CAMAGÜEY.- Si usted no sabe qué es un meme, entenderá rápido. Mire la imagen de fondo negro con letras blancas que grafican este comentario, o más bien, tiran a relajo un asunto muy serio: la familia a las puertas del nuevo curso escolar.
Un meme está hecho de verdades sin oídos oficiales receptivos, pero dichas con un giro humorístico. Ese tono de broma lo convierte en sustancia fácilmente volátil por Internet. Además de texto, también puede incluir fotos o videos.
Desmenucemos este choteo con el francés Albert Camus, filósofo del existencialismo, es decir, de un cuestionador del sentido de la vida por verla como sucesión de acontecimientos inútiles y absurdos en el destino del hombre. Hijo de emigrantes argelinos, no pudo terminar la universidad porque enfermó de tuberculosis, pero si no hubiera estudiado nada de nada, jamás hubiera escrito obra valedera y ganadora del Premio Nobel de Literatura.
El señor Camus merece un abordaje mayor, pero aquí estamos por la segunda línea del mensaje, con el supuesto mandato de su mamá, un retrato sarcástico frente al pasaje a lo desconocido de cada septiembre.
Claro, media y conecta un código cultural. Tiene pinta de cubano el autor de la ocurrencia, aunque aplica más allá de nuestro contexto al erigir el altar a la voz de la madre desesperada en el ciclón del verano, siempre con categoría máxima.
Hay hogares en desgaste. Padres angustiados porque no pudieran sacar de paseo a sus hijos. Niños con ganas de un chapuzón en la playa. Abuelos, tíos, primos deseosos de reencontrarse como en vacaciones de otro tiempo. No se pudo. Quedan pendientes los planes para abrir capítulo a la otra urgencia.
En la recta final antes del inicio del curso, mucha gente exprime el salario y/o el ahorro para la carrera más difícil: la apariencia. Topas en las redes las cuentas de miles de pesos gastados en mochilas, zapatos, jabas, libretas... Ya lo útil no funciona igual sin lo soso, es decir, la marca de moda que alimenta el narcicismo y la arrogancia. Sea copia u original, ambos te lo venden como la calidad en grado sumo.
Desde la casa todas las energías y la responsabilidad parecen concentradas en ese primer día, y de ahí, la escuela responsable de todo empezando por entrar por el aro al chiquito falta de respeto, ah, y que procuren no le roben el celular…
Este lunes también volvió al aula ese dilema alentado por las pugnas de poder, la hora difícil para el que regresa con la misma mochila, los zapatos viejos y sin merienda.
Lo que viene se nos antoja un déjà vu. Coincidiremos en la sensación de haber vivido eso. El pasado curso fue complejo. A pesar de todo, incluso de la ausencia de maestros, no faltó la lección ni la tarea.
Cambio de época, fin de paradigmas, el nacimiento de otras conspiraciones para una humanidad cada vez más desconectada de sí misma, vulnerable y excesivamente crédula. Pongamos un ejemplo. Millones de habitantes aceptan la teoría actual de los terraplanistas, según ellos la tierra nunca fue redonda, sino plana, y hemos vivido una gran mentira; por tanto, adiós Galileo y Newton y cuanto científico nos ha hecho conscientes de nuestro sitio en el universo.
Un ignorante es presa fácil en cualquier sociedad. De eso previene la escuela, por mucho que se señale todo sistema de educación como estrategia de adoctrinamiento. Pensar con cabeza propia sigue siendo una actitud de vida.
En la peor de las circunstancias, y mire que las hemos tenido difíciles aquí, el aula sirve no sólo para soñar. Dialoguemos con la cita atribuida en el meme a Camus. De acuerdo, Albert, no existe, pero la escuela tampoco te niega las herramientas para edificarlo. Hacerlo posible depende de tu inteligencia y vocación social, y también de cuánto se impulse desde el micromundo del hogar.