CAMAGÜEY.-Hay amistades que desafían la lógica, que derriban todas las barreras, que demuestran que por encima de las diferencias, incluso de especies, se pueden compartir buenos sentimientos. Hay amistades increíbles, como las que florecen en el Parque Zoológico de Camagüey.

A Pequi le gusta pasar tiempo con Juan y a él con ella. De vez en cuando salen a dar un paseíto por el zoo ubicado en el Casino Campestre, su casa. Juan confía en la primate, por eso no se impacienta cuando se le suelta de la mano. Sabe que no hay peligro.

“Le encanta que la acaricie —asegura el cuidador. Se queda tranquila para que le rasque las orejas y el lomo y me enseña los dientes cuando se lo pido”. ‘¿No es verdad vieja?’, le pregunta girando el cuerpo en su dirección, y le responde con un extraño sonido de carcajada gutural que suena a sí rotundo. Juan le devuelve una sonrisa.

“Somos amigos hace varios años, desde que trabajaba en mantenimiento y ayudaba a los técnicos a alimentarlos. Es la única ejemplar de babuino sagrado en la instalación. Cuando llego en las mañanas y me escucha da un grito, yo sé que es para saludarme”, cuenta Juan Estrada Rodríguez.

Niña, la jutía conga, también le roba los afectos a este “encantador de animales”. Lo espera a la puerta del recinto cuando lleva la comida y una vez dentro no le pierde ni pie ni pisada porque presiente, al parecer, que tiene en la iguana Macho un rival de cariños.

Rafael David Savido González ya suma 15 años lidiando con animales “salvajes”. Con tono de quien no hace nada extraordinario describe cómo limpia cada sábado el estanque de los cocodrilos. También se enorgullece de la buena reproducción que logran las jicoteas en su pequeño espacio. Mas, entre todos prefiere los leones. “Es verdad que son peligrosos pero me gustan, además, ellos identifican el zoológico”.

Con Yago no se relaciona como con el resto de los felinos. Son más cercanos. Cuando Rafael se acerca con la manguera a limpiar la jaula, juguetea con ella como si fuera un gato grande que se entretiene con una bola de estambre. El cuidador aprovecha y lo acaricia. Disfrutan los momentos juntos. “Ojalá que todos fueran buenos como él. Sí creo que me conocen, cuando les hablo o les chiflo levantan la cabeza o vienen a mi encuentro, pero solo acaricio a Yago. Me gustaría poder hacerlo con las leonas también pero esas no entienden, no se dejan tocar por nadie”.

El complejo del Parque Zoológico de Camagüey durante el verano permanecerá abierto al público de lunes a domingo de 9:00 a.m. a 4:45 p.m. Dentro de sus principales atractivos se mantienen los espectáculos con artes escénicas y las fotos con animales de la colección.

Manuel es un personaje en el lugar. El pequeño macaco rabón, de un año y cuatro meses de edad, ha conquistado muchos amigos, algunos del público, otros entre los trabajadores. Por estos días sumó a su colección otro corazón, el de Yulienis Ramírez Rodríguez, quien estudia técnico medio en Medicina Veterinaria en el instituto politécnico agropecuario Mártires de Pino III y las prácticas laborales la “arrojaron a los brazos” del simio.

Ella es de pocas palabras, mas lo acompaña —correa mediante— en sus travesuras por las diferentes áreas del parque. Él por sí solo significa un espectáculo. “Al principio resultó difícil manipularlo porque nunca se había sacado de la jaula pero ya no —cuenta mientras el pequeño disfruta de una tajada de mango. Ya se porta bien. Le gusta que lo paseen y a mí la cara de los niños cuando lo ven”.

Yulienis lamenta el tiempo que estará lejos de Manuel cuando en septiembre inicien las clases, pero asegura que volverá y le encantaría, cuando llegue la hora, trabajar en el Parque Zoológico.

Antes del verano de 2019 Zorgen Ramírez Hernández llevaba pocos meses como secretaria en la dirección.

Como le gustan tanto los animales se ofreció para entrenar a una monita, y sacar de sus jaulas a un cocodrilo y a los majás Santa María con el fin de que pudieran hacerse fotos con ellos. Desde entonces, ella es “la muchacha de los majás”.

“No me da miedo manipularlos. Trabajé además con Cuqui, una monita. Le tengo mucho cariño, la visito y le llevo comidita. Es lindo trabajar con los animales, agradecen mucho el afecto que se les da y pueden llegar a ser tus amigos, por increíble que parezca”.