SIBANICÚ, CAMAGÜEY.- Obreros del “Siboney”, en este municipio, trabajan sin descanso para engarzar los nuevos éxitos productivos, como la racha de 16 zafras consecutivas cumplidoras, interrumpidas por los dos últimos reveses.
Este colectivo ingenioso sabe arrancar primero y cumplir cimero como lo demostraron en el 2008 cuando el central --casi desmantelado--, sin techos, llenó el batey de dulces pitazos tras el paso de los huracanes Ike y Paloma.
Ahora los agroazucareros del más oriental ingenio camagüeyano, no se amilanan por haber cerrado la fallida molida provincial el 27 de mayo, por los 40 días que le faltó caña para producir más azúcar. Vuelven por la carga para subir en Camagüey al primer escalón de la Zafra Chica y la producción del crudo a granel asignado para la exportación a esa industria.
¿FECHA DE ARRANCADA DE LA ZAFRA 2020-2021?
En la segunda quincena de noviembre pudo ser la respuesta de Jorge Ramón Valdivia Velázquez, administrador del “Siboney”. Sin embargo, él no oculta el deseo general de dulce revancha después de dos moliendas seguidas con déficit de la gramínea. Condiciona la respuesta del inicio adelantado de la zafra al ejercicio y prueba real con materia prima (el venidero día 14) que revelará por lo menos el movimiento sincronizado del 90 % de los equipos fabriles.
“Hemos avanzado en las reparaciones que consideramos eficientes, hasta ahora, pese a la escasez de recursos, con mayor insistencia en molinos y en todo el sistema al vacío, donde presentamos algunas dificultades la contienda pasada. Te puedo asegurar que si la caña propia y la proveniente del ‘Argentina’, en Florida, llega con mejor calidad al basculador de nuestro ingenio, vamos a cumplir y hasta superar las cerca de 17 000 toneladas de azúcar planificadas”.
Y en todas las áreas se respira trabajo incesante por hacer las faenas industriales bien, para procesar las cañas que lleguen en buen estado al basculador y sacarles mayores rendimientos industriales que los previstos. Así coincidieron y lo expresaron: los paileros-soldadores Julián Barrueta Peña y Juan Roberto Ronquillo; Rolando Reina Martín, al frente del taller de maquinado; Yoandry Garriga Perodin y Ramón Luis Corrales Fumero, en calderas, y el técnico Silvio Mas Ávila en Planta Eléctrica, de 33 años de edad, considerado el más joven de los jefes de áreas del central de Sibanicú, en un área vital para mover no menos de 200 motores eléctricos, y quien pronto continuará sus estudios de ingeniería para ofrecerle más conocimientos productivos a la economía azucarera.
ATENCIÓN AL COLECTIVO Y AL MEDIO CIRCUNDANTE
Desde que Valdivia Velázquez entró al “Siboney” en 1983 hasta la fecha, siempre ha tenido presente el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de los obreros azucareros, y las advertencias del CITMA para evitar que los vertimientos agresivos de la fábrica afecten el medio ambiente. Hoy, aunque todavía no está satisfecho, Jorge prioriza y fiscaliza en el programa de reparaciones ambos beneficios sociales.
El mejoramiento de las instalaciones hidrosanitarias, la prevención higiénica contra la pandemia de COVID-19, la reparación de los pisos y la iluminación, la atención y calidad del servicio y la instalación del comedor; el surtido de productos alimenticios del quiosco con el apoyo de la gastronomía local; la capacitación técnica y operacional de los protagonistas de la próxima zafra en todas las áreas del ingenio, y la construcción de ocho registros que evacuan residuales en las dos lagunas de oxidación del ingenio las refirió el administrador como importantes tareas vinculadas a los preparativos de la próxima zafra 2020-2021.
Valdivia Velázquez, “el Jabao”, como gusta lo llamen y todos allí le conocen, antes del saludo final se hace eco de sus “siboneyes”.
“Las dos últimas zafras incumplidas por falta de materia prima provocaron que no pocos buenos azucareros se fueran hacia otras faenas del territorio. Ahora estamos completos y estables con la fuerza de labor, pero necesitamos que nos pongan caña y que la Empresa Azucarera proteja nuestra eficiencia productiva ante cada paso del proceso industrial. Ese es el sentir de quienes trabajan de espalda al reloj para arrancar temprano y sin tropiezos operacionales: ¡Vamos a cumplir!”.