CAMAGÜEY.- Conversamos telefónicamente con tres de los pacientes positivos a la COVID-19 que reciben atención médica en el hospital militar Octavio de la Concepción y la Pedraja, de esta ciudad. Sus voces, a ratos entrecortadas por el llanto o el nerviosismo, tienen la carga de realismo que necesitamos escuchar en este momento.

I

El taxi de Ovidio Basantes significa algo sagrado: el sostén de su familia. Por eso pocos imaginaron que transportara en él tanto peligro en días pasados, pero gracias a las alertas en la prensa él tomó buenas decisiones. “En mi trabajo tuve contacto con varios grupos de extranjeros y como sentí un poco de dolor de garganta fui al hospital. Enseguida me catalogaron de sospechoso y me aislaron. Todavía pienso en lo bien que actué al acudir rápido al médico, algo se me alumbró. En Ciego de Ávila me hicieron la prueba y cuando di positivo me remitieron para Camagüey en la madrugada del pasado domingo”, nos contó.

Fotos: Cortesía de los entrevistadosFotos: Cortesía de los entrevistados

Varios de sus familiares se mantienen en aislamiento, pero él está al tanto de todos. “La que más me preocupa es mi mamá, que tiene un poco de reforzamiento en los pulmones, pero ya la están medicando. Mi gente se siente más tranquila porque les comento de la profesionalidad con que me han tratado aquí. Este equipo que nos atiende es lo máximo, muy rigurosos y a la vez nos tratan con mucha familiaridad”.

“Quiero transmitir un mensaje claro, esto no es un juego. Yo estaba al tanto de todo y me cuidé, pero el virus se contagia muy rápido. Los clientes cubano-españoles que transporté hasta el aeropuerto internacional de La Habana casi no tuvieron contacto conmigo. Por favor, cuídense y protejan a sus familias”.

II

En una ruta parecida, la de Cayo Coco-La Habana, el ómnibus de la empresa Transtur que conducía Israel García también se convirtió en un foco. Él nos cuenta que “después de hacer escala en Villa Clara una turista alemana comenzó a estornudar detrás de mí y alerté a la guía, pero finalmente terminamos el viaje hasta el aeropuerto y ese grupo regresó a sus países. Cuando volví a mi casa en Florida ya venía sintiéndome mal y acudí voluntariamente al médico para no poner en riesgo a mi gente. Enseguida fui trasladado hacia el hospital para mantenerme en vigilancia tres días, pero luego me remitieron a aislamiento domiciliario. En la casa volvió el malestar y entonces nos remitieron al “Militar” a mí, a mi mujer y una de mis hijas y cuando nos hicieron la prueba dimos positivo.

“Ojalá en todos los hospitales estén trabajando como aquí. Se sigue la disciplina necesaria para estos casos. Ellos mantienen una vigilancia extrema con nosotros para suministrarnos los medicamentos como indica el protocolo. Yo estuve muy mal, con fiebre alta, tos, dolor de cabeza y temblores, pero ya me siento mejor. Ya estoy viendo la luz y mi hija y mi esposa también están estables.

Apreciando la oportunidad de hablarle al pueblo, Israel eleva el tono para aconsejar. “Por favor, manténganse en su casa y vayan al médico si tienen síntomas, enfrentamos un enemigo invisible, silencioso y letal. Aunque fui disciplinado, por mi causa hay muchas personas en riesgo del reparto Argentina, en Florida. Tomen esta experiencia y dejen la bobería. Lo único importante es la vida, no los viajes o andar por la calle”.

III

El caso de Nairobi, una cubana residente en Estados Unidos, demuestra lo vulnerables que somos ante esta amenaza. La joven, que pidió mantener el resto de sus datos personales en la confidencialidad, viajó el pasado día 15 a La Habana desde el aeropuerto de Fort Lauderdale y nos cuenta que no tiene idea de cómo adquirió la enfermedad. “Desde que salí de mi casa y durante todo el viaje tomé las medidas de prevención al extremo...