CAMAGÜEY.- Por estos días acapara titulares la 9na Cumbre de las Américas con sus foros paralelos, un mecanismo de la caduca Organización de Estados Americanos (OEA) para, al servicio de los vecinos del norte, ejercer presión contra los pueblos latinoamericanos.
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En ese escenario obviamente no caben rebeldes que lleguen a Los Ángeles a sabotear el coro que ha preparado el Departamento de Estado para que Míster Biden siga creyendo en la vitalidad del destino manifiesto y la Doctrina Monroe. No caben, pues, voces que desafinen como en una época lo hicieron Bolívar, Martí y Sandino.
Desde una posición de superioridad, los policías del mundo, han establecidos estándares de democracia y derechos humanos para asistir a Los Ángeles.
Casualmente han dejado fuera a un gobierno electo por la amplia mayoría de los nicaragüanses, otro que es resultado del que, según el propio Centro Cárter, es el sistema electoral más completo y auditable del mundo, y para cerrar el club de los excluidos está una Isla de once millones habitantes que se ha enfrentado por más de 60 años a las intensiones de dominarla del imperio más poderoso de la historia humana, que en un año fue capaz de hacer cinco candidatos vacunales y controlar una enfermedad que todavía cuesta vidas en el país anfritrión.
Si no fuera una gravísima afrenta al derecho internacional y a la libre autodeterminación de los pueblos sería un placer tremendo estar dentro de este grupo.
Ni siquiera a los foros paralelos invitaron representaciones legítimas de estos pueblos. No quisieron repetir errores del pasado.
La estrategia concertada en la 7ma y 8va cita no fructificó donde pretendieron sentar a jóvenes y representantes de la legítima sociedad civil cubana a dialogar con una supuesta oposición política cubana y merecer el premio nobel de la paz, pero era imposible hablar con el asesino del Che o con quien dijera públicamente sentir admiración por el terrorista Luis Posada Carriles, o con el Camaján, o con una rimbombantemente presentada periodista independiente que dijo estar de acuerdo con el bloqueo a su pueblo.
Quien les escribe estuvo en la 7ma cita de este tipo, en Panamá, escuché de muy cerca como el vicepresidente del Banco Mundial para América Latina dijo que la solución estaba en el neoliberalismo, vi como estos foros son dominados por la derecha más recalcitrante del continente y por tanto los debates versan en asuntos que poco o nada le van a resolver a nuestros pueblos y vi también como la Pepsi “generosamente” era sponsor del evento juvenil donde gastaron unos cuantos miles en esos días con el único objetivo de seducir.
Ahora se opta por excluirnos y como parte del show se invita a gente que hace rato está desconectada de Cuba, que no conoce en absoluto como se agencia este pueblo para más de 200 medidas impuestas por la administración Trump y que muchas veces celebran, mientras nosotros seguimos apostando por una integración regional que nos ponga a los que vivimos al sur del Bravo en igualdad de condiciones con quienes solo nos ven como suministradores de materias primas y su patio trasero.
Nosotros, como hijos de Bolívar, de Martí y de Sandino, apostamos y tendremos que seguir apostando por la integración entre iguales, para no suceda una vez más lo que alertó el Libertador y no nos plaguen de miserias en nombre de la libertad.
Nuestra América, la de Martí, sigue teniendo el deber urgente de enseñarse como es, “una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada sólo con sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños”. Al final ya está demostrado que la novena cita sin las Américas no es más que un coro que se ha formado el míster para no escuchar los desacordes de un continente que hace rato dejó de cantar junto a ellos.