SIBANICÚ, CAMAGÜEY.- Los pioneros y las pioneras de la escuela primaria Rescate de Sanguily, en este municipio, han colocado sobre su uniforme escolar un delantal blanco, el cual acompaña al gorro de chef. Debaten sobre las propiedades de los alimentos, conocen detalladamente las recetas y se enorgullecen de que muchos de los platos los elaboran con las cosechas del huerto escolar.

En esta institución se cultivan hortalizas, frutas, viandas y se cría ganado menor y mayor. Los beneficios van dirigidos hacia el comedor de la escuela, la estimulación de sus docentes y en ocasiones se apoya a otros centros educacionales. No obstante, las recompensas se ven reflejadas en la cultura alimentaria de quienes cursan grado allí.

Puede parecer la excepción, pero debería resultar una regla, pues así lo refrenda la Ley de soberanía alimentaria y seguridad alimentaria y nutricional. Su artículo 29 establece, entre otras funciones del Mined, la de “desarrollar la educación alimentaria y nutricional como parte de la formación integral de niñas, niños, adolescentes y jóvenes mediante la incorporación y actualización de los contenidos en el currículo de los distintos niveles educativos”.

Estos resultados de Rescate de Sanguily no son aislados ni fortuitos, debido al trabajo que lleva la dirección del sector educacional en ese municipio: “Esta constituye una prioridad en Sibanicú. Potenciamos las áreas de cada una de las instituciones con oportunidades para el autoabastecimiento y al mismo tiempo, trabajamos para que el estudiantado se apropie de una cultura en este ámbito”. Así expresa Yosveisy Acosta Áreas, directora General de Educación, quien agrega:

“Contamos con un proyecto sobre educación alimentaria y nutricional, el cual ya ha realizado tres talleres y produjo un folleto con buenas prácticas. También han expuesto 24 investigaciones vinculadas a esta temática, han creado 26 círculos de interés y siete sociedades científicas”.

La estrategia formativa en dicho territorio integra las distintas fases de la producción de alimentos e incluye la manipulación de los mismos, sus utilidades y de qué formas se pueden presentar a la mesa. Las escuelas han llevado a cabo muestras de platos tradicionales, eventos culturales y otras iniciativas que involucran al alumnado y sus familias en procesos creativos y de aprendizaje.

“La cultura campesina y los valores más genuinos de nuestra identidad han formado parte de la enseñanza sobre la alimentación y la nutrición, la cual hemos acompañado del repentismo, la danza y otras manifestaciones artísticas”, argumenta Acosta Áreas.

Siete programas complementarios en diferentes niveles le dan cumplimiento a la labor de educar sobre alimentación y nutrición, con la mirada resiliente de disminuir costos y optimizar recursos. “Rescate de Sanguily sin dudas es un referente de lo que queremos a nivel municipal –añade la directiva- porque en esa escuela se ha logrado, no solo la productividad de su huerto escolar para el autoabastecimiento, sino verdaderos aportes a la educación alimentaria y nutricional de educandos y docentes”.

En tanto la lucha por la soberanía alimentaria se trata de una tarea colectiva, la escuela, junto a la familia y la comunidad, devienen eslabones imprescindibles para un futuro de mayor acceso a la alimentación y sostenibilidad económica.