CAMAGÜEY.- El 27 de noviembre de 1871 la historia de Cuba vivía, en La Habana, uno de los hechos más injustos y horrendos ejecutados por el colonialismo español. Ocho estudiantes de Medicina eran asesinados por el delito de profanar la tumba de Gonzalo de Castañón, hecho nunca probado en juicio.

Ocho jóvenes asesinados. Tres escogidos al azar como muestra de odio del Cuerpo de Voluntarios que exigía sangre para quienes no superaban los 20 años y el más joven de ellos solo 16.

Pasados 153 años del cruel hecho, la Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey rindió tributo a los estudiantes, convencidos de que el mejor homenaje está en su formación como doctores cubanos y su utilidad al servicio de la salud pública.

Al respecto, Carlos Alberto Hernández Dupuy, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en la casa de altos estudios, ratificó el compromiso de los jóvenes de las ciencias médicas a formarse integralmente con un alto protagonismo en la sociedad. “La sangre inocente de estos estudiantes germina hoy en los sueños de cada universitario que se prepara en nuestra Alma mater para construir una Cuba mejor, con el deseo de cuidar la salud del pueblo”.

El momento sirvió de espacio, también, para entregar el carnet del Partido Comunista de Cuba (PCC) a tres estudiantes de la Universidad como nuevos miembros de la organización.

Alonso, Anacleto, José de Marcos, Juan Pascual, Ángel, Eladio, Carlos de la Torre y Carlos Verdugo pueden ser nombres comunes. Eran jóvenes comunes, con escasa participación política, con la aspiración de ser médicos; quizás parecidos a muchos de los jóvenes en la actualidad. No eran alzados, no cayeron en combate en los campos cubanos. Fueron fusilados por el odio.

Recordarlos, hoy, como Martí en su discurso Los Pinos Nuevos, en 1891, los acerca a los jóvenes de hoy, los mantiene vivos.