CAMAGÜEY.- El término tribu es muy antiguo y en algunos jóvenes que las integran se caracteriza por priorizar la sexualidad, la música, la moda, y andan en grupo para buscar su identidad, con un comportamiento en contraposición con lo establecido en la cultura que una mayoría califica como normal, por lo tanto, se le conoce como subcultura.
De esta manera comenzó nuestra consulta de hoy con la Dra. Olga Lidia Caballero Giraldo, especialista de 2do grado en Psiquiatría Infanto-Juvenil, del hospital pediátrico provincial Eduardo Agramonte Piña, de esta ciudad, para acercarnos a la realidad de las tribus urbanas, incluso, aquí, a la que no está ajena Cuba desde hace algunos años, nos acercamos.
Ella ofrece sus servicios médicos a algunos de estos chicos como consecuencia de sus maneras de actuar, y aparte describirnos el concepto como tal, nos aclara que este es un fenómeno que vive el mundo, no es privativo del país.
—¿Quiénes las integran?
—Chicos de entre 12 y 20 años, como ve en la etapa de pura adolescencia. Siempre ha habido algún tipo de estas, pero desde hace unos 11 años han aumentado en nuestra nación por diversas causas, como son el resultado de una apertura a informaciones relacionadas con casos de tal naturaleza mediante Internet y otras vías.
—¿Están identificadas en Cuba?
—Son cinco y están representadas en las ciudades más grandes y populosas, como Santiago de Cuba, Santa Clara, Cienfuegos, Camagüey y, por supuesto, en la capital.
“La primera en Cuba data de los años ‘60 y fue la de los rockeros, en la que entran los frikis, los hippies y los punkys; es la más antigua del país; eran rebeldes ante los estándares sociales más comunes y hasta indisciplinados, conducta que han ido mejorando, se identificaban con la música de los años ‘60, con The Beatles, The Rolling Stones..., entonces rechazada, también la conocida como psicodélica, con esa bailan en rueda y en el centro permanece un varón, otros se mantienen mirando, pero empujan a alguno hacia adentro, incluso se pinchan con las propias prendas que usan, igual se tatúan, utilizan piercing, ropa negra y accesorios con brillo. Actualmente están mejor organizados y menos indisciplinados.
“Los emos aparecen en Cuba en el 2008 en la calle G, del Vedado en la capital, ya extendidos en las provincias. Este grupo es uno de los que más curiosidad y preocupación suscita en la sociedad, llevan el cabello muy lacio con corte definido por muchos como bistec encima de uno o de los dos ojos, son delgados y los varones dan la impresión de afeminamiento, aunque no lo son; tanto hembras como varones se pintan los ojos con sombras oscuras, uñas largas, ropas negras y holgadas, usan tenis de marca Converse de puntas de goma, buscan autoafirmación, reconocimientos, contactos sexuales entre ellos mismos.
“Se definen como una tribu futurista y hay quienes aseguran que su actitud es el resultado de la depresión, falta de atención, de ahí que sea un grupo de riesgo porque los jóvenes sienten que no son queridos, más bien rechazados, no entendidos por sus padres, se encierran en sus habitaciones sin comunicarse con la familia, la que no logra identificar su mundo interior, no conoce qué les duele, qué les preocupa, en ocasiones se lesionan ellos mismos, se autoflagelan mediante cortaduras en el antebrazo y en las piernas, y cubren las heridas con un atuendo rayado. Por medio de esas lesiones catalizan el dolor y sienten placer o sencillamente es una conducta para ser aceptado por los integrantes como muestra de compromiso y tienen, además, una tendencia suicida, y ahí está el alto riesgo.
“Los mikis (metrosexuales) provienen por lo general de familias con buenos ingresos económicos, por lo tanto frecuentan sitios caros, con vestimentas de la última moda, son definidos como banales, superficiales, porque la tendencia es estar siempre a la moda, lo último en el boom, escogen la música house, disco y el regguetón, no les preocupa mucho más a su alrededor que estas cosas.
“Conocido como la tribu repa, compuesta por callejeros de una zona, crean disturbios. Son identificados como reparteros, tienen un lenguaje vulgar, usan sus prendas de vestir anchas, pulóveres con brillos, manillas, prefieren la timba, el hip-hop y el reguetón.
“Tenemos los rastas, llevan drelos en el pelo, que es el tipo de peinado formado por cabello enredado y tejido, característico de los rastafaris, utilizan ropa cómoda y grande con los colores de la bandera jamaicana, sandalias y defienden la figura de Bob Marley, son dados a la paz, a la amistad... Su música es el reggae.
“Como observamos en dependencia de la tribu se visten, hablan, disfrutan el tipo de música, incluso, se comunican hasta a través de gestos, igual lo hacen mediante los celulares, sin necesidad de tener línea telefónica ni siquiera internet, acuden a otras aplicaciones".
—¿Alguna diferencia importante entre los primeros rockeros (hippies) y las tribus actuales?
—Aquellos se separaban de sus familias, se organizaban en comunidades, mientras los actuales no dejan atrás al hogar. Sin olvidar que estos comportamientos forman parte de la conocida crisis de la adolescencia, lo cual provoca contradicciones con la familia y la sociedad.
—¿Dónde se reúnen?
—En sitios abiertos, como parques, zonas que les permitan trasnochar, sin gastos de dinero, en este caso con excepción de los mikis, y admiten la entrada a quien lo desee, siempre que mantengan los mismos gustos, afinidades e intereses ante la vida.
—¿Hay relación entre una tribu y otras?
—Casi nunca porque son diferentes.
—¿Cómo son vistos por el resto de la sociedad?
—De manera general son estigmatizados, sobre todo por los adultos, a veces, hasta por sus propias familias, son excluidos.
—¿Qué puede generar ese rechazo?
—Abandonan los estudios, casi ninguno llega a la Universidad, solo hasta noveno grado y aumenta esa crisis propia de la edad.
—Si como dice sus edades oscilan entre los 12 y 20 años, se infiere que salen de estos grupos y otros entran…, si es así, ¿cuál es la razón de ese tope de 20 años?
—Algunos maduran y emprenden otro modo de vida o cambian a otras tendencias. La visión de sus vidas varía.
—¿Cuál sería el comportamiento a seguir por los adultos?
—Primero conocer y reconocer que el fenómeno está; luego cómo identificarlo y tratarlo, sin estigmas, tratar de atraer a los muchachos, orientarlos y dirigirlos, esa debe ser la máxima de la sociedad. Por ser una subcultura son rechazados y eso no es correcto.
“Son calificados como un problema social y resultan jóvenes aislados por la propia sociedad y vemos estas actitudes como una torpeza, pues tenemos que aceptar a otros aunque no sigan los cánones previstos, debemos estar a la altura y comportarnos como seres humanos, ya que igual lo son.
“Nosotros como profesionales tenemos el compromiso social y la sensibilidad ante estos cambios, debemos conocer qué los lleva a tales actitudes, y hasta tratar de transformarlos sin rechazo no para que se separen, quizá del grupo, pero sí vean la vida con otro prisma y una concepción positiva.
“Tenemos que entenderlos, comprenderlos, más bien identificarnos con ellos y convencerlos de que pueden estudiar y del perjuicio de dañarse a sí mismo y a otros.
“Decía Martin Luther King: ‘No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética, lo que sí me preocupa es el silencio de los buenos’. Es inquietante que una parte de la juventud, no toda ni la mayoría, claro, no sepa cómo encauzar sus vidas y acudan a conductas traídas de otras naciones sin mirar alrededor y no valorar la importancia de nuestra cubanía y que encima generen un conflicto social y hasta para ellos mismos por la falta del conocimiento exacto de la magnitud de sus acciones".
—¿Tiene algún llamado a la familia y sociedad cubanas?
—En el seno familiar es donde pueden ser identificadas las primeras variaciones en los hijos. Los padres tienen que saber quiénes forman parte del grupo de ellos, estar atentos a sus cambios de conducta, de vestimenta, si comienzan a consumir alcohol, a fumar, no debe permitirse a un chico de 12 años andar en las calles a altas horas de la noche, hay que mantener un control de sus celulares, no es que no los utilicen sino cómo y a qué edades, a qué acceden mediante el teléfono móvil, cuáles son los mensajes recibidos y enviados, porque cuando ya está instaurada una manera de ser nos cuesta mucho más trabajo modificarla.
“Por qué un adolescente tiene que andar con 300 pesos encima, o manejar una motorina con toda la irresponsabilidad social que eso trae consigo. Debemos estar atentos, no quiere decir que oigan la música de nuestros tiempos, la juventud tiene sus peculiaridades en cada etapa como las tuvimos nosotros y las tendrán los próximos, mas se trata de inculcarles nuestros valores, costumbres, sin dejar de ser cubanos, y todo con una adecuada comunicación, negociar sin imposiciones, interesarse y saber qué le duele, qué le preocupa, y dar amor, lo material no suple el amor, no puede perderse la oportunidad de decirle a los hijos: ‘Yo te amo, nos vemos en la tarde’, y a la hora del reencuentro intercambiar cómo anduvo el día en ambos y no solo decirle: ‘No tenemos’, ‘no hay’, y sí cómo se logra y qué aportar para alcanzarlo, qué es ser cubano, qué es ser camagüeyano, qué significan los símbolos patrios, sin la llamada “muela” por los jóvenes y sí mediante temas atractivos, mucho más en tiempos en que la expresión verbal del pensamiento se está perdiendo, ahora es el dispositivo móvil, los gestos, es un silencio afectivo que nos lleva a una pérdida de lo que somos: seres humanos.
“Hay que enseñarles qué somos y qué es, así mantenemos la memoria, de dónde venimos y no de culturas copiadas de otras partes del mundo, porque si pierdo mi historia y mis raíces qué soy”.