CAMAGÜEY.- Hoy el periódico no me alcanza para comentar con las líneas que merece el XXX Salón de la Ciudad, como elogio al esfuerzo de muchas personas, a las ideas de curadores que dan para unos cuantos debates, y al aliciente en las obras de nuestros valiosos artistas.

Fueron once las exposiciones alineadas como los astros ante una convocatoria con energías buenas por el regreso a la galería Alejo Carpentier. Ese es el lugar entrañable para muchos creadores, el sitio donde comenzaron a mostrar sus hallazgos, que fue vientre y abrigo para el Festival Internacional de Videoarte de Camagüey, he ahí la razón para dedicar una noche a FIVAC en movimiento, diez años después.

También el Museo Provincial Ignacio Agramonte ha sido un espacio querido, con la gran diferencia de la jerarquía en asuntos de la consagración, porque un artista que entra a su patrimonio se queda como tesoro de la memoria cultural del Camagüey. Por eso el programa empezó con Joel Jover celebrando 50 años de pintor con Rarities, en la segunda planta donde se exhibe parte de la amplísima colección de arte cubano. Y casi cerró allí con Oblivion, un concierto cromático de Elpidio Huerta en la sala transitoria a la entrada del inmueble.

La Galería Fidelio Ponce de León abrió paso a En cuerpo y alma, novedosos dibujos con el pulso de Joel Besmar, quien desde lo austero de la sanguina y el grafito sobre papel representa con prodigalidad las urgencias del cuerpo y el libro para una humanidad con futuro.

Otra propuesta de ruptura en su andar ofrece Ileana Sánchez en la galería República 289, a través de Todos somos iguales, que señala la violencia de género en cuadros de gran formato pintados sobre sábanas. Denuncia males de la sociedad contemporánea en el sentido de la vindicación humana por la que también llama la atención la fotógrafa Anelí Pupo, invitada de Guantánamo a traer Manual de la artista para La Nueva Musa, en la biblioteca provincial.

Para seguir de paseo se añaden Tengo…, colectiva en la galería Julián Morales; la Muestra de Arte Joven, en la sede de la Asociación Hermanos Saíz y Ciudades patrimoniales II, de Bienvenido Letford en el espacio Nicolás Guillén de Adelante. Esta última no consta en el programa oficial pero forma parte de las metas de un artista en diálogo con celebraciones de febrero.

De alto vuelo y de excelentes manos se precia la galería Larios con 3D Plus, colectiva de escultura a partir de la idea de Nelson Miranda, maestro al que mucho se debe el entusiasmo por lo volumétrico en alumnos de la academia Vicentina de la Torre, quienes en su escuela ya exponen con Forma.

Del evento en general, lo deslucido para mí fueron los segmentos de intercambio teórico, por la ausencia de artistas, estudiantes, especialistas y funcionarios de instituciones culturales, pues mucho de lo que se habló, quedó entre pocas personas que no deciden ni pueden impulsar como quisieran los procesos de la creación.

No se me va de la cabeza la mañana en la que el crítico y curador Pavel Barrios dijo que “existe vagancia y pereza intelectual en la producción de los artistas”. Pero allí no había un artista dispuesto a confrontar argumentos. Él mismo, después de insistir en la tendencia a la espectacularidad del arte hecho para el salón, sugirió perfeccionar la convocatoria, la definición del proyecto curatorial, y generar proyectos asociados e invitados para evitar exclusiones.

Yo pienso que al XXX Salón de la Ciudad no le sirvió el sayo crítico de la obra de laboratorio que falsea la producción cotidiana. Al menos este año, no. Se confirma en las muestras, en el retorno de los consagrados al circuito de exposiciones, en los cientos de espectadores al tanto de las aperturas, y en la sed y en la alegría de la “Alejo Carpentier”, pues estuvo cerrada cinco años.

Los premios marcan la continuidad de la historia de esta galería fundada hace 40 años, y por tanto, la vida de resonancias que comienza para el ganador del primer lugar, un cartero devenido carbonero que en los ratos libres se dedica a pintar; y también para los estudiantes y jóvenes admitidos y alabados. No por gusto el director Eloy Almaguer calificó su lugar de hermoso con mucha espiritualidad y que celebra la tradición y el legado artístico del Camagüey.

Ahora me entiende usted por qué yo digo que no tengo espacio. Sin embargo usted sí puede dedicarle todo el tiempo que merece el arte verdadero.