CAMAGÜEY.- He vuelto sobre las páginas de un libro fundacional en el sentido exacto de la investigación histórica-económica. Me refiero a Las venas abiertas de América Latina, que cumple cincuenta años de su primera edición, por Casa de las Américas, después de alcanzar mención en el concurso literario de esa institución en 1971. La primera vez que lo leí, por marzo y abril de 1972, cuando cursaba estudios en la Universidad de La Habana, quedé deslumbrado por la abundancia de la información que ofrecía, por lo bien escrita que estaba la obra y por la enseñanza que me dejó a partir de ese momento.

Vale decir que es un texto en el que su autor, Eduardo Galeano, no solo se gastó el tiempo indagando en el dato estadístico preciso, hurgando en los intríngulis de la madeja de dominación a la que fueron sometidos por años los pueblos al sur del río Bravo, sino que hace una reconstrucción histórica que merece ser leída una y otra vez por aquellos que repiten como papagayos las historias oficiales inventadas para justificar los cuándo, y los por qué en el que los políticos o grupos de poder obtienen el dominio sobre los demás. Inclusive, también está la postura de los entes dictatoriales impuestos por el imperio norteamericano, y por aquellos otros que una vez se engulleron las tierras sudamericanas, ya fueran venidos de España, Portugal, Reino Unido, Holanda, etc.

Galeano, prestigioso escritor en el sentido amplio del término, pues no quiso nunca ser encasillado en si era ensayista, historiador, poeta o periodista ─que todo lo fue, como pocos pueden ufanarse de ello─, escribió esta obra magna a partir de interrogantes planteadas en torno a lo que aconteció o estaba sucediendo en estas tierras en esos años convulsos narrados por él, en los que entre otros aspectos que se habían producido en el mundo tras el triunfo de la Revolución cubana, o la revuelta del Mayo parisiense en 1968, o los destellos del Pop, o los asesinatos de Kennedy y de Martin Luther King, o la guerra en Viet Nam; así como la propagación de las guerrillas en América Latina, el viaje del hombre a la Luna, la Primavera de Praga, el boom literario, el auge de la TV, la descolonización de países africanos, la guerra y hambruna en Biafra, la construcción del Muro de Berlín, los trasplantes del corazón, la muerte del Che en Bolivia, entre otros sucesos de relevancia en esos años de la década del sesenta, considerada por no pocos como la prodigiosa.

Por ello, Eduardo Galeano, no quiso detenerse a construir otra historia oficial en este caso de los vencidos supuestamente, o de los desposeídos, sino que aspiró y logró esclarecer, eso sí, diferentes momentos de la historia que merecían un juicio certero en lo analítico para recalcar el entorno que los rondaba matizado por un amplio registro cultural, más allá del elemento referente regido a tenor de una actitud política determinada.

De ahí la importancia del libro, que ha gozado de múltiples ediciones en el mundo, y que en nuestro país va por tres, lo que denota su trascendencia por corroborar la necesidad de estudiar y analizar en detalles las contingencias, que llegan hasta hoy como signos de todos los tiempos, de estos sufridos pueblos. Invitamos a los lectores a sumergirse en la lectura de estas páginas, con la certeza que no solo recibirán una clase sobre historia, politología, antropología, relaciones sociales, el devenir económico y los conflictos políticos acaecidos, denotando, desde luego, la participación de los individuos con sus pretensiones y actos en los sucesos acontecidos, opacadas a veces por algunas tendencias investigativas, lo que le resta así rigor a esas pesquisas que resultan imprescindibles, como ha revelado Galeano.

En todo caso, disfrutarán de ese conocimiento amplificador de su autor, combinado por la encantadora prosa y sapiencia que lo acompaña, y de la proyección cultural que es capaz de transmitir en sus páginas; amén del ribete histórico que corteja a esta obra como curiosidad, a partir del gesto del presidente venezolano, Hugo Chávez, cuando en una de las sesiones de la V Cumbre de las Américas, en Trinidad Tobago, en abril del 2009, y a la cual no fue invitado nuestro país, se levantó de su asiento y se dirigió a donde estaba el presidente estadounidense, Barack Obama, y le obsequió un ejemplar del texto traducido al inglés para que conociera mejor nuestras realidades latinoamericanas, cosa por demás inesperada y sorprendente para todos los presentes.