CAMAGÜEY.- Pluralidad de mujeres pueblan el ámbito rural en la provincia de Camagüey, como en toda Cuba. Más allá de la producción del campo, que sigue siendo necesaria y a la cual se incorporan de un modo u otro, en ese espacio “intrincado” conviven desde las más empoderadas: propietarias de tierras, usufructuarias o dirigentes en diferentes bases productivas; las que se encargan del huerto, el ganado menor o las aves de corral; hasta las amas de casas (de diferentes edades) que siguen atadas al patrón machista y no poseen ninguna independencia económica.
En ese ámbito cobra mucha importancia la labor que realizan la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Una alianza que trabaja por empoderar a todas las féminas y por sensibilizar a las familias en temas de equidad de género. En Camagüey en la actualidad suman 256 brigadas FMC-ANAP, con unas 6 000 integrantes, dentro de las cuales se incluyen propietarias de tierras, usufructuarias, apicultoras, cooperativistas, trabajadoras, familiares de campesinos y residentes en las comunidades.
Según explicó a Adelante Yodelkis Fajardo Orihuela, secretaria general de la FMC en la provincia, uno de los principales desafíos que asumen es que en las comunidades rurales --casi todas dispersas e intrincadas-- existen muchas que no tienen una fuente de empleo, las cuales necesitan y quieren trabajar.
“Tenemos la responsabilidad de ayudarlas en ese sentido. En Sierra de Cubitas se logró la conformación de una brigada de 13 macheteras para el desmonte de marabú y en Esmeralda un grupo se dedica a la recolección de materia prima y confección de escobas artesanales. Trabajamos además en incrementar el movimiento de criadoras y ordeñadoras de chivas en todo el territorio, con más fuerza en Nuevitas y Jimaguayú. Pero son solo ejemplos, hay que hacer mucho más por ellas y movilizar a todos los factores de la comunidad”, insistió.
Según comentó Fajardo Orihuela en el espacio de las brigadas las mujeres debaten temas que les preocupan tanto del entorno familiar como de su comunidad. Las moviliza en el trabajo social en la atención a ancianos solos y a familias disfuncionales; en el rescate de tradiciones campesinas y elaboración de manualidades. Reconoció el papel de este movimiento en la confección de nasobucos durante la pandemia de la COVID- 19, en el apoyo y cuidado a grupos vulnerables y en el movimiento productivo Siembra tu pedacito.
La dirigente reconoció que aunque es indudable que muchas féminas han alcanzado una mayor autonomía económica, que estudian y se superan, en el ámbito hogareño, en el compartir los quehaceres domésticos, muy poco se ha avanzado. Ambas organizaciones, tanto la ANAP como la FMC tienen que continuar abogando por lograr una mayor equidad de género, porque, aun con todas las políticas del Estado Cubano dirigidas a la igualdad de oportunidades, persiste discriminación y los prejuicios sobre las capacidades y el rol de la mujer, acentuados mucho más en las zonas rurales.