CAMAGÜEY.- La Feria Nacional de Artesanía (FENAR) en el Recinto Ferial de Camagüey refleja un fenómeno interesante en el comercio y la cultura local: si bien el evento está concebido para resaltar el valor de la artesanía, la presencia de productos industriales importados es notoria. Esta coexistencia no desmerece la importancia de la feria, sino que la reconfigura como un espacio donde los emprendedores cubanos buscan oportunidades de comercialización en un mercado cada vez más diverso y exigente.
Con 85 expositores, entre Mipymes, proyectos de desarrollo local, trabajadores por cuenta propia y creadores, la feria ha sabido atraer un flujo constante de público, en gran parte debido a la cercanía de fechas como el Día del Amor y la Amistad, lo que la convierte en una de las más esperadas por los consumidores. Participan expositores de Artemisa, Mayabeque, La Habana, Camagüey, Las Tunas y Holguín. Según Sheyla Domenech Castellanos, Especialista en Promoción del Fondo Cubano de Bienes Culturales del territorio, los productos más solicitados siguen siendo el calzado y la peletería, provenientes de Las Tunas y La Habana, además de la orfebrería de alta demanda. “El puesto de Milián de Havana Silver es de lo más esperado”, comenta. Asimismo, destaca que se ha trabajado en garantizar precios accesibles y facilitar opciones de pago digital.
DE OFICIO Y EMPRENDIMIENTOS
Desde Las Tunas, Arian Pieles, representado por el ayudante Alain Cano Rosales, resalta la importancia de la feria como un mercado sólido y de referencia dentro de la región. “Es donde más se vende, gusta mucho el producto”, asegura. A pesar de que el evento comenzó con cierta lentitud, las ventas han ido mejorando, en parte gracias a la capacidad de los emprendedores de adaptar sus productos a la demanda inmediata del público. La posibilidad de hacer ajustes y personalizaciones en vivo, como en el caso de la talabartería, añade un valor agregado que refuerza la conexión entre el cliente y el creador. “Tenemos yunque, martillo y remache para ajustar los cintos a la talla del cliente”, explica Cano Rosales.
Claudia Hernández, de la tienda de regalos Detalles Paraíso, de Camagüey, resalta la importancia de los artículos hechos a mano: “Nuestra tienda se especializa en papelería, postales, cajitas y velas aromáticas. Buscamos brindar detalles accesibles y con un mensaje positivo a través de los colores, los aromas, las formas”. Su testimonio destaca un aspecto esencial de estos eventos: no solo son espacios de venta, sino también plataformas de validación para nuevos negocios y marcas emergentes que buscan consolidarse en un mercado competitivo. La tienda radica en el Centro Comercial El Cristal, en la calle San Esteban, entre República y Lope Recio.
Otro aspecto relevante es la capacidad de innovación dentro del contexto artesanal. Maylen Toledo, con su marca Qué Negra!, ha logrado posicionar productos cosméticos naturales en un mercado donde la oferta suele ser limitada. “Nuestra crema define rizos, aporta brillo e hidratación. También ofrecemos tónicos anticaspa y geles para evitar el frizz”, señala. La conexión entre tradición e innovación se vuelve crucial en este tipo de emprendimientos, y la feria se convierte en un medio de expansión y promoción para ellos. “Tenemos el gel con una nueva fragancia para los amantes de las fragancias naturales, divinas, maravillosas”, añade la representante de un negocio con sede en la calle Rosario, entre Ignacio Agramonte y Montera, número 203.
LA PERSISTENCIA DEL ARTESANO
Cada mañana, de lunes a viernes, a un costado de la Iglesia de la Merced cuando el sol aún no castiga con su rigor, la plazoleta de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) en Camagüey cobra vida con mesitas repletas de piezas elaboradas con esmero. Ahí, en ese rincón de la ciudad, la tradición artesanal se mantiene viva a través de las manos laboriosas de sus creadores. Sin embargo, este año, dentro del marco de FENAR 2025, la presencia de la ACAA se ha trasladado a un nuevo espacio dentro del Recinto Ferial, donde cuenta con un estand propio identificado con sus siglas.
Entre los artesanos que representan a la ACAA allí se encuentra Lidicy Carneado Gutiérrez, quien lleva más de 20 años en la artesanía, resistiendo el embate de la producción industrial y apostando por el valor de lo hecho a mano. “Hemos logrado mantener un espacio donde la gente puede vernos trabajar en vivo y conocer directamente nuestras creaciones”, comenta antes de añadir: “El estand de la ACAA dentro del Recinto Ferial es un esfuerzo por visibilizar nuestro trabajo y llegar a un público más amplio”.
En este stand se exhiben obras de diversos creadores, abarcando manifestaciones como cerámica, bisutería, metales, vidrio y textil. “Es importante que la gente vea y valore el proceso de creación”, y en sus palabras se intuye que no es solo vender, es mostrar que cada pieza tiene historia, tiene el esfuerzo de alguien que prefiere hacer con las manos en lugar de recurrir a lo industrial.
A pesar de los desafíos, la comunidad de artesanos sigue adelante. Hoy en día, mantenerse en ese oficio requiere persistencia. Se enfrentan a materiales costosos, a la competencia de lo fabricado en serie, pero siguen aquí porque creen en lo que hacen. Su dedicación se traduce en una amplia oferta accesible al público: “Los precios son módicos. La bisutería oscila entre 100 y 500 pesos, mientras que las piezas de piel pueden llegar hasta los 6000 pesos. Hay opciones para todos”.
La Galería Midas, sede de la ACAA en Padre Valencia número 2, sigue siendo un punto clave para la promoción del arte artesanal, con exhibiciones individuales y colectivas, así como salones provinciales. Sin embargo, la presencia de la ACAA en el Recinto Ferial representa un paso más en su esfuerzo por consolidar la artesanía local en el panorama comercial y cultural.
FENAR 2025 se convierte así en un escenario donde lo industrial y lo hecho a mano conviven, pero es en el estand de la ACAA donde la autenticidad prima sobre la estandarización. Los artesanos, con paciencia y amor por su labor, siguen moldeando el alma de Camagüey con cada creación.
DESDE OTRA PERSPECTIVA
Desde otra perspectiva, Juan Carlos Milián Salgado, de Havana Silver, plantea una reflexión sobre la transformación del evento. “Antes era pura artesanía, ahora hay plásticos y menajes. Eso amplía la oferta, pero debería mantenerse en manos de cubanos”, comenta. También resalta la organización: “La atención del comité organizador es esmerada, aunque no deberían preocuparse tanto por cosas que los expositores podemos solucionar”. Aun con las dificultades logísticas, como la falta de electricidad, la afluencia de público no se ha visto mermada. “Lo ideal es que tuviéramos corriente, pero el pueblo no se ha quejado, parece que vienen con su objetivo de obtener algunas compras”, añade.
En definitiva, la Feria Nacional de Artesanía en Camagüey se ha consolidado como un espacio dinámico donde convergen tradición, emprendimiento e innovación. Aunque su esencia artesanal se diluye ante la presencia de productos industriales, la persistencia del público y la adaptabilidad de los expositores demuestran que sigue siendo un evento imprescindible en el calendario comercial y cultural de la ciudad.