CAMAGÜEY.- Cuando preguntamos por él, recibimos respuesta inmediata: “Es de los que se ha batido duro contra la COVID-19 en Camagüey”. Algunos pudieran decir que le “tocaba” por sus responsabilidad como especialista en Higiene y Epidemiología y jefe del Programa de Infecciones Respiratorias Agudas y Tuberculosis (IRA) del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología; sin embargo Alfredo Leal Gutiérrez tenía una opción más fácil y menos riesgosa: acogerse a los privilegios dados por el Estado cubano a que tenía más de 67 años y calificaba como vulnerable.

Pero el es médico ante todo. Tenía que estar allí: “Tras 26 años atendiendo infecciones respiratorias agudas, no estaba en mí dejar la batalla en el momento más difícil. Yo vi los primeros casos, los ingresamos en el hospital Amalia Simoni, los diagnosticamos y les pusimos tratamiento. Junto conmigo estaba el doctor Eydel Agüero, uno de los médicos que se enfrentó al ébola en África. Él se sabía cubrir muy bien y protegerse. Yo aporté mi experiencia en enfermedades respiratorias y él me enseñó a cuidarme. Ese primer equipo tenía también un clínico y un MGI.

“Cuando se abre el Hospital Militar, nos dividimos y yo me sumé al equipo de expertos del Octavio de la Concepción y la Pedraja. Allí estábamos los de más experiencia, los de más edad, sin tener contacto con los pacientes, pero discutiendo cada caso, en comunicación continua con los médicos de la zona roja. Cada paso se consultó, se profundizó y allí estuvo el éxito de la atención de salud en Camagüey que incluía, además a Ciego de Ávila.

“De los casi 150 casos confirmados que se trataron en la provincia, solo lamentamos la pérdida de tres, lo que nos da una tasa de letalidad muy baja, si tenemos en cuenta que ha costado casi medio millón de vidas en el mundo. Afinamos bien la puntería, tanto los que prestaban directamente la atención hasta las cocineras, porque para rebasar este virus hay que mantenerse bien alimentado. Logramos tal concentración que en el personal de Salud no ha habido contagios, porque sabíamos que el más mínimo descuido podía costar una vida”.

La arista epidemiológica del enfrentamiento también ha sido clave…

— Sí, el control de focos ha sido fundamental en los resultados, por eso hoy casi todas las provincias están libres de trasmisión. Se elaboró un plan muy dinámico en los protocolos. Todo el mundo sabía y sabe lo que tiene que hacer. La vigilancia intensiva sobre las personas con infecciones respiratorias y sobre los viajeros nos dio muy buenos resultados.

“En cada área de salud y municipios hay grupos de respuesta rápida para el control de focos, fundamentales en el aislamiento de los casos, el chequeo de todos los contactos y controlamos hasta los contactos de los contactos. Esto nos posibilitó identificar la mayoría de los pacientes asintomáticos y comenzar a ganarle la batalla al virus porque se paró la trasmisión, al punto que en una provincia de trece municipios solo hubo casos en cinco. En los dos territorios que más confirmados aportaron en esta primera oleada, Camagüey y Florida, estuvieron la mayoría vinculados a dos consejos populares: Buenos Aires – Bella Vista y Argentina. Cuando amenazó con abrirse a otras áreas como Previsora, se tomaron las medidas rápidas y se contuvo la propagación, a pesar de no haber encontrado el caso cero de esa cadena. Los países que han tenido esta estrategia de aislar el caso y sus contactos son los pocos que han logrado controlar al SARS-CoV-2.

“Muchos se preguntan cómo un país bloqueado, pobre, ha logrado detener el avance de la pandemia sin tener las dos cosas que la paran en seco: la vacuna o el tratamiento específico; y ha sido posible por lo robusto del sistema de Salud y por contar con un sistema social como el nuestro, además de la efectividad del plan de medidas que abarcó a todos los sectores de la sociedad”.

¿Cómo controlar al SARS-CoV-2 ahora que el país retoma sus actividades habituales y seguimos sin las dos cosas que pudieran evitar que se propague?

— Volvemos a una nueva normalidad, la COVID-19 en el mundo no está controlada, el epicentro está cerca de nosotros, y por eso no se puede perder la percepción del peligro. Para ello hay tres medidas con demostrada efectividad: el uso del nasobuco, la higiene personal (no solo reducida a lavarse las manos, también mantener limpias las superficies de uso común) y por último, el distanciamiento corporal. No podemos volver a los besos, hay que evitar dar las manos y abrazarse. Si cumplimos con eso, reduciremos al mínimo los riesgos de trasmisión.

“Lo otro depende de mantener la disciplina en la entrada al país, aislar a todos los viajeros (ahora ese período será de diez días, porque ya está demostrado que la incubación no es tan larga) y se les realizará un PCR llegando al país y luego otro para concluir la cuarentena.

¿Cómo se tratarán las IRAS en la nueva normalidad?

— Aunque el uso de nasobuco será obligatorio solo en las dos primeras fases, creo que debe quedarse la cultura de su utilización, tanto la persona sana como la que presente una IRA. Estas medidas que se tomaron para contrarrestar la COVID-19 han hecho que las infecciones respiratorias en la provincia hayan bajado a la zona de éxito del canal, o sea por debajo de la línea mínima.

“En las tres fases post COVID-19, se mantendrá la atención diferenciada las enfermedades respiratorias, desde que llegas al cuerpo de guardia del policlínico o del hospital. Tampoco dejaremos de hacer PCR en tiempo real, continúa la bíusqueda de casos y tenemos las pruebas SUMA, que nos dicen si el organismo entró en contacto con el virus. Entre PCR y test rápidos sobrepasamos las 15 000 pruebas. Estos números, para una provincia que básicamente tuvo la trasmisión concentrada en dos municipios, resultan altos.

“La respuesta rápida ante un caso sospechoso o confirmado tendrá que mantenerse, para evitar la propagación. Asimismo hay que ser responsables y prohibir desde las administraciones que trabajadores con síntomas catarrales o fiebre asistan al trabajo. Tendremos que aumentar el control y fiscalización sobre las casas de rentas y los hoteles, reforzar allí la vigilancia activa. A la entrada de la provincia hay un trabajo muy serio que funciona con un seguimiento estricto hasta el consultorio médico del área para donde va el viajero.

“Hay personas que me preguntan, ‘¿tú crees que aquí no hay casos?’. El volumen de personas en las calles aumenta, a veces violando medidas como el distanciamiento físico y el propio uso de la mascarilla, sin embargo, a pesar de eso, no se han descubierto casos autóctonos desde hace casi dos meses, ni trasmisión.

“El trabajo tendrá que seguir siendo multisectorial, otra de las claves cubanas para enfrentar al coronavirus. Todo el mundo ha aportado: la policía, los trabajadores de comercio, el transporte, educación, los medios de comunicación y los de la salud, que somos los más expuestos, pero los aplausos de las nueve los compartimos con todos los que han hecho posible que ante de los 100 días se haya controlado en Cuba la epidemia”.

¿Cómo valora el aporte popular?

— Hay que resaltar que nuestro pueblo fue muy responsable. Si hoy no tenemos más casos es porque las personas cumplieron con las medidas indicadas. Siempre hay sus excepciones, pero la mayoría se preparó y fue receptivo. Ahora viene una etapa más difícil en la que la palabra clave es prevenir para evitar una segunda oleada del virus y que si hay rebrote sea el menor posible. No se puede olvidar que conviviremos con esta enfermedad, porque cuando se olvida el peligro se acaba la prevención.