CAMAGÜEY.- Yunelkis Rivero Mayedo parece delgada y menuda, pero dentro le habitan muchísimas voces, como si hablara y por la boca salieran personitas. Yune, así le llaman sus amigos, dirige la finca Dos hermanos en Jimaguayú y trabaja como económica en la CCS Evelio Rodríguez de ese municipio camagüeyano.

“Nuestra producción fundamental es la leche y la carne, aunque tengo pensado comenzar a sembrar hortalizas y viandas para el autoconsumo familiar. Terminamos el 2022 con una entrega de 26 mil litros de leche, superior al año anterior y en cuanto a la producción de carne, sumamos más de seis toneladas para la industria, además de la venta directa a la población y a empresas, de los beneficios de las 63 medidas”.

“Dos hermanos” ha crecido muchísimo, a la par de su lideresa, quien también se encuentra al cuidado de su mamá y construyó una casita mejor para ambas. La finca pudiera ser la imagen de un antes y un después muy marcados, también Yune; aunque todos sus logros no son tangibles como la leche y la carne.

“Desde que comencé mi vida laboral estuve vinculada al sector agropecuario, e inicié en esta labor en el 2018. Siempre quise tener ganado mayor, podía parecer un trabajo complejo, pero yo sabía que podía. Entonces pedí mi modesto pedacito de tierra, para aportar de manera más directa a la alimentación y la economía de mi familia y mi país. Empecé con ocho vacas y tres carneros; y ya tengo 116 ejemplares de ganado vacuno; comencé con tres carneros y ya cuento 68. Cuando trabajas duro, la tierra y los animales te devuelven el sacrificio”.

Yunelkis se ha insertado en diversos proyectos para contribuir a la seguridad alimentaria, como Prodegan, Basal y actualmente pertenece al proyecto Caproca.

“Este me ha dado herramientas y conocimientos, mayor resiliencia ante el cambio climático, con especialistas muy preparados en los talleres de capacitación. Además, hemos formado una gran familia para compartir saberes. He aprendido mucho sobre agroecología, fundamental para una finca resiliente. Por ejemplo, en mi finca cuento con cercas vivas; tengo ocho hectáreas de bosques forestales, los cuales se protegen y se mejoran; se manejan los desechos sólidos y líquidos del ganado para el abono orgánico y en los próximos días, gracias al proyecto, instalaremos un biodigestor para procesar la excreta de los cerdos y generar gas para cocinar. Además, sembramos el alimento del ganado para el período seco y sobre todo, cultivos resistentes a la sequía, que es nuestro mayor obstáculo”.

Su voz es plural porque en sus palabras van todas las mujeres rurales juntas. Pero no solo dice, también hace a través de su Comité Local de Género en la cooperativa y de los proyectos que impulsa en la comunidad para contribuir al liderazgo y empoderamiento femenino.

“Formamos parte de un contexto muy machista, donde la mujer queda excluida de las actividades, se nos discrimina y no nos escuchan en determinados espacios. Ese problema está arraigado en la sociedad patriarcal que vivimos, es lo que nos enseñan, y una realidad a transformar. Uno de los temas del proyecto CAPROCA que más me gusta es que se defiendan abiertamente, con acciones concretas, los derechos de las mujeres. Yo me considero una defensora de esa causa y siempre que pueda apoyar, lo haré.

“Soy mujer, soy ganadera, soy líder de mi finca y soy económica de una cooperativa; por eso me defino como una mujer valiente, emprendedora e incondicional con las personas que me rodean”. Así se califica Yunelkis, quien se pone nerviosa ante la solicitud de definirse a sí misma, pero luego reflexiona y habla con seguridad.

Aprendió a gestionar su tiempo, su dinero, su vida; los estereotipos y los prejuicios la persiguen, pero deben hacerlo mirando hacia arriba, porque cuando una mujer pequeña como Yune siembra unas botas de goma en el suelo y entre las vacas, crece ante la inmensidad de su finquita. Entonces, le sale la voz hasta por los poros y se multiplica hasta abarcar el espacio enorme de su voluntad y sus sueños.