Desista el lector de encontrar un desliz gramatical en la frase del parroquiano que solicita un te de ajenjibre, pues así se conoce también en Cuba al jenjibre, hierba de la familia de las Zingiberáceas, muy afamada por sus múltiples usos.

 Ortográficamente la palabra tiene sus peculiaridades: es junto a comején, ajenjo y ojen una de las excepciones de la regla según la cual el sonido equivalente a la primera sílaba de aquel nombre, se transcribe siempre con G.

Según el Doctor Tomás Roig en Plantas medicinales aromáticas o venenosas de Cuba (tranquilo usted, pues el jenjibre no figura entre las últimas), se identifica por gingembre en Antillas Francesas, en Puerto Rico recibe la denominación de "dulce" y en Estados Unidos la de "ginger".

 Refería el insigne botánico que en nuestro país a finales del siglo XIX se podía encontrar en cantidades apreciables, aunque ya para 1945 se cosechaba poco el Zingiber officianales roscoe, como científicamente se denomina.

 Antes de la Revolución y en los primeros años posteriores a ella, circuló un refresco embotellado con el rótulo de Canada Dry con "ginger ale", frase británica alusiva a una bebida carbonatada elaborada con agua y jenjibre, cuya fermentación ocurría de manera natural por el azúcar y levaduras presentes en la planta.

 Se cuenta que un hornero preparó el primer pan de jenjibre en la Isla de Rhodas, cerca de Grecia, y poco tiempo después la fórmula llega a Egipto, donde el excelente sazón adquiere categoría de manjar ceremonial.

 En Europa, durante la Edad Media, se podía comprar una oveja con una libra de jenjibre, cuyo origen algunos ubican en la porción tropical del Sudeste de China o en las cercanías de las islas del Océano Pacífico.

 El jenjibre se cultiva en latitudes tan disímiles como Australia, Sri Lanka, China, Japón, México, Nigeria, Santo Domingo, Sierra Leona y Jamaica.

 Semejante a las liliáceas, muestra un tallo de hasta cuatro pies de altura, surgido entre dos hileras estrechas de hojas satinadas y brillantes flores de tonalidad amarillo-púrpura sostenidas en la parte desnuda de aquel como las espigas de la piña.

 La farmacopea mundial la reconoce como droga oficial dadas sus propiedades estimulantes, se administra con frecuencia para la expulsión de gases intestinales y en casos de dispepsia y colitis, mientras que son encomiables sus efectos ante gastritis alcohólica, y es solicitada en los resfriados, porque activa la secreción de sudor.

Destaca su sabor entre los sazones, al tiempo que acentúa el valor de otros y confiere a la comida la frescura y genuinidad imposibles de lograr por otras pimientas.

 Es empleado como ingrediente en bebidas no alcohólicas, licores, helados, confituras, alimentos horneados y cerveza, y expertos aseguran que, mezclado con horchatas, el protagonista de estas líneas alcanza la cumbre de su exquisitez. Atrévase a prepararlo, y se convencerá.