JIMAGUAYÚ, CAMAGÜEY.- Leodanys Marrero Núñez ya pasó hace una década los 30 años; edad en que según los psicólogos en Cuba, se cierra esa etapa añorada que es la juventud. Mas fue en ese período pródigo de la vida que afincó definitivamente rodilla en tierra.
“Un día mientras hacía guardia, cumpliendo el Servicio Militar me puse a pensar ‘y ahora qué hago cuando salga de aquí?’. La situación en casa estaba ‘dura’ y solo tenía 9no grado de escolaridad. Terminé en 2001 y decidí criar gallinas y carneros. Con ayuda de mi papá limpiamos un pedazo de tierra que quedaba pegado al patio de la casa. Llenito de marabú que estaba. Poco a poco fuimos ampliando y comenzamos con la cría de carneros. Entonces llegó el Decreto-Ley 259 y pedimos ese pedazo que ya teníamos produciendo y con buena suerte me la dieron en usufructo”.
Así nació la finca La Majagua, en El Guayabo jimaguayuense. En buena hora para él y su familia y para la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Evelio Rodríguez, que tiene en este joven un referente del esfuerzo y el buen hacer.
“Pa’lante fuimos. Pedimos un crédito y compramos vacas. No nos fue muy bien. Después cebamos 20 búfalos, luego toros y ahora lo que tengo son vacas. En esto pienso quedarme”.
Por sus resultados, la CCS le dio la posibilidad de adquirir hace poco más de un año un ordeño mecanizado.
“Tuve que trabajar duro para poder instalar el equipo de dos posiciones. Adelantaba el ordeño y el resto de las labores en la finca para pegarme hasta tarde. Lo hice casi todo solo, picar las piezas, soldar y echar el piso, mi papá me alcanzaba los materiales. También tuve el apoyo de la cooperativa. Le puedo asegurar que el esfuerzo valió la pena. Antes me tenía que levantar a las 4:00 a.m,. ahora puedo descansar un poquito más. Me despierto a eso de las 5:00 a.m. porque me gusta que cuando esté aclarando ya tenerlo todo baldeado pa’ irme a arar con bueyes, echar cerca y molerle comida a los animales”.
“Esto es otra cosa, mucha más higiene para la leche y para uno, que ni me ensucio la ropa. Con un aparato de estos ahora lo que hacen falta son vacas. Yo quisiera que todos los campesinos pudieran tener uno para que puedan producir más”.
Forman su rebaño 58 reses. Con ellas logró acopiar y entregar a la industria en el 2018 más de 20 mil litros de leche.
“Además tengo carneros, puercos y las aves, que las atiende mi mamá. Todo para el autoconsumo, al igual que la siembra de plátano y yuca. Cuando hace falta entrego también a la CCS”.
“Yo empecé joven, pero reconozco que son pocos los muchachos que se deciden por producir alimentos. Ellos ven más beneficios en el carbón, pues se paga mejor que a los obreros agrícolas. La fuerza de trabajo es un problema en el campo y hay que pensar en cómo vincular a los más nuevos al trabajo con la tierra. Hay mucho marabú que tumbar y mucha comida que producir”.
“Al trabajo lo que no se le puede tener miedo. Mire lo bien que me va a mí. Estoy contento y he visto los resultados. Me metí en esto de fresco, porque en mi familia nadie es ganadero. Si hay algo que he aprendido en estos años es que para tener éxito en la agricultura, como en las otras cosas de la vida, hay que dedicarse, ponerle cultura y deseos”.