CAMAGÜEY.-El grupo extrahotelero Caracol y la cadena de tiendas Caribe son dos de las entidades que modifican tareas, horarios y escenarios para llevar lo indispensable a las más diversas áreas geográficas de la provincia.
La pandemia ha puesto un examen complejo, difícil. El tejido social se ha estremecido, pero no han faltado inmunógenos internos, cuya sencilla formulación incorpora el talento, la sagacidad en función de crecer, vencer y no flaquear.
Una vieja expresión popular lo sintetiza: todo ha caído de un golpe, de “sopetón”, unido a las estrecheces de la economía, esa que navega en mares financieros enfurecidos por los vientos de más de seis décadas procedentes del acoso imperial.
Pero la filosofía de buscar mayor equidad, conjuga verbos como cooperar, estimular, crear, innovar, desarrollar... En ese capítulo, los cubanos escribimos historias llenas de sencillez y heroicidades.
CARACOL FUERA DE SU “CONCHA”
Los tiempos exigen llevar la montaña a Mahoma. No hay otra alternativa, pues las lógicas medidas asociadas a los protocolos sanitarios exigen disminuir el tráfico cotidiano de personas.
Caracol, el grupo extrahotelero, es uno de los que ha modificado el llamado objeto social. Tiene como su función específica la venta en unidades hoteleras, pero los necesarios reajustes lo llevan ahora a las más diversas áreas geográficas de la provincia.
Dayamí García Cabrera, jefa de tienda, reconoce que pese a lo inusual de las funciones asumidas, “el personal se ha adaptado a los nuevos tiempos”, en alusión a las variantes incorporadas para mantener, dentro de lo posible, la actividad comercial.
Varias de sus principales instalaciones permanecen cerradas en la cabecera provincial, la mayoría, unas 15, enclavadas dentro del entorno citadino, pero ello no detiene sus labores, a pesar de la reducción drástica de los productos en inventario.
“Desde marzo hemos tenido presencia sistemática en centros de aislamiento, en atención a personal médico, en circunscripciones en vigilancia sanitaria, a partir de formar equipos de trabajo con muchos cuyas unidades no están prestando servicio”.
Igualmente, manifestó, prestan atención a aquellos centros laborales que por sus características requieren de atención diferenciada, a partir de indicaciones de las autoridades del municipio y la provincia.
La comunidad rural Cromo, del consejo popular Lenin-Albaisa, fue uno de los tantos testigos de ese interés de acercar artículos de primera necesidad a zonas alejadas, que, si bien son insuficientes, permiten un respiro a las familias ante el déficit de suministros.
La circunscripción 82 acogió con beneplácito la llegada de los productos.El coordinador de zona de los Comité de Defensa de la Revolución, Arbelio López, manifestó la importancia de estas acciones sobre todo porque respalda a quienes por múltiples razones se les hace muy complejo comprar en otros escenarios.
Para el jefe de brigada de tienda Jorge Rodríguez Rodríguez, ya se hace habitual esta nueva modalidad de venta. “Comenzamos desde el año pasado, a raíz del inicio de la pandemia, y en este tiempo hemos estado en distintos lugares de los municipios. Todo es distinto, pero nuestros trabajadores han aceptado el reto de redimensionarnos, y todas las semanas, en dependencia de los recursos, vamos hasta donde nos indican"”.
Pero este joven no acudió solo. Junto a él estuvieron Danyer López, Jacinto Bordón y Freddy Ruiz González, todos con experiencia en estos andares. Casi unánimemente coinciden en que el cambio de labores les permite apreciar la importancia de su quehacer.
Danilo Mateo Sarduy, director en funciones de Caracol, es uno de los tantos convencidos de que, en este corto, pero intenso plazo, las experiencias son “una escuela”, con la satisfacción de la “positiva respuesta” dada por su gente.
“Se ha trabajado intensamente y ello permitió que nos entregaran el distintivo de Colectivo Eficiente Nacional a los 160 trabajadores, que reconoce el hecho de haber cumplido el plan inicial de ingresos antes de la COVID-19”.
Y si bien los principales requerimientos económicos están sujetos a los problemas asociados a las reducciones de artículos, han logrado minimizar el personal interrupto, cuando apenas mantienen activas 10 de sus 31 unidades en Camagüey.
“La disposición sigue invariable. Tanto es así que al unísono trabajamos en el mejoramiento de instalaciones y la apertura de otras, ahora cerradas o con limitaciones en sus horarios, en la búsqueda de ingresos en moneda libremente convertible”.
CARIBE TAMBIÉN ANDA
No ha estado “aislado” Caribe del esfuerzo que, en todo el país, se registra para paliar el golpe higiénico-epidemiológico que entraña el nuevo coronavirus.
En estas circunstancias todo lo que implique simplificar gestiones se agradece, tal como sucedió en Cromo, con la venta de módulos que incluyó alimentos y aseo. Ello se constató en gestos y palabras, de vecinos y líderes comunitarios.
Nuevo Siglo, unidad perteneciente al complejo Tinajones, ya es habitual en locaciones tan diversas como San Serapio, Santa Rita, Las Cuabas o Charles Morell, tal como reconoce Rita Castellanos, cajera de la entidad.
“Sabemos de la trascendencia de lo que hacemos, nos acercamos al barrio y vemos cuánto valor los clientes les dan a acciones como estas, sin dudas una ayuda vital en tanto dura la enfermedad y resulta un problema la transportación.
“Como estrategia de trabajo hemos creados varios equipos, usualmente somos cuatro en cada rotación. Nuestra gente entiende la tarea y la disposición no ha faltado. Realmente es agotador. Los movimientos hacia las zonas apartadas son agotadores, pero nos alegra apoyar. Llegamos y apenas tenemos las condiciones mínimas comenzamos. Por eso es fundamental el apoyo de los usuarios”.
Muchos ejemplos pugnan por su propia historia. Abundan, pues este es un país donde los verbos anti COVID-19 pugnan por el protagonismo. Sobre todo, aquellos que alientan, impulsan... Para bien, la solidaridad transita sin cuarentena.