FLORIDA, CAMAGÜEY.- “Es de jóvenes triunfar” dijo José Martí es sus obras completas y a más de 140 años lo ratifican en Camagüey. Unos desde casa, otros desde sus puestos de trabajo, saben que Cuba los necesita y por ella dan a diario un paso anónimo a la solidaridad.

José Alberto Almeida Cabrales, estudiante de onceno grado del IPVCE Máximo Gómez Báez tenía claro que el onceno Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas sería diferente pero no tanto. Conocer por una llamada que ya no viajaría a La Habana le cambió los planes pero no sus ansias de ser útil.

Desde su hogar este joven del municipio de Florida se prepara como en el aula porque reconoce que “tenemos una responsabilidad vital en la sociedad cubana de hoy, formamos una parte muy importante de Cuba. Aunque no deja de ser importante pensar en una organización mejor, ahora se nos pide cuidarnos y eso estamos haciendo”.

Junto a sus hermanos Antonio y Lía, Alberto vivió el 4 de abril de una forma diferente. “Quedarnos en casa no fue motivo para dejar de celebrar. Llenamos las redes sociales de mensajes sobre lo importante que somos las nuevas generaciones para esta Revolución, y sé que muchos colgaron de sus balcones la bandera cubana y pancartas para demostrar el apoyo a la organización”.

Importante también es el apoyo de Serguei Núñez Ellis, uno de los 149 trabajadores de la fábrica de tabaco floridana Rolando Valdivia Fernández. Él labora en la unidad de mayor concentración de jóvenes en la cabecera municipal y sabe los frutos de aprovechar esa fortaleza.

“Cuando escuchamos por la televisión que algunas personas iban a dejar sus labores para mantenerse en sus domicilios, siempre dijimos que seguiríamos produciendo. Se tomaron medidas de protección como dividirnos en dos turnos, poner en cada puerta todo lo necesario para el lavado de las manos, usar los nasobucos y separar las mesas a más de un metro, pero nunca paramos.

“Son momentos de aportar más a la economía. Ahora nos toca demostrar que nunca se equivocaron al confiarnos el relevo de Cuba. Si de los jóvenes de esta fábrica depende la producción de tabaco, les aseguro que ese renglón no se detendrá”.

Otra de las prioridades en el contexto actual es la producción nacional de alimentos, eso lo sabe bien Gleidys Guevara Álvarez, trabajadora en la empacadora Tomás Rojas Rodríguez (Macurige) de Florida.

“Aquí tampoco nos hemos quedado con los brazos cruzados. El mayor impulso que tenemos es la gente, abastecer todos los mercados liberados que le brindan servicios al pueblo es nuestro objetivo siempre. Hemos hecho masa de croqueta, mortadela y tocineta enrollada condimentada, todo depende de la materia prima que tengamos en los almacenes”.

Por eso cuando deja a su niña Emily de siete años con una vecina cada día para ir a trabajar, le reconforta saber que de su trabajo depende que otras mamás tengan alimentos para darles a sus hijos y eso la calma. Es un sacrificio en silencio agradecido por muchos.

En las afueras de Florida, específicamente en el Lácteo, labora de siete de la mañana a siete de la noche George Roig Rodríguez como jefe de turno. Cuenta su jefe Antolín que gracias a los 66 muchachos que hoy lideran la producción allí, se duplicó y hasta triplicó en algunos casos el plan de entrega del mes de marzo.

“Esa eficacia de debió en parte a que doblamos turnos y aprovechamos al máximo la jornada diaria. Por ejemplo, en el caso del yogurt de soya de las 162 toneladas planificadas hicimos 331 y de los 10 mil galones de helado previstos sobrepasamos los 15 mil. Tenemos que aportar en estos tiempos de pandemias, tratamos de dar cumplimiento al discurso del presidente y de todas las medidas higiénicas.

Este resultado empieza por la casa. Cuando sabes que tus seres queridos están cuidados y cumpliendo todo lo establecido puede venir a trabajar tranquilo y concentrarse solo en hacerlo bien, de eso dependen las demás personas.