CAMAGÜEY.- No hay dudas, los momentos difíciles sacan lo mejor de este pueblo, de sus reservas morales salen gestos como el de Ahmed.

Él es trabajador por cuenta propia, tiene en la Caridad una cafetería llamada la Chuchería y donó varios de los productos que vende en su negocio a los pequeños de dos hogares de niños sin amparo familiar.

“Quise apoyar con lo que tengo. Es una manera de contribuir a la merienda de los niños. Para mí significa un orgullo apoyar a los niños en estas condiciones difíciles. Lo hago porque soy padre y sé que cuando están en casa no paran de decir que tienen hambre, así no tendrán que salir de aquí”, dijo a Adelante el joven Ahmed Revilla Peláez tras entregar los dulces, las galletas y otras confituras los hogares de niños sin amparo familiar Enrique Hart de La Zambrana y Manuel Zabalo de Jayamá, ambos en en Camagüey.

De los más grandes en la casona de La Zambrana es Pedro Luis Rivero Cervantes, él viene siendo como el hermano mayor de los trece niños que allí viven. “Yo quiero agradecer a Ahmed lo que hizo por nosotros de traernos esta donación. Ahora no podemos salir de aquí a comprar dulces como hacemos normalmente -dijo Pedrito,como le dicen sus compañeros, y agregó con una sonrisa de quien está agradecido- esto nos cogió de sorpresa, si no le hubiéramos preparado algo a él también".

“Por estos días nos lavamos las manos con agua y jabón más que nunca, y con hipoclorito también,además, las cocineras limpian bien las mesas, usamos el nasobuco y mantenemos la distancia aunque estemos jugando. Las personas que vienen a visitarnos tienen que hacer lo mismo, así nos cuidamos entre todos”, dice Pedrito, el “hermano mayor”. Dijo también que hubieran preferido darle más muestras de cariño a Ahmed, “pero lo haremos luego”.“Por estos días nos lavamos las manos con agua y jabón más que nunca, y con hipoclorito también,además, las cocineras limpian bien las mesas, usamos el nasobuco y mantenemos la distancia aunque estemos jugando. Las personas que vienen a visitarnos tienen que hacer lo mismo, así nos cuidamos entre todos”, dice Pedrito, el “hermano mayor”. Dijo también que hubieran preferido darle más muestras de cariño a Ahmed, “pero lo haremos luego”.

En el Hogar hay trece niños, con edades entre nueve y 17 años, que disponen de computadoras, televisor, juegos de mesa e implementos deportivos que hacen más amena esta etapa.

Ahmed no encuentra nada extraordinario en su gesto, mas hoy está conmovido por la gratitud de esos que, como dijera Martí, “son los que saben querer”.