de todo el evento.

Leyanis sería recordada como la primera medalla de oro de la UC en toda la historia de las Universiadas Nacionales. Nadie esperaba semejante resultado, pues, a pesar de su preparación en la EIDE Cerro Pelado y ESPA Inés Luaces de Camagüey, contaba con apenas dos turnos de Educación Física a la semana para dedicarle al karate.

Fernando Larrúa, quién había sido su entrenador anteriormente, se convirtió en su profesor de deporte en la UC, y le reprochaba sistemáticamente ausentarse a los entrenamientos. “Imagínate tú, la carrera no era fácil, muchas tareas, yo no tenía tiempo para nada. Entonces él se preocupaba porque no iba a practicar. Yo le decía ‘oye, al final la que va a coger golpes soy yo’”.

Como resultado de su victoria, perdió la identidad. Pasó de ser Leyanis, la de Farmacia, a convertirse en “La karateca”, sobrenombre que recuerda con cariño. Cuenta, además, que cada año le tocaba llevar la antorcha en la inauguración de los Taínos “incluso una vez con fiebre.

“Por mis resultados deportivos cuando me gradué fui escogida como la graduada más destacada en el deporte universitario. Conservo el papelito que me dieron. Luego de terminar esa competencia, entrené un tiempo en el equipo de primera categoría de Camagüey, pero ya fuera del contexto universitario. Lo dejé, y hasta el sol de hoy nunca más he tirado ni un golpecito.

“Pero esa no fue la única nacional. En el año 1997 fuimos a la Universiada Nacional que se efectuó en la Cujae, Habana. En semifinales perdí. En la discusión del bronce sí gané. Ocurrió antes de la Universiada Nacional que se efectuó en Camagüey, la de la historia que te conté”.

Aunque también fue dorada en los festivales de aficionados, conquistando el primer lugar en danza por dos años consecutivos, de su vida extraescolar en la UC la distinguió su habilidad en las artes marciales. Después de graduarse en 2001, Leyanis se hizo Máster en Didáctica de las Ciencias Naturales y ahora está terminando otra maestría, esta en agro-biotecnología, que tributará al doctorado como parte del su trabajo en el Centro de Bioplantas de Ciego de Ávila. De vez en cuando, la descubren, por esos ojos inconfundibles que antaño se mancharon de morado y verde por los golpes en la pelea. Aún con el nasobuco puesto, la dejan en evidencia frente a los muchachos de aquellos años, y alguno que otro se acerca con interés y le pregunta: “oye, ¿tú no eres la karateca?”.