CAMAGÜEY.- El Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene una larga y nada memorable hoja de servicios en América Latina: sus recetas no son de esas que un galeno entrega al paciente para que halle remedio a sus dolencias.

Pero en términos económicos sus prácticas implican obligatoriamente reajustes sociales, el lado preferido de sus condicionamientos que, y como ahora, provocaron una verdadera explosión social en Ecuador.

Lenin Moreno, Licenciado en Administración Pública, ya se sabe, apenas abordó el poder en ese país sudamericano, comenzó un proceso de separación de aquellos de cuyo brazo transitó hacia la magistratura, y torció hacia posturas derechistas, iniciadas desde el enjuiciamiento amañado de su exvicepresidente Jorge Glass.

Casi nadie pudo advertir sus reales intereses, ni el ex presidente Rafael Correa (del Partido Alianza País), quien puso en función de su ex Vice todas las energías para que saliera electo en un país al que encabezó durante 10 años, cuatro meses y 9 días. Empero lo peor estaba por llegar.

Cuando tomó las riendas del Estado, realizó maniobras en las que se sacudió de cuanto “olía” a correismo, y ese desligamiento trajo consigo que llegara casi de inmediato una especie de cacería de brujas, como remedo de aquella política norteamericana asociada al macartismo (tendencia o doctrina basada en acusaciones de subversión o deslealtad que se realizan sin respeto por los derechos del individuo acusado y sin que se contemple el desarrollo de un juicio justo. El concepto deriva de McCarthy, el apellido de un senador estadounidense) aunque ahora con nuevos ropajes, y alentada por los sectores más reaccionarios del país.

Moreno, paso a paso, fue dando paso a nuevas políticas que lo disociaban de los proyectos montados y desarrollados por su predecesor, y que para algunos analistas ya dibujaban la verdadera cara de este personaje que logró confundir, y en ese sentido una de las primeras cosas que buscó fue la de alejar a su antiguo jefe, tal vez “preocupado” que bajo su égida se pudieran aunar las fuerzas de izquierda y promover un cambio de poder.

Desde Bélgica, y perseguido por las autoridades de su país, Correa mantiene una activa campaña desde las redes sociales, en las cuales desnuda las verdaderas intenciones de este personajillo, quien cumple las directrices que le trazan los círculos de poder.

Recientemente, y como parte de una oscura maniobra política, que cuenta con la descarada anuencia del sistema judicial nacional, personalidades como el ex canciller Ricardo Patiño y Gabriela Alejandra Rivadeneira Burbano (nació en Quito, el 25 de julio de 1983), Presidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador, entre 2013 y 2017, han tenido que solicitar asilo por ser perseguidos de la actual dirigencia ecuatoriana.

Estos pasos confirman la tendencia de Moreno de continuar haciéndole el juego a patrones dictados desde Estados Unidos y de sus compinches en la Organización de Estados Americanos (OEA), que guardó silencio cómplice cuando la policía y el ejército ensangrentaron las calles de ese país para acallar las voces de protesta por la imposición de un paquetazo que abiertamente destruía conquistas sociales del periodo anterior.

Sobre el presidente ecuatoriano ha dicho: “(…) es el más grande impostor de nuestra era, un desequilibrado mental". Y, además: “es el mayor farsante de nuestra era".

Recientemente se libró una orden de prisión contra el ex mandatario, y en ese sentido, Fausto Jarrín, su abogado, dijo que su defendido estaría dispuesto a volver al Ecuador "cuando el país ofrezca garantías". Las declaraciones las hizo en el marco del proceso judicial del caso Sobornos 2012-2016.

Como si estuviera minimizando sus errores, o en un intento desesperado por lograrlo, no faltó una especie de guion prefabricado: En días pasados responsabilizó —sin pruebas— a Correa y al presidente de Venezuela, de “estar llevando un plan de desestabilización en Ecuador”.

Las respuestas no tardaron en llegar. Correa, por ejemplo, en entrevista en CNN fue tajante: “Siempre fue un títere desde que asumió el gobierno, dijo en Perspectivas desde Buenos Aires”.

SÍNDROME DE PONCIO PILATO

Según algunos documentos, Poncio Pilato, un hombre de mal carácter, violento y corrupto, fue conocido por su gesto de lavarse las manos al condenar injustamente a Jesús de Nazareth. Curiosamente, es la figura más evocada del Imperio Romano.

¿Qué tiene que ver Pilato con Moreno?

Varias coincidencias, entre ellas la de querer “lavarse las manos” con las causas del estallido social en su país, que eclosionó tras poner en vigor la discutible 883, que entre sus resoluciones incluía eliminar los subsidios de los combustibles, y que él hiciera recaer sus acusaciones en otros, en franca postura de justificar la impopular medida, fruto de las imposiciones del FMI, que aceptó entregar 4 204 millones de USD.

En ese aspecto, Correa, economista de profesión, manifestó que

“Nunca hubo necesidad de un paquetazo. No ha caído el precio del petróleo. No ha habido ningún desastre natural. Nada. Es pura corrupción e ineptitud”.

Las falacias llegaron en la boca de Lenín (a quien muchos le han pedido que se cambie el nombre):

“(…) es evidente que los más violentos, aquellos que actúan con la única intensión de agredir, dañar, son individuos externos pagados y organizados”.

Y fue más lejos en su retórica:

“El sátrapa de Maduro ha activado junto con Correa su plan de desestabilización. Son los corruptos que han sentido los pasos de la justicia cercándolos para que respondan; ellos son quienes están detrás de este intento de golpe de Estado y están usando e instrumentalizando algunos sectores indígenas; aprovechando su movilización para saquear y destruir a su paso”.

Las fuertes protestas estallaron en todo el país. Grupos indígenas y los sindicatos desafiaron la orden ejecutiva del gobierno del presidente Moreno de levantar los subsidios del gobierno al combustible, una de las tantas órdenes esgrimidas por el FMI para entregar recursos a una nación con serios problemas de liquidez. La economía se encarrila hacia el abismo.

Después de días de encontronazos violentos, que dejaron varios muertos, infinidad de heridos y hasta desaparecidos, y la sensación amarga de una policía y fuerzas militares llamadas para atacar salvajemente al pueblo, parece que existirá una tregua.

El hombre en silla de ruedas no es un santo. Cargará sobre sí una violencia que recordó aquellos tristes episodios de un Chile con la bota pinochetista en septiembre de 1973.

¿Los días de Moreno están contados? ¿Será igual Ecuador a partir de estos sucesos, que fueron acallados por los medios de la derecha local y continental?

¿Aprendió la lección? Quizás. Pero ya sabe que ese pueblo, contra el que viró pólvora y metralla… ya no admitirá ningún nuevo paquetazo. Se han probado fuerzas, y en esta pulsada, el pueblo ecuatoriano mostró músculos.

El fiasco de la receta FMI... es evidente. Al parecer.