CAMAGÜEY.- Cuando supe el resultado del plebiscito en Chile, y el rechazo a una nueva constitución que desplazara la heredada de los tiempos de Pinochet, no pude dejar de pensar en los cientos de mutilados a manos de los carabineros, los ojos dañados por los gases lacrimógenos, gente enfrentándose sin más armas que su cuerpo a cañones de agua y otros artefactos de los tiempos de la dictadura. Ese fue el costo de un proceso constituyente que se había conquistado en las calles, en las huelgas, en el enfrentamiento a un modelo neoliberal que se niega a desaparecer.
Septiembre 11 de 1973. El Palacio de la Moneda en donde Resistía Allende es sometido al bombardeo aéreo y de los tanques fascistas. pic.twitter.com/P3RRFXi8WO
— MEMORABLE (@EsMemorable) September 12, 2017
El Brexit, la llegada de Trump a la Casa Blanca y el no de los colombianos al tratado de paz habían sido, en los últimos años, elecciones que muy pocos pronosticaron, todas estas opciones triunfadoras tuvieron en común un excelente manejo de la comunicación, segmentación de los públicos y la utilización de la bigdata para conocer que quiere oír la gente y decírselo, aunque después sea mentira. A estos procesos habrá que sumarle este, no sin antes preguntarse qué pasó.
El principal victimario de la opción de aprobar el texto constitucional fue el monopolio informativo chileno. Se impuso una campaña de terror en los medios de comunicación; recorrió el país mintiendo a la gente y sobre la base conocida de que la gran mayoría no se leería el proyecto, les dijeron que les quitarían sus casas, sus ahorros provisionales e incluso cerraron el único canal con discurso contrario.
Las grandes empresas financiaron el triunfo de la barbarie, porque en comunicación quien paga manda y ningún medio va contra sus anunciantes. La campaña fue clara y la estrategia ensució y desprestigió a la asamblea constituyente y posteriormente focalizó la discusión del proyecto en cosas como una supuesta eliminación de la propiedad privada, entre otras manipulaciones. A la opción Apruebo le faltó llevar a la base los elementos más relevantes y novedosos de la nueva Carta Magna.
Foto: Tomada de Telesur
Esto no es de ahora, es el efecto acumulativo de una guerra cultural y mediática, que ha logrado calar en la propia izquierda y en los oprimidos y ha penetrado tanto que ha convencido a aquellos que se creen millonarios sin tener un peso en el bolsillo de pensar como capitalistas.
Teóricamente, los estudiosos coinciden en que los medios proveen a los públicos de herramientas y esquemas de construcción de sentido, capaces incluso de integrar las contradicciones y conflictos emergentes la transmisión de la ideología funciona como si se dibujaran temas culturales familiares que resuenan dentro de las audiencias. Es erróneo decir que los medios reflejan la sociedad; el periodista, el medio y el discurso, en su conjunto, construyen la realidad social. Eso fue lo que pasó en Chile.
Los anhelos de cambio y dignidad exigen a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, diálogo, respeto y cariño, hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todas y todos. Para allá vamos. Que viva la democracia y que viva Chile! pic.twitter.com/f5rQv2G5mJ
— Gabriel Boric Font (@gabrielboric) September 5, 2022
Mirar hacia allí es muestra de lo que pasa cuando los medios de comunicación no están en manos de la mayoría y defienden intereses de grupos minoritarios que obviamente, con manipulación incluida, se presentan como los intereses de todos. Porque la comunicación es y seguirá siendo clasista y eso no se puede perder de vista en un proceso de transformación del sistema de medios públicos como el que atraviesa Cuba y en circunstancias en las que la comunicación es cada vez más estratégica. El afán por parecernos al mundo no nos puede llevar a repetir errores que ya cometieron otros.
Aquí somos víctimas a diario de esa guerra de cuarta generación, llueven los linchamientos mediáticos, la incitación a la violencia, medias verdades y mentiras completas e incluso desde posturas aparentemente centristas se imponen tasas de cambio de divisas que se parecen mucho a fenómenos cercanos en tiempo y espacio como el dólar today, esos que se muestran en el medio y se corren a la derecha, también imponen matrices distorsionadas de los acontecimientos, al más puro estilo gebeliano.
Miremos nosotros a Chile y veamos coincidencias en quienes promueven el NO en el próximo referendo del Código de las Familias con falsos argumentos de que se retirarán derechos cuando en realidad es todo lo contrario. En tales condiciones no se puede ser ingenuos, hay que comunicar bien y dejar cada día menos vacíos en un proceso transversal a toda la sociedad. La guerra comunicacional seguirá, y las campañas también. A nosotros nos toca hacer las cosas bien y tratar de que aquella no sea nuestra realidad.