CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES, CAMAGÜEY.- Los orígenes de este municipio son tan glorioso como su presente. Cuenta la historia que a comienzos del siglo XX, un grupo de mambises decidieron bautizar el pueblo donde vivían con el nombre del Padre de la Patria. Entre comandantes y oficiales insurrectos, comenzaría a tejerse las venturas de un pueblo que traza su desarrollo desde el campo, que en su búsqueda del progreso le ha servido para obtener la sede provincial del Día de la Rebeldía Nacional, el 26 de Julio.
Un recorrido por las calles del territorio revelan los ajetreos de una ciudad que se embellece para el visitante y la comodidad de los residentes. En La Alameda, una de las arterias principales, se suda para ultimar detalles, entre el polvo, el cemento y el serrín que vuelan por el ambiente. Los muchachos de la Unidad Presupuestada de Servicios Comunales son los protagonistas de esas rehabilitaciones, a punto, como se constató a través de su director, Jorge Pérez Mompié.
“Aquí nuestros trabajadores se han encargado de la reanimación de los alumbrados, los bancos, la pintura, la reparación de las aceras, contenes y el remozamiento de las fachadas de los diversos establecimientos. Otras de nuestras rehabilitaciones incluyen el Parque Central Céspedes y el de Estrella, y la tapia del cementerio de Magarabomba”, refirió que las 13 obras que tienen asignadas, estarán completas para el acto provincial, dedicado a la fecha moncadista, el 24.
Entre el chasquido de las palas y cinceles, de los hombres de Jorge, se aprecia la remozada UEB, que toma el nombre de la calle donde se encuentra enclavada. “La unidad prestará servicios de restaurante, cafetería, desayunos, meriendas, con una capacidad de 40 comensales y se ofertará, en mayor medida, comida criolla”, expresa Melba Luciano Rodríguez, directora de venta de mercancías, gastronomía y los servicios de la Empresa de Comercio de la región.
Con el entusiasmo del que porta las buenas noticias, la directiva socializó cómo han sido beneficiados también la Pizzería Vita Nova, la tienda La Gran China, la instalación recreativa en el Consejo Popular Estrella, El Caney, y otras unidades situadas fuera del propio Consejo Popular.
MEJORÍA EN LAS TELECOMUNICACIONES
Justo en una de las áreas que circunda la plaza Carlos Manuel de Céspedes, se observan los adelantos constructivos de la terminal intermunicipal. Desde ahí, al otro lado del céntrico espacio, detrás de las arboledas, se ve el centro de telecomunicaciones de la localidad, en el cual se labora con intensidad para mejorar las ofertas a la población.
“Algunos de los impactos que más repercuten entre los cespedeños se encuentran la instalación de la base 3G en el Consejo Popular Estrella, las acciones en el gabinete de Yaguarama y el de Piedrecita, este último facilitará 72 nuevos servicios, con la colocación de 48 líneas de datos, la conectividad en los centros y la posibilidad de brindar el Nauta Hogar en esa zona”, comentó el directivo de esa institución, Jorge Castro Nieves.
Anunció también el cercado perimetral de la radiobase de Piedrecita, el montaje de las torres del Quirche y de Magarabomba, y la solución a los problemas de conectividad de República. “Aquí estamos reparando nuestro centro, y en especial hemos estado enfocados en la impermeabilización y la pintura del techo”, dijo Castro Nieves, quien mostraba rastros de pintura fresca en la ropa, en las manos y los brazos.
DESDE LA PARCELA AL GRANO
Hay lugares comunes que los habitantes de Céspedes tienen arraigados en la memoria, como la esquina del digital, en La Alameda, el Club de Caza, o el central de idéntico nombre que esa demarcación. Sin embargo, el campo y el surco siempre han sido esos puntos de encuentros que han determinado el quehacer y la vida de sus habitantes. Al menos así lo traduce el arte con que Raúl Fundora Reina, encargado de la Cooperativa CCS Víctor Rodríguez Vázquez, desempeña su oficio de piñero.
Al pie de las 13,42 hectáreas sembradas, equivalentes a una caballería de la reina de las frutas, el campesino hace un recuento del ciclo de cultivo: “después de la siembra debe estar lista para la cosecha entre los 18 y 22 meses. Esta variedad, la española roja, aunque no se fomenta mucho en el mundo, es muy resistente a las enfermedades también, a las condiciones complejas de nuestro clima y se puede lograr, con mucha dedicación, más de una recogida en el año”.
Nosotros destinamos un pequeño porciento al autoconsumo y la otra parte la entregamos a la Empresa de Acopio que debe estar en el rango de un 300% de cumplimiento. Entre los encargos estatales, las ferias y puntos de ventas, debemos arribar a las 30 toneladas este 2023”, refiere Fundora Reina mientras se lleva las manos a la cintura, y mira hacia las plantaciones aún en gestación.
Hace alrededor de unos seis años, Raúl llegó a esas áridas tierras con su familia. Una tierra tan árida, tan arisca y pedregosa que apenas permitía el brote de viandas o leguminosas. Y gracias a la astucia y al apoyo de sus tres hijos, redujo a golpe de machete el imperio de marabú, que antes gobernaba la zona, y se ha convertido en un productor, enamorado del aroma de la piña, que cuece nuevos proyectos: “Tenemos en estos momentos el reto de expandirnos hasta las seis caballerías”.
El sol se siente muy intenso en la cooperativa Víctor Rodríguez, por terraplenes y la carretera. Con el calor del astro rey, los arroceros acostumbran a secar el grano sobre las lonas y el asfalto. Es el método tradicional, pero algunos agilizan el proceso con las máquinas, impulsados por el ingenio y la creatividad.
Los lares del Camino de Ciego Escobar, vieron en los tiempos de la Guerra Necesaria, en el lejano noviembre de 1895, el cruce de las tropas del Titán de Bronce, Antonio Maceo, y seis meses luego, acamparon allí las tropas del Generalísimo, Máximo Gómez. Después de 127 años, los trabajadores de la finca La Esperanza prestigian ese pasado con el eficiente secadero de arroz que beneficia a los cultivadores de esa semilla.
“En este sitio contamos con seis trabajadores. Aquí se trae el arroz del campo húmedo, se vacía en la zaranda, más tarde pasa por la prelimpia, después se seca, se deja refrescar 24 horas, se pela y al final queda listo para el consumo. Parte de lo que procesamos proviene de nuestra cooperativa Arnaldo Guzmán, y de otras entidades particulares y estatales del municipio, de Florida y de Esmeralda”, asegura el líder del proyecto, Israel Besú Oms.
Confirma que el impacto del trabajo “es muy alto por la calidad de la materia prima y con el rendimiento de nuestras maquinarias, por encima del 80%, nos convertimos en una garantía para los campesinos”. No obstante, la eficacia de los dos molinos criollos, de la alberca o piscina empleada para secar, de los elevadores y de otras tecnologías, tiene nombre propio: José Narciso Menéndez Díaz, fundador del proyecto, en el 2013.
“Todo el equipamiento se diseñó y se construyó aquí, excepto los motores. Dimos tropezones a partir de la prueba y el error hasta que hace alrededor de 3 años, conseguimos nuestros objetivos. Cuando tenemos problemas, la innovación queda en casa, yo lo ideé para que no hubiera que importar ninguna pieza en caso de presentarse algún fallo.
Hemos recibido apoyo de instituciones como la Empresa del grano Ruta Invasora de Vertientes, y pasamos un curso con los especialistas del Citma, en Camagüey, donde nos informaron sobre los temas de contaminación y las bases para planificar una idea amigable con el medio ambiente”.
Sobre ese particular, Menéndez Díaz aclara que las emisiones del quemador de la secadora, a la atmósfera, “es mínima, así como las de CO2, y es nula también la polución de las aguas y del aire”. Destaca José Narciso que cerca del 96 o 97% de los equipos que conforman el andamiaje de la tecnología, permanecían en desuso por las entidades que las donaron.
“Todo se aprovecha en La Esperanza”, dicen sus trabajadores, quienes emplean las cabecillas del grano, extraída de los molinos, para alimentar a los animales, en especial al ganado porcino. Basilio Peláez Quiñones, viejo cultivador del arroz y cliente, agarra un puñado del grano, recién descascarado, y habla de su satisfacción por la calidad del servicio. Una sonrisa en su rostro, complementa sus frases de gratitud. Desde el alma de su ciudad, el campo, la historia, y la cotidianidad de su gente, Céspedes se viste de 26 de Julio, o lo que es igual, marca un compromiso mayor con el desarrollo de la nación.