CAMAGÜEY.- La Semana de la Cultura Camagüeyana permite mirarnos hacia adentro, para reafirmar nuestra identidad y redescubrir nuestras raíces. Pero, ¿qué ven los ojos de un visitante que ha hecho de Cuba su destino recurrente? Luis E. Aguilera González, escritor chileno, ha caminado nuestras calles con la mirada atenta del que encuentra en cada rincón un eco de historias compartidas.
Ha estado en Cuba 14 veces, y esta es su tercera visita a Camagüey. Para él, los lazos entre los pueblos van más allá de los discursos y los símbolos; están en la memoria de aquellos que, desde el siglo XIX, cruzaron el océano para luchar por nuestra independencia. Están en las letras de Gabriela Mistral y Pablo Neruda, en las estrofas de Nicolás Guillén.
“Cada vez que visito Cuba, siempre me resulta inspirador. Es un aprendizaje mutuo, un intercambio que nos permite crear con nuevas miradas”, dice. Su sueño de juventud fue pisar la Plaza de la Revolución, y lo cumplió. Ahora, recorre Camagüey y encuentra en nuestras esquinas desordenadas una armonía que le fascina, en nuestra gente una calidez que lo conmueve.
En abril de 2022, Luis llegó por primera vez a Camagüey. Viajó a Cuba junto al coterráneo Iván Ramírez para la Feria del Libro de La Habana. Luego extendió su recorrido hasta nuestra ciudad, para celebrar la jornada camagüeyana por los 55 años del Instituto Cubano del Libro. Entonces recibió la Distinción 508 Aniversario de la fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.
“Yo siempre respeto y quiero mucho a las provincias. Yo vengo de provincia”, me confiesa. Y tal vez por eso Camagüey le resulta tan cercano, tan auténtico. Pero esta visita es aún más especial. Como invitado al XXXVI Encuentro de Escritores Camagüeyanos, Aguilera presentará su nuevo libro, Gabriela Mistral en Cuba 1922-1931-1938-1953 (Lom Ediciones Ltda, 2025), el próximo 4 de febrero a las 11:00 a.m. en la Biblioteca Provincial. Este texto es su novedad literaria para la Feria del Libro de La Habana, pero ha concedido la primicia a Camagüey, un gesto que refuerza el puente cultural entre nuestras tierras.
La cultura nos define y nos hermana. En una ciudad donde cada calle parece contar su propia historia, las palabras de Luis nos recuerdan que la identidad no es solo lo que heredamos, sino lo que compartimos.
Luis E. Aguilera comparte con escritores camagüeyanos.
—En su caso, Luis, ¿cuándo siente que nació esa relación Cuba-Chile, Camagüey-La Serena?
—Mi conexión con Cuba nació como un sueño durante la dictadura chilena, cuando viajar era imposible. El primer viaje se dio años después, y desde entonces he visitado la isla 14 veces, descubriendo la histórica relación entre ambos países. Esta conexión va más allá de los lazos entre los presidentes Salvador Allende y Fidel Castro, se remonta a la independencia cubana, en la que participaron chilenos, y a figuras como Gabriela Mistral, que tuvo una estrecha relación con Cuba desde 1921. También a Pablo Neruda y Nicolás Guillén, quienes contribuyeron al intercambio cultural. Sin embargo, la dictadura militar interrumpió estos vínculos por 17 años, hasta que, en 1998, como presidente de la Sociedad de Escritores de Chile en mi ciudad de La Serena, organizamos la primera delegación cultural a Cuba.
En abril de 2022, Luis E. Aguilera y su coterráneo Iván Ramírez.
“Sigo convencido de que estos lazos deben seguir fortaleciéndose, no solo con La Habana, porque ustedes saben que las capitales son las que se llevan todo siempre, pero en las provincias se hacen muchas cosas importantes. Tenemos dos Premios Nobel que no son de Santiago de Chile. Gabriela Mistral, primer Nobel latinoamericano, todavía única mujer de los seis premios Nobel de Latinoamérica, es del Valle de Elqui; y Pablo Neruda viene del sur. Ellos hacían el intercambio. Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba, estuvo en Chile y escribió acerca del Cerro de Santa Lucía que está en Santiago, un lugar mítico, por el día es muy bonito, pero por la noche pasan cosas, y él dijo: “Cerro de Santa Lucía, tan pecaminoso de noche e inocente de día”.
—Usted se ha ocupado de conocernos a través de la investigación, pero ya la posibilidad de estar más cerca de las personas le ha permitido conocernos mejor. ¿Qué aspectos de la identidad camagüeyana le han resultado más sorprendentes y cercanos a la de los chilenos?
—La parte antigua me llama mucho la atención. Estas calles tan desordenadas y bonitas. Una esquina puede tener cuatro lados, pero a veces encuentro cinco, entonces uno se pierde. En todas las sociedades hay gente de todo tipo, pero en general yo encuentro más gente amable, cariñosa, gentil. Vengo en un avión, en un autor, en un camión, converso con la gente y la gente conversa conmigo. En Chile uno trata de conversar y lo toman como que uno le quiere robar, claro, eso es producto de la situación que vivimos. Ustedes cuando se despiden de una persona, de un amigo, se desean buena salud o dicen “ah, que te vaya bien”, qué decimos los chilenos: “chao, cuídate”, cuidarse de qué, claro, en tiempo de dictadura había que cuidarse.
“En ese sentido, resalto la vida cultural cubana, donde el arte es parte cotidiana de la sociedad; en Chile la cultura sufre recortes presupuestarios. Para mí, la visión de Fidel Castro sobre la importancia de la cultura como base de un pueblo se refleja en el ambiente vibrante de Camagüey, donde siempre se encuentra gente creando y compartiendo arte. En todos los lugares uno va aprendiendo. Cuando estoy en Chile me acuerdo de Camagüey y me los imagino a ustedes aquí con música, bailando, conversando. Tengo mucha gente que no ha tenido esa oportunidad. Imaginar eso cuesta mucho, aunque uno sea escritor”.
—Es un hermoso retrato que agradecemos muchísimo. Me gustaría conectar dos asuntos a los que se refería: la historia y la imaginación. Hablaba de las investigaciones al siglo XIX. En el caso de la literatura hay una ocupación muy grande cuando se piensa en la ficción en imaginar mundos del futuro, sin embargo, hay zonas misteriosas que tienen que ver con nuestro pasado a las que no hemos mirado. Cuéntenos cómo imagina ese pasado que investiga para contarlo después.
—Al llegar a Cuba quedé fascinado con la religiosidad y el sincretismo, elementos que desconocía en Chile y que me inspiraron a escribir sobre ellos en una novela titulada Ochún camina sola bajo la lluvia (Lom Ediciones Ltda, 2016). Está ambientada en Santiago de Cuba, Holguín, El Cotorro y La Habana Vieja. Cuando la escribí no conocía El Cotorro, claro, uno se imagina, pero a veces no hay tanta imaginación para pensar que la gente está reunida, está conversando. Es importante traer el pasado al presente a través de la literatura, pues la misión como escritor es dar a conocer estas historias. A principios del siglo pasado, lo más destacado eran los historiadores, pero el historiador también era más narrador, le ponía poesía a la narración, y después vino la poesía y en tan corto plazo tuvimos dos Premios Nobel. Luego, a pesar de la dictadura, la escritura persistió como una forma de resistencia. En esos tiempos oscuros, la literatura se llenó de sangre y denuncia, y con la muerte de Pinochet también desaparecieron muchos escritores que se centraban en esa temática. Aun así, destaco que la creación literaria en Chile sigue avanzando y menciono con esperanza la posibilidad de que Raúl Zurita, un gran poeta, obtenga el tercer Premio Nobel para el país.
—Me gustaría volver a Gabriela. En el Hotel Plaza de Camagüey hay una habitación que la recuerda. ¿Cómo describiría la influencia de Gabriela en la literatura y en la educación cubana? Quizás, ¿qué usted considera de ese legado que no ha sido aún reconocido?
— Gabriela Mistral es muy conocida en Cuba. A quien le preguntes, algo sabe de Gabriela Mistral. Creo que ella hizo un gran aporte a la cultura en el mundo entero. Ella fue una de las primeras en difundir la obra de José Martí en América Latina, refiriéndose a él como “el hombre imprescindible de América”. Fue invitada a México por José Vasconcelos, entonces Ministro de Instrucción, para participar en la reforma educativa y hace escala en Cuba. Todavía estamos en deuda con Gabriela Mistral cuando decía que todos los países de América Latina deberíamos unirnos para sacar libros de bajo costo para que llegue a la gente, porque es tan grande la obra de José Martí en todos los sentidos, un hombre completísimo en lo revolucionario, en lo visionario, en lo humano, en su poesía.
“Hay una anécdota en la que Gabriela, después de dar una conferencia sobre Martí en un pueblo pequeño de acá de Cuba, iba tan feliz que una mujer comentó que parecía estar enamorada de él, a lo que ella respondió: 'Si usted lo hubiese conocido o lo conociera, también se habría enamorado'”.
Luis enfatiza las dificultades que Gabriela enfrentó en Chile, desde su infancia en un pequeño pueblo hasta los obstáculos impuestos por la sociedad conservadora de la época. No obstante, debido a su talento, fue rechazada en la escuela normal por sus escritos progresistas. Subraya cómo Chile tardó en reconocer su importancia, ya que recibió el Premio Nobel en 1945, pero el Premio Nacional de Literatura solo en 1951. También menciona su rechazo a las dictaduras militares, lo que llevó a que Carlos Ibáñez del Campo le quitara su pensión, obligándola a escribir artículos para subsistir. Irónicamente, cuando falleció en 1957, fue ese mismo dictador quien tuvo que recibir su cuerpo en Chile. Ella lo llamaba “enemigo arrepentido”.
En el libro cuenta que estuvo en Camagüey el 19 de junio de 1931 “por escasas seis horas y cinco minutos”. Recibida por representantes del gobierno provincial y figuras de la vida cultural y educacional. A pesar del poco tiempo, la Sociedad Camagüey Tennis Club le ofreció un ponche de honor. Gabriela se despidió así: “Estoy altamente reconocida a las atenciones excepcionales que para conmigo han tenido las damas feministas, mis compañeras las maestras y las autoridades, y como dije, espero que mi tiempo me permita volver a esta legendaria ciudad”.
El año pasado, en la sede de la Fundación Nicolás Guillén de Camagüey, Luis E. Aguilera presentó su libro dedicado a la participación de chilenos en la independencia de Cuba.
—En este regreso a Camagüey tiene un programa intenso. Ha sido invitado al Encuentro de Escritores Camagüeyanos. Luego seguirá a La Habana para la Feria del Libro. Usted nos sigue dando el privilegio de las primicias literarias. ¿Por qué?
— Yo siempre respeto y quiero mucho a las provincias. Yo vengo de provincia. Nosotros estamos al norte, a 500 kilómetros, a siete y tantas horas en bus de La Serena a Santiago. A veces nosotros mismos, los escritores de la región, los escritores de La Serena no somos tratados como tal y viene un escritor de Santiago, “ah, viene el escritor” y además le pagan más, ¿cómo va a ser? Cuando tuvimos la oportunidad de traer el libro, El abrazo de dos pueblos hermanos: Chile y Cuba (Lom Ediciones Ltda, 2023), lo presentamos por primera vez aquí y después en La Habana. Ahora vamos a presentar el último libro que escribí que se llama Gabriela Mistral en Cuba 1922-1931-1938-1953.
Menciona el contraste entre Gabriela Mistral, de origen campesino y con una vida más austera, y la cubana Dulce María Loynaz, quien vivía en un ambiente de alta sociedad. Es una investigación sobre las visitas de la poeta a la isla y su relación con escritores cubanos. Allí destaca la amistad y el conflicto que las distanció en 1953. Explica el contexto político de la época, incluyendo el secuestro de Fangio por el Movimiento 26 de Julio y la invitación del dictador Fulgencio Batista a Gabriela para los festejos del centenario de Martí.
“Gabriela mostró interés en la poeta Carilda Oliver Labra, a quien Dulce María describió como “una campesina de Matanzas”. Relato el desencuentro entre Gabriela y Dulce María, cuando esta última organizó un almuerzo con el embajador chileno, al que Gabriela decidió no asistir, lo que llevó a que Dulce María le pidiera que abandonara su casa. Recojo ambas versiones del conflicto, ya que comúnmente se ha difundido solo la de Dulce María. También incluyo la publicación de un poema inédito del padre de Gabriela, Gerónimo Godoy”, enfatiza.
Luis continúa hablando de su origen en La Serena, al norte de Chile, y menciona las dificultades que enfrentan los escritores de provincia para ser reconocidos en su propio país. Relata su experiencia como concejal en La Serena, para señalar la represión histórica contra su partido en Chile y su compromiso con la transparencia política: “Fui concejal de La Serena, el primer concejal comunista, marxista, leninista después de Pinochet”.
Entonces narra la creación de un encuentro cultural en plena dictadura chilena en 1986, que ha crecido hasta recibir participantes de varios países. Habla de su intención de organizar un encuentro exclusivo entre Chile y Cuba, denominado como el libro, Encuentro de Dos Pueblos Hermanos: Chile y Cuba. Finalmente, menciona la existencia de una Plaza José Martí en La Serena, construida en 1971 durante el gobierno de Salvador Allende con la colaboración de jóvenes cubanos. Explica cómo la dictadura intentó borrar su nombre, pero él logró restaurarlo cuando fue concejal. Concluye destacando la importancia de la unión, el respeto y la solidaridad entre los pueblos, y agradece el apoyo de Cuba a los chilenos durante la dictadura, ayudando a salvar vidas y brindando oportunidades de estudio.
A la sede de la Fundación Guillén, también conocida como Casa de la Poesía, volvió el amigo como parte de la Jornada Chile-Camagüey, auspiciada por la Dirección Provincial de Cultura, el Centro Provincial del Libro y el Proyecto Golpe a Golpe.
—Luis, conversar con usted es un privilegio, una lección enorme porque nos ha demostrado que nos conoce mucho y también nos ha enseñado la importancia de conocer a nuestras propias personalidades para poder defenderlas como debe ser. Nos deja muchas expectativas acerca de su nuevo libro. Me gustaría no terminar este encuentro sin volver sobre una idea. ¿Cómo ve usted el papel que tiene la literatura hoy para impulsar la integración latinoamericana y caribeña?
— En primer lugar, yo creo que el Premio Nobel con Cuba ha sido mezquino, eso ha sido intencional. Cuba se merece un Premio Nobel aunque Ernest Hemingway cuando lo gana estando aquí dice que es el primer Premio Nobel para Cuba. Además creo que lo más importante hoy día es que tenemos que recuperar todo lo perdido todo este tiempo. Aquí, Yunielkis Naranjo con el Proyecto Sociocultural Golpe a Golpe ha jugado un papel importante. Él y otros cubanos han colaborado en intercambios culturales con Chile, destacando actividades en escuelas y comunidades. El año pasado, de ocho cubanos que estuvieron allá, cuatro eran de Camagüey: el trovador Harold Díaz, las escritoras Evelin Queipo y Yoandra Santana, y el promotor cultural Yunielkis Naranjo. Como decía Gabriela Mistral, el escritor no puede permanecer ajeno a la suerte de su pueblo.
“Acá, hemos estado comiendo caldosa en el reparto Piña con la gente, y veo que la misma calidad de las actividades que hacen aquí en el café literario La Comarca, está allá en el barrio. Qué bonito que no haya diferencias. Hemos estado conversando sobre la idea de hacer un encuentro exclusivo Chile y Cuba, o Camagüey, si es posible. Yo insisto y promuevo que la unión y la solidaridad está en el cariño, en el respeto, en el aprender unos de otros. Con las alianzas artísticas, ustedes nos tienen mucho que entregar, tenemos mucho que aprender de ustedes. Estamos en deuda con ustedes, porque jugaron un papel tan importante en dictadura que mucha gente en Chile se salvó gracias a la solidaridad al recibir a sus hijos, a que estudiaran acá y se salvaron. Tenemos un compromiso solidario, humano, como se hacía en aquellos tiempos.”
A lo largo de esta conversación, Luis E. Aguilera González nos ha dejado claro que la literatura no es solo un acto de creación individual, sino un puente entre culturas, un canal de aprendizaje mutuo y una herramienta para fortalecer lazos históricos. Su pasión por la historia y su compromiso con la integración latinoamericana y caribeña se reflejan en cada palabra, en cada libro, en cada esfuerzo por acercar a Chile y Cuba a través del arte y la memoria.
Como él mismo expresa, los intercambios culturales no solo enriquecen a quienes los protagonizan, sino que también nutren la creación artística y el entendimiento entre los pueblos. La relación entre Chile y Cuba es profunda y antigua, tejida por escritores, músicos y luchadores que han compartido ideales y experiencias. Aguilera, con su trabajo incansable, continúa esa tradición, porque la literatura no solo narra la historia, sino que también la construye.
Así, con la certeza de que la cultura seguirá siendo un puente entre nuestras naciones, nos despedimos de este encuentro, agradecidos por la reflexión y el testimonio de un escritor que ha hecho de la memoria y la hermandad su bandera.
El Proyecto Sociocultural Golpe a Golpe, que fundó y dirige Yunielkis Naranjo, es miembro de la Red Internacional Cultura Viva Comunitaria.
Camagüeyanos de intercambio cultural en Chile en 2024: las escritoras Evelin Queipo y Yoandra Santana, el trovador Harold Díaz y el promotor cultural Yunielkis Naranjo.
Pareja chilena que participó en la quinta edición del festival internacional Camagua Folk Dance, en diciembre del 2024.