La Revolución triunfante del Primero de Enero de 1959, liderada por Fidel, cumple sesenta y dos años. Desde el principio mismo, en que se vio obligada a tomar medidas radicales contra el depuesto sistema pro imperialista, siempre mostró su apego a favor del pueblo.
Universalizó la educación y la salud pública, gratuita para todos los cubanos, favoreció el cumplimiento del derecho de poseer una vivienda con la Ley de la Reforma Urbana, otorgó a los campesinos desplazados de la tierra el título de propiedad para explotar ese imprescindible recurso natural, donde se crean riquezas.
Ahora, en medio de la estrategia económica que acaba de implementar el ordenamiento monetario, contra todo pronóstico pesimista que los enemigos de la Revolución tratan de arraigar en la sociedad, de descrédito de esa Tarea, el Gobierno Revolucionario, siempre atento al pueblo, redujo las tarifas eléctricas y el precio del gas licuado, rectifica los precios de varios alimentos, ratifica la autonomía de las administraciones locales para disminuir estos y explica de primera mano, a través de sus Ministros cada decisión y cada argumento.
Es una clara demostración de lo expresado, en diferentes ocasiones, por el General de Ejército Raúl Castro, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, sobre la necesidad de mantener los pies y los oídos pegados a la tierra.
Los adversarios de la Revolución quedan desnudados con sus falacias, mientras el pueblo recibe con beneplácito el anuncio de las rebajas o las explicaciones exhaustivas ofrecido por el espacio televisivo Mesa Redonda.
Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República, en la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular fue preciso: “Seguimos con interés y respeto las preocupaciones de la población. Se revisará lo que haya que revisar y se corregirá lo que deba y pueda ser corregido”.
En consecuencia, con las muestras de comprensión que la dirección del país ofrece, corresponde al pueblo una cuota mayor de responsabilidad para no malgastar recursos y hacer un uso racional de los recursos, en especial la energía eléctrica.
En lo personal, conocemos ejemplos positivos de vecinos que se esfuerzan al máximo para emplear de manera eficiente los electrodomésticos con acciones tan sencillas como abrir pocas veces los refrigeradores; y otra viviendas que según anochece parecen arbolitos de Navidad sin que ningún morador ande cerca de donde las luces y los equipos permanecen encendidos innecesariamente.
No debemos subvalorar todo lo que podemos hacer en nuestros hogares y centros laborales para que la Tarea Ordenamiento rinda sus frutos.
Y otra de las peticiones importantes que nos han hecho las autoridades a la ciudadanía es que estemos alertas y denunciemos cualquier violación o arbitrariedad que se cometa en el vital proceso que llevamos a cabo y en el cual, pueblo y Gobierno, indisolublemente unidos, saldremos nuevamente victoriosos.