CAMAGÜEY.- Un alerta temprana sobre la temporada ciclónica que se inicia hoy primero de junio acaban de circular los especialistas del Instituto de Meteorología quienes, en coordinación con el Estado Mayor de la Defensa Civil de Cuba, exponen sus pronósticos sobre lo que podría suceder en un período ya complicado ante la innegable repercusión de los cambios climáticos que nos están geotransformando el país.
Para los próximos seis meses junio – noviembre del actual 2023, se espera la presencia de una temporada ciclónica aparentemente normal con la presencia de once tormentas tropicales, cinco de las cuales podrían convertirse en huracanes, o sea, algo más del 45% de los mismos. De ellos siete se formarían en el océano Atlántico, dos en el golfo de México y otros dos en el mar Caribe, con una mediana posibilidad de ser impactado por uno de estos eventos, aunque advierten los expertos que mucho depende de la influencia del evento del Niño,Oscilación del Sur, ENOS.
La situación del archipiélago cubano, si bien es privilegiada en el clima que le envuelve, incluyendo entorno marino, temperaturas y dirección de los vientos, tiene la siempre presente amenaza de ser crucero de la influencia que nos llega tanto del Caribe como del golfo de México. De allí las incidencias de este sistema atmosférico que en el océano Pacifico tropical impacta sobre el clima mundial con una duración de nueve meses a dos años, presente como promedio cada cinco años en sus manifestaciones de inundaciones, sequías, y otras perturbaciones naturales al originar la elevación o disminución de la temperatura de la superficie de las aguas del Pacifico ecuatorial. La geografía de Cuba no está exenta de ese influjo.
En octubre de este año, justo en el centro de la próxima temporada ciclónica, conmemoramos el 60 aniversario de uno de los mayores desastres naturales de Cuba, el huracán Flora; con un saldo de más de 1 100 fallecidos, 10 000 casas destruidas y otras 20 000 afectadas, más 175 000 personas evacuadas.
A pesar de su mala sombra, el Flora impulsó nuevos capítulos en el enfrentamiento a estas temporadas; la organización de la Defensa Civil y el programa de la Voluntad Hidráulica, elementos claves para palear a desastres naturales y tecnológicos, protección de áreas vulnerables y diseñar estrategias con cada temporada ciclónica, cuya presencia repercute en regiones que la tala indiscriminada, la explotación de los mantos acuífero y las perdidas sin medida de la tierra cultivable nos encaminan a una silenciosa geotransformación que hoy es causas de sequías agrícolas, ausencia de bosques y la escasez de agua, capítulo este último cada vez más dramático en Cuba.
Los cambios climáticos impulsan el aumento de las tormentas transitando en el entorno de nuestro país, haciendo los períodos cada vez más activos, incluso con la anomalía de tener mas de un huracán al mismo tiempo o cercanos con iguales trayectoria. Según crónicas, desde el 1800 a la fecha este fenómeno se había presentado solo en tres oportunidades. En el 2008 Ike y Paloma tornaron a repetir trayectorias, solo que en sentido inverso
Nuestro país posee una adelantada “cultura ciclónica” que el desarrollo del Centro de Pronósticos del Instituto de Neurología y el Centro de Dirección del Consejo de Defensa Nacional para situaciones de desastres ha cultivado con las oportunas orientaciones para las fases y las medidas que deben cumplirse en Cuba, de acuerdo al movimiento de estos fenómenos atmosféricos, ha establecido las fases Informativas. Alerta y Alarma a fin de ejecutar de manera gradual y oportuna las medidas de protección a la población y la economía.