SAN SERAPIO, CAMAGÜEY.- La magia de José Martí de hacerse universal fructificó nuevamente esta mañana en medio de un campestre paisaje, donde los hombres extraen riquezas de las entrañas de la tierra.
Pioneros de la escuela rural Isidoro Armenteros Muñiz, de San Serapio, vinieron a la minas de cromo, a una media hora de la ciudad de Camagüey, a reforzar su convicción de que Martí amó a los niños.
Los pequeños, sus maestros y trabajadores de la mina denunciaron a los malvados que profanaron la imagen del Maestro, rindieron culto, en un ambiente de cariño y ternura, con poemas, bailes y canciones.
Al fondo las minas de cromo.
Las estudiantes de cuarto grado del plantel escolar, Elizabeth López Velázquez y Lauren Guerrero Vázquez, al pregúntarsele que era Martí para ellas dijeron: un hombre honesto, valiente, bueno, de grandes ideas, gracias a él tenemos escuelas, hospitales, amable, generoso, de correctos lenguaje y modales.
En un documento que quedará para la historia, los presentes estamparon sus firmas de compromiso con el legado de Martí y el mejor discípulo: Fidel al que también se le rindió homenaje en este día de fervor patriótico.
En un ambiente acogedor y campestre se efectuó el homenaje a Martí.